viernes, enero 28, 2005

El nevado paraje que me sustenta.

No cabe duda que las sensaciones son relativas. Ya van como cinco veces que me convenzo de haber conocido de verdad el frîo. Y cada vez la temperatura baja mâs para que me dé cuenta que siempre puede ser peor. Lo bueno es que lo que inicialmente me parecîa frîo ahora me parece un clima del todo dulce.

El miércoles tenîa clases en el colegio, que es como a 800 metros de donde vivo. Nunca me pareciô mâs lejos. Habîa una tormenta de nieve que habiâ empezado el domingo por la noche y que no terminô hasta ayer jueves por la tarde. Pero de esas tormentas de Heidy en los pirineos, que la nieve te dobla. Ahora pasô la tormenta pero sigue nevando. Bueno, el caso es que no solamente estâbamos a -11°C, que ya es horrible, sino que habîa que agregarle un viento muy fuerte que traîa suspendidas partîculas de nieve que te golpean la cara y las sientes como pequeñas brazas, porque es como si te quemaran. Ademâs, para ir caminando tienes que ir buscando el camino por donde otros hayan pisado, porque de lo contrario hay veces que te llega la nieve a salvas sean las partes y es algo horrible. Finalmente, llegué al Colegio, con las pestañas blancas de las estalactitas que se me habîan formado que no podîa ni abrir los ojos. Ademâs, el vapor que me cubrîa los lentes se congelô, asî que no podîa limpiarlos, hasta que los lavé con agua caliente.

Ayer fui a casa de unos profesores con quienes me llevo muy bien. Ella es una andaluza maestra de español en el Colegio y él, profesor de matemâticas en el Liceo. Pues resultô que tenîan un burro moribundo en un terreno a un lado de St Flour. Parece ser que era una infecciôn, y que para bajarse la calentura los dichosos burros se acuestan en la nieve y terminan por morirse congelados, por eso hay que estar pendientes de ellos. Yo los entiendo: con ese frîo y al aire libre por mâs peludos que estân los burros aquî morirse parece la mejor soluciôn para dejar de sufrir las inclemencias del tiempo. Pues a las ocho de la noche y con -10°C andaba este huasabeño que soy en despoblado, revisando burros moribundos ajenos. Y eso no fue lo peor, sino que mi inexperiencia para caminar en la nieve me hizo caer bonitamente dos veces, sî, hasta el suelo. No es nada agradable porque se te enfrîa desde los talones hasta la espalda, pero afortunadamente no me golpeé nada que lamente, excepto las manos que no me dolieron por el golpe sino por lo frîo del hielo que causô mi deslizamiento.

Bueno, ya no quiero agobiarlos con mis quejumbrosas crônicas de las consecuencias de vivir en un bello pueblecito todo nevado, que desde dentro de la ventana se ve precioso, mientras no se te ocurra salir ni un momento. También tiene sus ventajas, porque cancelaron las clases jueves y viernes, asî que me pude dedicar con mâs tiempo a escribir mis reportes y a leer el Quijote, que me resisto a acabar, pero que solo me quedan unas pâginas de aventuras mâs graciosas que mis caîdas en la nieve. Ya me quedan solo dos semanas para salir de vacaciones, ya les contaré mâs delante en dônde pienso pasârmelas, porque de que me urge salir de Saint-Flour, duda no cabe. Un abrazo de monito de nieve para todos.

martes, enero 25, 2005

No fue mi intención

De verdad no fue mi intenciôn. No importa que el ente fuera peor de lo que es yo no serîa capaz de hacerle semejante cosa. No corre por mis venas tanta maldad. Sé perfectamente que él debe sufrir mucho siendo como es. No tendrîa yo porqué pensar en darle un castigo cuando es evidente su infelicidad.

