viernes, junio 26, 2009

Así nomás porque sí

"¿Qué necesidad hay, Rafael, de ponerte a escribir en el blog cuando tienes la cabeza en blanco?"
Mi subsconsciente

No, pues, la verdad, ninguna necesidad, pero así hago muchas veces. Empiezo con la mente absolutamente vacía y conforme mis dedos empiezan a teclear palabras (que no ideas) las neuronas empiezan a trabajar con los siguientes posibles resultados: 1) traer a colación alguna memoria o anécdota enterrada en el baúl de los recuerdos, 2) encontrar algún tema de actualidad sobre el cual expresar mi opinión, 3) hallar algún tema de interés que no le interese a nadie más que a mí, 4) acordarme de lo que hice en días recientes que pudiera ser de interés para el apreciable (y que pase los más altos estándares de censura familiar).

Habiendo esto dicho, figúrense ustedes que ahora mis neuronas están trabajando en los cuatro sectores productivos pero no logran hilar nada coherente. Entonces, haré un metanálisis de la situación y explicaré a qué creo que se deba tal circunstancia tan abyecta. Ya lo encontré. Pasa que las vacaciones de mi trabajo se acercan peligrosamente y una parte de mí (exagerada ella) opina que ya me urgen. "Ya me urgen" resuena en mi mente, y la mayor parte de mis neuronas se manifiestan de acuerdo.

No es por presumir (bueno, sí, un poco) ya tengo decidido el primer destino, para el cual ya tengo mi boleto de avión comprado. Se trata de Miami (léase con acento latino Mí-a-mi). Voy con el decidido plan de regresar bronceado, tirándole a prietito-color-de-llanta y de arrasar con las ofertas en los centros comerciales, como si tuviera dinero para hacerlo. Ya llegará el momento en el que publique mi retrato (palabra antigua) con palmeras a mis espaldas y el refulgente Océano Atlántico del Norte (que para mí es sólo una continuación del Caribe, así nada más porque me da la gana).

Como la duración de este viaje no agota mi periodo vacacional, pienso decidir algún otro whereabout para ir a cambiar de aire (no que no me guste el aire contaminado de la ciudad de México, pero siempre es un descanso respirar menos sulfatos, nitratos y virus de gripa de muy diversas cepas). Se aceptan opciones, siempre y cuando sean económicas para estos tiempos de crisis y descapitalización que afectan sinvergüenzamente al mundo (en general) y a mí (en lo particular). De esta manera, mis neuronas están como sin inspiración porque dedican muchas horas de su ocio, consagradas a encontrarme un destino vacacional con mejores aires y que esté bueno, bonito y barato (difícil combinación). Además, por ahí oí que se me quieren declarar en huelga (las neuronas), o ya de perdida en paro técnico, por algunas violaciones a sus Condiciones Generales de Trabajo, pero no estoy yo para células revoltosas, así que no pienso atender ese asunto any time soon.

Y, bueno, con vacaciones en puerta, ambigüedades sobre mi destino (turístico) y cerebro en paro, espero que comprendan que la inteligencia será una característica que no deben buscar en este escrito, pero que lo sepan que yo, sólo por escribir estas sandeces, ya me puse de mejor humor y como hoy es viernes, pienso darle muy buenos usos.

lunes, junio 22, 2009

Los pequeños detalles que hacen la vida grande

Sólo la semana pasada:

1. Volver a ver Billy Eliot. ¡Qué película! Es hermoso y emocionante contemplar esta historia sobre lo poderosa que es la vocación individual, alimentada por ese impulso interno de creer que uno puede ser y hacer muchas cosas que el universo pareciera decirte que no son para ti. Una artística descripción de las etiquetas sociales, de lo que socialmente está bien y lo que está mal, aunque falten razones para hacer esa maniquea clasificación. Todo esto aderezado con una fotografía exquisita, actuaciones cuidadas y bellísimas coreografías, que uno que es tieso debe siempre evitar en aras de mantener el frágil equilibrio estético del mundo (lo digo sólo por mí).

