martes, enero 25, 2005

No fue mi intención

De verdad no fue mi intenciôn. No importa que el ente fuera peor de lo que es yo no serîa capaz de hacerle semejante cosa. No corre por mis venas tanta maldad. Sé perfectamente que él debe sufrir mucho siendo como es. No tendrîa yo porqué pensar en darle un castigo cuando es evidente su infelicidad.

Me levantan a las seis y media de la mañana unos toquidos de la puerta que parecîan si no desesperados, sî enojados, alternados con el sonido del timbre, cuyo timbre es algo molesto. Ya el hecho de que toquen a mi puerta en este departamento y lugar apartado en el que vivo es bastante raro, pero que lo hagan a esta hora, me pareciô tan extraño que sin atinar a peinarme los cabellos me levanté a abrir. "Ouiiiii" digo con la voz de ultratumba con la que me levanto. "Madame Zuppino" responde la voz. Mme. Zuppino es la autoridad mâxima del establecimiento escolar en el que trabajo y vive en el piso de abajo del mismo edificio. Abro la puerta y a su lado estâ el ente. "Durmiô en el pasillo" me dice la directora con una mirada que aunque yo no traîa lentes alcancé a ver que me atravezaba. "Y tu llave" le pregunto. "Intenté abrir pero no funcionaba y te toqué y soné el timbre y no abriste" me dice el ente con su acostumbrada cara de pocos amigos y con un tono acusativo. Lo vuelve a intentar para probarle a la directora que no servîa. Efectivamente no servîa. La causa fue que mi llave estaba pegada dentro y por eso no abriô su llave. Resultaba ser mi culpa que el ente hubiera dormido como vagabundo en el pasillo, pegado a la calefacciôn. Yo ni sabîa que estando dentro mi llave la de él no servirîa, ni tampoco me habîa dado cuenta que la habîa dejado pegada. "Quiero verlos a los dos en mi oficina a las ocho y media" nos dice la directora con un ânimo que me dan escalofrîos nada mâs de acordarme. "¿En qué oficina?" pregunta el ente. "¿En qué oficina va a ser? pues en la mîa!" le responde la directora con una resequedad peor que la del desierto de Atacama.

Me disculpo con el ente y me dice "c'est pas grave" con su francés bastante peor que el mîo. Me voy a acostar y aunque sé perfectamente que no es mi culpa, me siento mal por la situaciôn. Me asaltan muchos temores sobre la reuniôn que iba a tener lugar en dos horas. Nunca habîa visto a Mme. Zuppino enojada. Juro que no es agradable. Hago hipôtesis sobre el castigo que nos impondrîa y recuerdo el sentimiento de estar en la secundaria y hacer una travesura que resulta descubierta. O como cuando en sexto de primaria hicimos una estrategia para que todo el grupo pudiera copiarme la secciôn de paréntesis del examen de historia, sobre la Revoluciôn Mexicana. En esta ocasiôn mi extremada indiscreciôn fue perfectamente observada por el profesor que se dio cuenta de cômo entregué al primero de cada fila su respectivo papelito con las respuestas. Dichos papelitos debîan ser pasados hasta el ûltimo compañero de la fila. Las cosas no pasaron bien. El maestro tomô todos los exâmenes y los rompiô poniéndonos un igualitario 5, que serîa la peor mâcula que mi boleta de calificaciones hubiera experimentado, a no ser porque lo promediô con otro examen. Bueno, mi estômago se sentîa igual que en esa ocasiôn. Me hacîa sentir peor pensar que ya habîa terminado la universidad y siguiera sintiendo esas irracionales emociones.

Se llegô la hora de bajar a la direcciôn y el ente seguîa dormido. Toqué a su puerta varias veces y no respondiô. Bajé yo solo para ver si ya estaba abajo y me encontré a la directora que cuando no vio al ente se enojô mâs. Subî otra vez a buscarlo y le toqué su puerta hasta que lo desperté. Entramos a la oficina y nos interrogô sobre qué habîa pasado. A mî sôlo me preguntô si no habîa escuchado. Yo respondî que no tal como habîa pasado. Pero segûn el ente él llegô a las once de la noche y a esas horas yo todavîa estaba despierto leyendo. Por no complicar mâs las cosas no comenté ese punto. Mme. Zuppino se olvidô de mî y tornô a regañar al ente por no haber aceptado dormir en el departamento de enseguida, cuya inquilina le habîa ofrecido una habitaciôn o por no haber tocado a su puerta para no tener que dormir como "S.D.F.", o sea, vagabundo, en el pasillo. Que no querîa que volviera ocurrir una situaciôn parecida. Punto final de la reuniôn.

Salî y me sentî liberado de la aprehensiôn que oprimîa mi estômago, esôfago y parte del intestino delgado. Nunca fue mi intenciôn: la noche estaba tan frîa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

rafaa!!

no tienes idea cuando me reiii.. y apoyo la idea, neecesitamos conocer a este "ente" tomale auna foto jajaja! y bien, sigue contandonos tus aventuras Rafitaaaa.. y recuerda que por aca te queremos mucho y te extraaañamos! cuidate =)

claudia