Me levantan a las seis y media de la mañana unos toquidos de la puerta que parecîan si no desesperados, sî enojados, alternados con el sonido del timbre, cuyo timbre es algo molesto. Ya el hecho de que toquen a mi puerta en este departamento y lugar apartado en el que vivo es bastante raro, pero que lo hagan a esta hora, me pareciô tan extraño que sin atinar a peinarme los cabellos me levanté a abrir. "Ouiiiii" digo con la voz de ultratumba con la que me levanto. "Madame Zuppino" responde la voz. Mme. Zuppino es la autoridad mâxima del establecimiento escolar en el que trabajo y vive en el piso de abajo del mismo edificio. Abro la puerta y a su lado estâ el ente. "Durmiô en el pasillo" me dice la directora con una mirada que aunque yo no traîa lentes alcancé a ver que me atravezaba. "Y tu llave" le pregunto. "Intenté abrir pero no funcionaba y te toqué y soné el timbre y no abriste" me dice el ente con su acostumbrada cara de pocos amigos y con un tono acusativo. Lo vuelve a intentar para probarle a la directora que no servîa. Efectivamente no servîa. La causa fue que mi llave estaba pegada dentro y por eso no abriô su llave. Resultaba ser mi culpa que el ente hubiera dormido como vagabundo en el pasillo, pegado a la calefacciôn. Yo ni sabîa que estando dentro mi llave la de él no servirîa, ni tampoco me habîa dado cuenta que la habîa dejado pegada. "Quiero verlos a los dos en mi oficina a las ocho y media" nos dice la directora con un ânimo que me dan escalofrîos nada mâs de acordarme. "¿En qué oficina?" pregunta el ente. "¿En qué oficina va a ser? pues en la mîa!" le responde la directora con una resequedad peor que la del desierto de Atacama.

Me disculpo con el ente y me dice "c'est pas grave" con su francés bastante peor que el mîo. Me voy a acostar y aunque sé perfectamente que no es mi culpa, me siento mal por la situaciôn. Me asaltan muchos temores sobre la reuniôn que iba a tener lugar en dos horas. Nunca habîa visto a Mme. Zuppino enojada. Juro que no es agradable. Hago hipôtesis sobre el castigo que nos impondrîa y recuerdo el sentimiento de estar en la secundaria y hacer una travesura que resulta descubierta. O como cuando en sexto de primaria hicimos una estrategia para que todo el grupo pudiera copiarme la secciôn de paréntesis del examen de historia, sobre la Revoluciôn Mexicana. En esta ocasiôn mi extremada indiscreciôn fue perfectamente observada por el profesor que se dio cuenta de cômo entregué al primero de cada fila su respectivo papelito con las respuestas. Dichos papelitos debîan ser pasados hasta el ûltimo compañero de la fila. Las cosas no pasaron bien. El maestro tomô todos los exâmenes y los rompiô poniéndonos un igualitario 5, que serîa la peor mâcula que mi boleta de calificaciones hubiera experimentado, a no ser porque lo promediô con otro examen. Bueno, mi estômago se sentîa igual que en esa ocasiôn. Me hacîa sentir peor pensar que ya habîa terminado la universidad y siguiera sintiendo esas irracionales emociones.

Se llegô la hora de bajar a la direcciôn y el ente seguîa dormido. Toqué a su puerta varias veces y no respondiô. Bajé yo solo para ver si ya estaba abajo y me encontré a la directora que cuando no vio al ente se enojô mâs. Subî otra vez a buscarlo y le toqué su puerta hasta que lo desperté. Entramos a la oficina y nos interrogô sobre qué habîa pasado. A mî sôlo me preguntô si no habîa escuchado. Yo respondî que no tal como habîa pasado. Pero segûn el ente él llegô a las once de la noche y a esas horas yo todavîa estaba despierto leyendo. Por no complicar mâs las cosas no comenté ese punto. Mme. Zuppino se olvidô de mî y tornô a regañar al ente por no haber aceptado dormir en el departamento de enseguida, cuya inquilina le habîa ofrecido una habitaciôn o por no haber tocado a su puerta para no tener que dormir como "S.D.F.", o sea, vagabundo, en el pasillo. Que no querîa que volviera ocurrir una situaciôn parecida. Punto final de la reuniôn.