2. Ver la película Into the Wild (Sean Penn, 2007). Una magnífica historia sobre el individualismo, la anarquía, Alaska, la familia y los demás. Basada en la vida (real) de Christopher McCandless. Y no cuento nada porque la única manera de entender su argumento es leer el libro o ver la película detenidamente.

3. Presidir la ceremonia de celebración del matrimonio de dos de mis mejores amigos, Roberto y Azuvia. Fue no sólo un honor (y un enorme reto que me trajo nervioso como tres semanas) sino también una fuente enorme de satisfacción. Una celebración hermosa, sui generis y, sobre todo, muy gozada por todos los que asistimos a conmemorar tan importante acontecimiento.

4. Desayunar el domingo un bagel de paté de aceitunas negras en una terraza del barrio antiguo de Coyoacán, platicando todo lo a gusto que se puede con una de mis mejores amigas.

5. Dormirme temprano después de un fin de semana agitado, festivo, alocado... y despertar contento de que inicia otra semana y que la vida no se agota fácilmente, porque la literatura es abundante, el mundo inmenso, el arte profundísimo, el cine es un recurso renovable; y los afectos son cercanos, muchos en cantidad pero mucho más en calidad.

martes, junio 16, 2009

Senderos que nunca se bifurcan...

Es curioso cómo uno puede hacerse visitante de la propia ciudad en la que vive. Somos tan afectos a las rutinas que aunque no vivamos en un lugar muy grande pueden pasar años sin acudir a un lugar que nos gusta, pero cuya visita posponemos por la extraña razón de que siempre ahí, cerquita pero distante.

Antier, el domingo, fui con unos amigos a una exposición internacional que estaba instalada sobre el Paseo de la Reforma. Esta calle, que es la más emblemática de la ciudad de México, me hizo recordar cuánto me gusta caminar e inspiró esta lista, sobre algunas calles de la ciudad de México. Esta lista pretende homenajear los senderos que tienen un toque especial y que hacen que queramos recorrerlos una y otra vez, por una razón o por la otra. Más o menos están en el orden de cuánto me gustan, pero en realidad se equivocan los economistas neoclásicos cuando asumen que podemos ordenar de manera exhaustiva nuestras preferencias (hacer caso omiso a este comentario, es de una ñoñez extrema...). Aquí va, pues, la lista:

1. Calle Francisco Sosa. Ubicada en el centro de Coyoacán, esta calle empedrada y angosta, rodeada de árboles inmensos que, en ambos lados del sendero, rompen las banquetas con sus imponentes raices, uniendo sus ramas en el cielo, formando un hermoso techo para un pueblo antiguo que más temprano que tarde terminó siendo absorbido por la gran Ciudad de México. Sobre Farncisco Sosa se pueden encontrar muchas construcciones coloniales, entre ellas, una pequeña capilla junto a un canal, una placita con iglesia incluida y un convento en el que los franciscanos plantaron los primeros árboles de naranja en el continente americano. Lo que más me gusta de esta calle es la serenidad pueblerina que se refleja en sus anchas bardas, sobre las que se asoman jardines de antaño, o los barrotes de las alargadas ventanas. Conduce de Avenida Universidad hasta la placita de Coyoacán (la de los coyotes), frente a la cual venden unos bagels de paté de aceituna negra, que son mi perdición.