Salî y me sentî liberado de la aprehensiôn que oprimîa mi estômago, esôfago y parte del intestino delgado. Nunca fue mi intenciôn: la noche estaba tan frîa.

jueves, enero 20, 2005

Visiones crepusculares

Caminaba por entre las nubes del crepûsculo y todas eran de colores que mi ojo nunca habîa visto y que no puedo alcanzar a describir, ni siquiera puedo recordarlos con precisiôn. Sôlo sé que los vi y que no podîa siquiera contener la emociôn de estar ahî. Sé que de mis ojos rodaron gruesas gotas de algo que parecîa mercurio y cuando por su peso llegaron hasta la nube que pisaba, formaban figuras de formas caprichosas, como de divinidades de la mitologîa nôrdica. Creî estar soñando pero aquello era tan real que la duda no pudo contener los sentimientos que me producîan el contemplar las maravillas que se descubrîan a mi vista. Ocupados estaban mis pensamientos en el deleite que me producîan el descubrir a cada paso doradas hadas, simpâticos duendes y elfos de una hermosura que nunca mis palabras osarîan intentar describir, por no afrentarlos con la limitaciôn de mi lenguaje que tan poco favor podrîa hacerles, por mâs que yo esforzara mi intelecto. Fue entones que vi acercarse al sîmbolo mâs puro de la belleza que los siglos han podido imaginar. "He venido para ser tu guarda", me dijo el unicornio, en una lengua arcana. "¿Por qué piensas que necesito de tu vigilancia?", le respondî en la misma lengua, mâs sorpendido de poder yo hablarla como de la situaciôn en la que me encontraba. "En la belleza es donde se encuentran escondidos los mâs grandes peligros" se contentô en decirme y me subiô sobre sus espaldas, sin mâs montura que el delicado pelaje blanco y sedoso que le cubrîa. Nunca me ha abandonado y juro a Dios que me ha salvado un tal nûmero de veces de perder esta vida que llevo que no puede mi mente retener tantos mortales episodios de encantadoras sirenas o de flechas tiradas por el brazo de Diana y dirigidas a matar lo que hay de vivo en mî. Creî errôneamente que salir de aquel lugar que parecîa existir sôlo en la imaginaciôn de los hombres era sôlo que mi voluntad asî lo dispusiese. Pero como la propia humanidad no ha podido librarse de esas ideas que aûn la esclavizan, yo mismo quedé encerrado en ese mundo que ahora me resulta abominable y que antes tanto me maravillô.

martes, enero 18, 2005

Muñeca fea

"Escondida tras los rincones,
temerosa que alguien la vea,
platicaba con los ratones
la pobre muñeca fea.

Su bracito ya se le rompió,
su carita está llena de hollín
y al saberse olvidada lloró
lagrimitas de aserrín.

Muñequita, le dijo el ratôn,
ya no llores tontita
no tienes razôn.
Tus amigos no son los del mundo
porque te olvidaron
en este rincôn.

Nosotros no somos asî.
Te quiere la escoba y el recogedor,
te quiere el plumero y el sacudidor,
te quiere la araña y el viejo veliz,
también yo te quiero y te quiero feliz."

Francisco Gabilondo Soler.
A veces es bueno recordar. Insisto, sôlo a veces.

viernes, enero 14, 2005

El español de Cervantes.

Me parece paradôjico que se use la frase "el español de Cervantes" para referirse a una persona que habla de manera elegante y cultivada; y, al mismo tiempo, se considere de lo mâs vulgar que alguien diga "dijistes", "hablastes", "ansina es", "yo lo vide", etcétera. Porque, finalmente, estas palabras son parte del español de Cervantes y aparecen en la mâs célebre obra que se haya escrito en lengua española: Don Quijote de la Mancha. Asî, decidî escribir esto con la idea de denunciar la ambigüedad de la frase "usar el español de Cervantes" y poder decidir si hacerlo es denostativo o digno de alabanza.

Con motivo del cuarto centenario de la publicaciôn de El Quijote y a iniciativa de Roberto, mi amigo letrado, compré una ediciôn conmemorativa del libro que publicô la Real Academia Española, con la firme intenciôn de releerlo, proyecto que para mis deleites ya estoy llevando a cabo. En la primera apariciôn de un verbo terminado en "-stes", aparece una nota al pie de pâgina aclarando que, en el tiempo de Cervantes, se usaba esa terminaciôn en vez del "-stéis" para el pronombre vosotros. Sin embargo, esa conjugaciôn correspondîa no al pronombre vosotros, sino a la segunda persona del singular, o sea, 'tú' en pretérito. Mâs adelantado en la lectura del libro he ido descubriendo muchas palabras y expresiones que se encuentran en total desuso entre las clases "educadas", pero que se usan en México, por ejemplo, entre los indîgenas o clases mâs bajas.

Parece ser y me resulta interesante que, justamente, sean las clases mâs bajas las que conserven palabras y expresiones mâs antiguas. Y no estoy por el conservadurismo de la lengua, creo que es un fenômeno normal (sin juzgar sobre su deseabilidad) que el habla vaya cambiando y se vayan remplazando unas expresiones por otras y se añadan palabras originales de otros idiomas. Sin embargo, también creo que son dignas de respeto las formas de expresiôn auténticas de los distintos grupos y clases sociales. Sobre todo, es loable la utilizaciôn genuina de arcaísmos que junto con las palabras mâs nuevas de nuestro idioma, no hacen mâs que enriquecerlo (gracias, Roberto, por recordarme 'arcaísmo' que estaba almacenada en el archivo muerto de mi mente y no hubiera salido de ahî sin tu ayuda).

También he encontrado en el texto muchas palabras y expresiones que escuchaba decir a mi abuela y que entiendo perfectamente por esa razôn, pero que nunca uso ni he vuelto a escuchar. Entonces, me invade la nostalgia, inevitable compañera de toda mi vida, y el Quijote me ofrece otro aspecto enriquecedor, de los muchos que ya me habîa ofrecido.

Es claro también que usar el español de Cervantes implica mucho mâs que el empleo de sus palabras, sino la forma profusa en la que él usa y recrea la lengua española, dotândola con su genialidad de una elegancia muy difîcil de superar o, siquiera, de igualar.

Los invito a leer el Quijote, no como pose o como moda, ni siquiera por ser la obra mâs importante y mâs famosa que se ha escrito en nuestra lengua, sino porque es muy divertida e ilustrativa y se ofrece todavîa actual cuando retrata al patético Caballero de la Triste Figura que busca ilusamente devolver la esperanza a una época que parece sin sentido y sin camino trazado, recordando las glorias de tiempo pasado, aunque éstas no hayan jamâs existido.