2. El Paseo de la Reforma. En particular el área de monumentos ubicada entre las colonias Juárez y Cuauhtémoc, barrios en los que vivían las familias bien de la dictadura porfirista. Es una calle con amplios andadores a cada lado del camellón central, los cuales tienen muy cuidados jardines que se adornan con las flores de la temporada. Este Paseo tiene los monumentos más simbólicos de la ciudad, como el Ángel de la Independencia, la Diana Cazadora, el Cuauhtémoc y el monumento a la Palma (supongo que es monumento) frente a la Bolsa de Valores. Me gusta mucho de esta calle que refleja la historia de la ciudad y sus intentos de grandeur, desde que fue concebida por el emperador Maximiliano, emulando Champs Elysées de París, para conectar el Castillo de Chapultepec con el Palacio Nacional, en el Zócalo. Tiene un aire cosmopolita por los altos edificios y los turistas extranjeros que siempre la recorren. Ha sido ampliada en varias ocasiones, por lo que ahora conecta el área de Santa Fe (poniente) con la Basílica de Gudalupe (norte).

3. Calle Ámsterdam. En el barrio de La Condesa, es una calle completamente circular que fue originalmente la pista de un hipódromo, propiedad de una condesa, jeje. Tiene un andador central completamente rodeado de árboles, en los cuales los residentes de esta colonia pasean a sus perros de razas exóticas. Se trata de la calle más emblemática del barrio más trendy de la ciudad, por lo que está lleno de cafés y restaurantes con terrazas, así como boutiques de diseño, y está llena de bellas construcciones estilo Art Decó. La calle encierra con su circunferencia al Parque México, por lo que le sobra vegetación (y perros de razas exóticas). Me gusta mucho el ambiente contemporáneo y dinámico a la vez que relajado, de esta calle que no conduce a ningún lado por su forma curiosametne circular, en la que siempre es agradable irse a echar un cafecito o una copa.

4. Calle Presidente Masaryk. En la colonia Polanco es la tradicional calle para hacer windows shopping, porque ahí se concentra la mayor cantidad de tiendas de diseñador y joyerías de precios prohibitivos de la ciudad. Tiene también un camellón central arbolado y está rodeada a ambos lados por las boutiques más prestigiosas del mundo y elegantes restaurantes. Es muy agradable ir a ver lo que no puedes comprar, o meterte a Zara a quitarte esa mala impresión. Siendo el área más chic de la ciudad, me gusta por ser el símbolo vibrante del lado más bonito del capitalismo y la injusta distribución de la riqueza de nuestro país.

5. Calle Álvaro Obregón. Atravieza la Colonia Roma, con un amplio andador central adornado con fuentes y estatuas de estilo renacentista. La calle está rodeada de casonas de la época posrevolucionario (primera mitad del siglo XX) y su nombre lo obtuvo por encontrarse ahí la casa de este prócer de la Revolución Mexicana. Cuenta con varios restaurantes y bares a sus costados, destacando la Casa Lamm que es un centro cultural y galería, que es un espacio infaltable para cualquier esnob intelectual. Es muy agradable también perderse en las calles subyacentes para contemplar las hermosas casonas que las pueblan.

6. Avenida 5 de mayo. En pleno Centro Histórico esta calle conecta el hermoso parque de la Alameda Central y el Palacio de Bellas Artes con la Catedral Metropolitana que preside el Zócalo capitalino. Los hermosos edificios coloniales y del siglo XIX que abundan sobre esta calle, son una excelente muestra de la parte más antigua de la ciudad y a partir de la cual se concibió su expansión. Me gusta mucho por contemplar el folklor mexicano y recorrer las calles peatonales que la atraviezan, escuchando a los organilleros tocar las canciones más tradicionales de la música mexicana, acercándome a muchos de los museos más importantes del país.

7. Calle Virreyes. En las Lomas de Chapultepec esta calle es muy bonita por las enormes mansiones que se pueden contemplar (o imaginar detrás de sus imponentes bardas), que reflejan estilos arquitectónicos de muy distintas épocas, pero que sobresalen las casonas estilo California (Spanish Colonial es el término en inglés) muy representativas de Beverly Hills.