miércoles, enero 12, 2005

Apellidarse Urbaraga

No tengo problema con ninguna persona que se apellide Urbaraga, de hecho, no conozco a ninguna. Sin embargo, estoy gravemente preocupado por todas las personas que lleven ese apellido. El dîa de hoy inicié la ejecuciôn de un perverso plan, que no daré a conocer sino cuando tenga resultados concretos. Parte de la elaboraciôn de éste consistîa en ponerme en contacto con una persona de nombre XXX Urbaraga, segûn creî escuchar por teléfono a quien me lo decîa. Maldita sea la hora en que intenté escribir ese nombre. Hasta la tinta de la pluma se resistiô a plasmarlo en el papel, o dicho en palabras mâs llanas, se me descompuso la pluma (bolîgrafo) justo cuando necesitaba anotar su direcciôn electrônica y nombre. Y eso que era uno de esos bolîgrafos cuya marca se anuncia con la nunca igualada falsedad de "No sabe fallar". No podrîa enumerar con los dedos de las manos y los pies ni aûn con los cabellos de Medusa las veces que me han fallado esas execrables obras del plâstico que mis muelas han masticado por años y años. Me pasa con ellas algo parecido al complejo de Estocolmo, por mâs que me fastidian las sigo usando. Debe ser por el precio, en realidad, y entonces me pregunto porquê no utilizan un spot basado en su buen precio como criterio y no en su obviamente falsa infalibilidad. Bueno, el asunto de la pluma viene a ser secundario, sôlo que moviô delicadas fibras de mi sensibilidad.

El nombre que debîa anotar y que, de hecho, anoté con la punta del bolîgrafo para al menos marcar una huella en el papel era XXX Urbaraga, segûn se retuvo en mi memoria y su correo electrônico era xxxurbaraga@algo.com. Râpidamente me vine al centro de cômputo e inicié la redacciôn del correo que servirîa para hacer contacto con la susodicha. Justo después de pulsar en el botôn de Enviar, recibo en mi buzôn una cortés notificaciôn de que la direcciôn a la que habîa intentado enviar mi correro no existîa. Bueno, me dije (uso esa interjecciôn tanto en pûblico como en privado), debe ser que lo escribî mal y en vez de ir con la 'b' de "burro", sin agraviar a nadie, va con la 'v' de "vaca", insisto, sin agraviar a nadie. Pues hice otro intento con esta modificaciôn en la direcciôn electrônica. Nulo intento. Fue lo mismo, recibî la misma notificaciôn. Entonces pensé: "debe escribirse con 'h' y con la 'b' original, sî la de bueno, bonito y barato". Fracasé, no solo con la h y la b, sino con la h y la v. Maldito apellido, comencé a gruñir, "¿Qué le costaba apellidarse Pérez o Sânchez o algûn apellido conocido y con ortografîa no dudosa?". De hecho, consulté en los buscadores de Internet poniendo como palabra clave el apellido, con todas sus posibilidades. No encontré nada, ya fuera porque en algunas ocasiones no me diera resultado alguno o, en otras, aparecîan leyendas raras en lenguajes completamente indescifrables en las cuales el apellido en cuestiôn aparecîa tranquilamente como una palabra normal en medio de un enunciado tan indescifrable para mî como los jeroglîficos egipcios antes de la Rosetta.

Revisé la hoja en la que lo habîa "escrito" y mâs bien parecîa que decîa Urbarân. Traté ahora con esta posibilidad. Nada. Cambié la 'b' por 'v', agregué haches, etcétera, mientras empezaba a maldecir el sacrosanto idioma español por tener letras diferentes con sonidos iguales y, peor aûn, tener letras que no tienen sonido, pero quê tonterîa!!!. En todos los casos el resultado era igualmente nulo. Me seguîa apareciendo la notificaciôn que hacîa constar mi fracaso, cada vez que realizaba un nuevo intento.

Pero establecer contacto con esta mujer resulta un paso que no puedo eludir en mi perverso plan. Yo sé que a nadie mâs le importa, pero qué es eso de apellidarse Urbaraga!!! Si seguimos asî en un futuro la gente se apellidarâ Pablitoclavôunclavito o Pepepecaspicapapas y esta es una situaciôn que debe evitarse, para no truncar en el futuro planes perversos como el mîo.

Señores oficiales del Registro Civil, yo los invito a que por causas de utilidad pûblica se supriman todos los apellidos cuya dificultad los haga prohibitivos...

lunes, enero 10, 2005

De paseo en excursiôn.