8. Plaza de San Jacinto. En el barrio de San Ángel, al sur de la ciudad, que también era un pueblito que fue absorbido posteriormente por la ciudad. El tranquilo ambiente de sus calles empedradas, con construcciones coloniales alternadas con casonas de estilo mexicano contemporáneo, son un deleite para todos los sentidos. Me gusta porque si las recorres, especialmente en la noche, pareciera transportarte en el tiempo a alguna noche fresca del período colonial en el que se podría escuchar a un dolido enamorado una serenata para alguna señorita Epinoza de los Monteros, comprometida en matrimonio con un hombre rico y feo, al que ella detesta. Bueno, eso o el bazar de artesanías y pintura de los sábados que es menos intenso que la serenata del dolido enamorado.

9. Avenida de los Insurgentes, a la altura del área del Pedregal, donde se pueden ver construcción icónicas de la ciudad, como la Biblioteca Central, la Rectoría de la UNAM y el Estadio Olímpico, estado de Los Pumas, con los bajorrelieves de Diego Rivera. Insurgentes es una de las avenidas más largas del mundo y atravieza a la ciudad de México de sur a norte, conectando las salidas a Cuernavaca y a Pachuca, resepectivamente. Cruza la Ciudad Universitaria, por lo que está rodeada de bosques sembrados de facultades, laboratorios y centros culturales y deportivos. Me gusta porque se siente una atmósfera muy pura y porque atravieza un recinto que fue decarado recientemente Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

10. Avenida Miraflores. En la colonia del Valle. Esta calle de cortísima duración es bellísima por las casas de los años cuarenta y cincuenta de una colonia tradicional de clase media alta de la ciudad. Me gusta porque es parte del camino para ir a mi casa y en un pequeño rato en el que me puedo solazar del tráfico infernal y distraer mi mirada en paredes que no pueden contar las innumerables historias familiares de las que les habrá tocado ser testigos, para fortuna del concepto tradicional de familia mexicana, de las que se ven en las fotos, sonrientes todos frente a elaboradas portales labrados en cantera, independientemente de lo que tuviera que ocultarse bajo la sonrisa perfecta y una irrenunciable apariencia de familia decente.

Pensando y contemplando esas cosas me entretengo en esta ciudad de calles hermosas.

miércoles, junio 10, 2009

La tragedia

Hay acontecimientos que me resulta muy difícil procesar. El fallecimiento súbito de 44 niños en el incendio en una guardería de mi ciudad me tiene inquieto desde que ocurrió. Casualmente, este fin de semana estuve en Sonora para celebrar con mucha alegría la graduación de mi hermano, culmen de una carrera realizada con un número honroso de sacrificios. La alegría de estar con mi familia y con mis amigos se vio, sin embargo, afectada por el pensamiento recurrente en el dolor que padecieron los fallecidos y el que seguirán soportando los que están recuperándose de las quemaduras. Y, de manera muy especial, el dolor impotente de las familias que han perdido a sus hijos, y con ellos todas las ilusiones de una vida truncada desde el inicio. La ausencia de los seres que amamos es uno de los sentimientos que más profundamente nos calan y ahí radica, junto con el dolor físico de la recuperación, la intensidad de la tragedia humana que conlleva el incendio de la guardería ABC.

Un evento de esta naturaleza hace colapsar a las familias de los afectados pero, además, desmoraliza a toda la sociedad. En nuestra indignación queremos buscar culpables y para sentir que algo se ha hecho, queremos verlos en la cárcel. Sin embargo, la asignación de culpas es muy complicada en este caso, tanto desde el punto de vista legal como desde el político. Además de los dueños del establecimiento, hay autoridades de los tres gobiernos a los que podemos voltear y exigirles cuentas, pero en los tres casos son culpas por omisión, por lo que debieron haber hecho y que no hicieron.

Las guarderías del Seguro Social que son concesionadas a particulares y que no cumplen con estándares estrictos de seguridad (lo cual parece un mal juego de palabras) es imputable a la autoridad federal. La protección civil preventiva, que debe garantizar que en todos los lugares de amplio acceso y uso público existan las condiciones mínimas de seguridad en instalaciones, sistemas de alarma, capacitación y rutas de evacuación apropiadas, etcétera, son cuestiones que atienden tanto la autoridad estatal como la municipal. Las inspecciones que dicta la normativa habían sido hechas con toda oportunidad, por lo que debemos preguntarnos si no hace falta ser más estrictos, tomarse más en serio la prevención, especialmente en lugares en los que se atienden a niños muy pequeños, muchos de ellos bebés, que no tuvieron la posibilidad de responder por sí mismos para salvarse del accidente.

Si seguimos buscando culpas, las podemos encontrar hasta en ese rasgo cultural de nuestra sociedad llamado "mexicanada", que refiere a arreglar las cosas de manera provisional y sin muchos requisitos mientras "saque del apuro". Porque muchos accidentes ocurren justamente porque estamos acostumbrados a "salir del paso" sin preocuparnos mucho por las posibles consecuencias de nuestro "valemadrismo". Tantas palabras entrecomilladas que dan cuenta de una falta de formalidad en nuestras acciones y que terminan desencadenando problemas que podrían haber sido evitados si todos fuéramos más cuidadosos.

Lo mejor que podría salir de este desafortunado accidente es una reflexión social sobre la importancia de la prevención y una respuesta gubernamental seria para elevar las normas de calidad y seguridad no sólo de las guarderías, sino también de las escuelas y lugares de esparcimiento (en los que ya ha habido accidentes fatídicos). Es también el momento para revisar con un ojo estricto la laxitud con la que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ha subrogado guarderías para que sean manejadas por particulares, pero que tienen instalaciones completamente inapropiadas para ese uso, como la bodega (una bodega compartida, ¡por Dios!)en la que se encuentra la guardería ABC, crítica que ya se había hecho desde 2005 al IMSS. Y, aún más, la Secretaría de Desarrollo Social implementó recientemente un programa parecido para ayudar a las mamás que trabajan provenientes de sectores marginales de la sociedad, pero que ha generado guarderías aún más deficientes que las del IMSS. Se trata de la vida, salud e integridad de los hijos de los que tienen o quieren trabajar, por lo que no es un asunto menor.

La red de influencias que se ha puesto de manifiesto entre los dueños de la guardería en cuestión y las autoridades locales y municipales, así como con el PRI - partido que gobierna Sonora - y, de manera más indirecta, con la esposa del Presidente de la República no es algo que nos extrañe. No he escuchado de ninguna conexión directa entre esa red de influencias y las causas del accidente; sin embargo, preocupa la posibilidad de una asignación justa de las responsabilidades cuando los actores del Estado están involucrados con los que podrían ser juzgados responsables. Pero, sobre todo, molesta que la laxitud en las normas de seguridad podría haberse debido a no molestar al cuñado, al hermano, a la esposa, o a la tía de no sé quién con apellido que suena a poder. Ese es el México del que queremos deshacernos; no queremos un Sonora en el que el apodo -bastante justificado por la acumulación de poder que ha logrado- del Gobernador es "el Rey"; ni un Hermosillo en el que haya niños quemándose por otra cosa que no sea el sol ardiente que nos hace quejarnos cada verano, pero del que, en el fondo, estamos muy orgullosos porque nos ayuda a definir nuestra identidad.

Hagamos todos lo que podamos para cambiar esas realidades inconcebibles, pensando en todos esos niños que fallecieron por esa larga y compleja red de omisiones y de culpas. Para que no se repita, en cada uno de nuestros actos responsables desde la trinchera en la que nos encontremos escuchemos calladamente la voz de nuestra conciencia diciendo "para que no se repita". Actuando así podremos finalmente lograr una sociedad mejor construida, sobre la base de nuestros pequeños actos, de nuestros pequeños actos bien hechos, para que nunca se repita una causa de dolor tan grande.

In memoriam.

martes, junio 02, 2009

Wolverine...

Entre mis personajes de historieta favoritos se encuentran en un lugar muy especial los X-Men. Los hombres X, los incatalogables, los mutantes, los diferentes. En particular, me han gustado las películas que han hecho sobre estos personajes, con excelentes efectos visuales, muy buenas historias qué contar e, inclusive, temas de reflexión que van más allá del disfrute de una película ligera mientras comes palomitas de maíz (o, bueno, si nada más te quieres quedar con eso, también te lo permiten).

Los X-Men son, como algunos sabrán, mutantes (con mutaciones muy estéticas y bien logradas, hay que decir, pero ya habíamos podido ver otras mutaciones menos agraciadas en el Jorobado de Notre Dame). Y, de acuerdo a mi interpretación, el punto central de las historias es la reacción que genera en la sociedad todo aquello que es diferente. La amenaza que representa contemplar lo que se sale de lo socialmente aceptado como normal. Y la manera en la que pueden convivir armoniosamente grupos de humanos con características diferentes. No es necesariamente una analogía de todas las minorías - porque son seres más poderosos que el promedio - sino la asimilación en el agregado de nuestra sociedad de diferentes maneras de evolucionar que tienen que seguir coexistiendo. Todo esto, no hace falta aclarar, con fines de entretenimiento y entre maravillosas secuencias de acción y escenas de fantasía.

El rechazo que siente la humanidad contra los mutantes genera, a su vez, diferentes reacciones entre éstos. Mientras uno trata de cortar sus alas de ángel para que su papá no se avergüence de él, otros tratan de formar ejércitos de resistencia o con fines de dominación mundial, usando armas tan sui generis como la telequinesis (mover objetos con la mente), o escamas en la piel que te permiten tomar la forma de cualquier persona (con el provecho que se le podría sacar a este poder), hasta tener fuerza descomunal y garras de un metal extraterrestre en un cuerpo que sana casi de inmediato de cualquier herida (ideal para hipoconodriacos). Pero la respuesta de casi todos está motivada justamente por el rechazo que sintieron al ser considerados fenómenos de la naturaleza (y no con la mejor de las intenciones).

Este punto de los X-Men me parece muy valioso: aunque las condiciones en las que vivimos determinan una parte de nuestro comportamiento, siempre hay un espacio en el que cada persona decide actuar de una u otra manera ante esos estímulos sociales. Aunque es mayor la posibilidad de que un delincuente haya salido de familias desintegradas, con violencia doméstica, en barrios marginales de la ciudad, de esos mismos lugares sale gente honesta, trabajadora, dedicada a su familia y, en algunos casos, se convierten en los mejores exponentes de su tipo, superando a competidores que vivieron bajo condiciones sociales mucho menos adversas.

Siempre queda, entonces, ese espacio sagrado en el que cada quien es forjador de su destino. Ni el sistema social, ni el llamado "destino", ni ninguna fuerza sobrenatural manejan nuestro comportamiento, porque al final la Persona conserva un margen de decisión. Debe de ser que he visto muchas películas, pero me encanta la idea de que el lado oscuro de la fuerza no es la única opción que tenemos los súperheroes (¡Uy, me perdí! Jeje).

Wolverine no me gustó tanto como las películas anteriores; me parece, de hecho, que debe de ser otro equipo de producción porque no hay continuidad ni homogeneidad con el estilo de los filmes previos. Los efectos visuales tienen también mucho menor calidad y la historia es bastante deficiente. Así que ayer por la noche que fui a verla, me tuve que dedicar sólo a comer las palomitas y la soda, dejando para hoy la reflexión de porqué las otras películas me dejaban emocionado. El resultado es esta entrada al blog, que bien podría hacer pensar erróneamente a algunos que llevaba encima sustancias psicotrópicas para poder volar a esas alturas, en vez de quedarme cómodamente sentado en el sillón del cine, comiendo palomitas, como hago normalmente.