Vivir en Hermosillo, bien lo sabe Dios, es bonito pero te priva de algunos placeres que puedes disfrutar casi en cualquier parte del mundo. Por ejemplo, hacer una excursiôn o paseo para reencontrarte con la naturaleza, es una opciôn bastante difîcil. Sobre todo porque la naturaleza de los alrededores es bastante espinosa, escasa de sombra y tan abundante en grados centîgrados que se antoja poco recorrerla. Ahora vivo en este pequeño pueblo francés, en medio de montañas. Aquî es el frîo el que te recomienda mâs quedarte en casa que salir a pasear, pero a la vez, los paisajes y pequeños pueblitos de los alrededores te convidan a recorrerlos. Sin olvidar que tampoco hay muchas cosas por hacer, aparte de recorrer el campo. Ademâs, no falta la semana en que algûn conocido te llame para invitarte a alguna excursiôn. Mînimo, una vez por semana te vas a hacer tus caminatas de dos a seis horas. Ya tengo reservados los dos siguientes fines de semana para excursiones. Ayer fui a una también. Estuvo bien porque si bien el inicio fue todo de subida, llegamos a una meseta que era posible de ser caminada y platicada al mismo tiempo con una magnîfica vista de una montaña bastante bonita en la que estâ la estaciôn de esqui mâs famosa de la regiôn. En esas excursiones conoces la profundidad de un paîs. Llegas a caserîos de cuatro casas en las que te recibe un perro ladrando, cual escena de Don Quijote. Eventualmente, puedes platicar con los campesinos cuya lengua materna no es el francés, sino un dialecto llamado Patois, que es mucho mâs similar al español que al francés y que ahora sôlo hablan los viejos que viven en lugares apartados. También pude comer frutas rojas silvestres, como moras, cassis, fresas silvestres o avellanas y nueces y hasta una manzana cercana al estado de descomposiciôn. Y te encuentras en lugares recônditos torres de castillos medievales con enredaderas que entran por una ventana y salen por otra o iglesias que van a cumplir ya un milenio de haber sido construidas y a cada tramo cruces de piedra a orillas del camino que señalan los lugares en los que se hacîan peregrinaciones o que formaron parte del Camino de Santiago y que son testigos de siglos que han contemplado inmôviles e inmutables la historia de la humanidad. No es tan malo vivir en el campo, después de todo, aûn cuando sôlo tengas como opciôn un par de trenes cuando quieres escaparte. Empiezo a entender que a un buen lugar lo hacen mâs las vivencias que los atractivos turîsticos.

viernes, enero 07, 2005

Reporte de año nuevo... Meilleurs voeux!

Un saludo a todos:

Pues como lo prometido es deuda, ahora les escribiré la segunda parte del reporte de mis vacaciones navideñas, con la debida descripciôn de la cena de año nuevo (en esa ocasiôn sî tuve cena digna, no como la hamburguesa con pepsi de la navidad...). De cualquier manera, yo sé que nadie reclamarîa el cumplimiento de esta segunda parte del reporte, pero igual quiero comunicârselos.

Pues una vez habiendo conocido al Andalus, que era la manera en la que los ârabes designaban España y de donde proviene la palabra Andalucîa que fue la regiôn en la que la dominaciôn ârabe durô mâs tiempo y realizô sus obras arquitectônicas mâs impresionantes (el Alcâzar de Sevilla, la Mezquita de Côrdoba y la Alhambra de Granada), era hora aûn contra mi voluntad de regresar a Francia. No porque Francia no tenga sus encantos, claro que los tiene y en abundancia, sino porque el ambiente de esa regiôn del flamenco y de gitanos te invita a vivirla, no sôlo a conocerla.

En Granada tomamos el autobûs que nos llevarîa hasta la ciudad de Montpellier, al sur de Francia, en una regiôn que se llama el Midi. El viaje durô de las once de la mañana hasta las siete de la mañana del dîa siguiente, o sea, 20 horas, que pude sobrellevar gracias a mi natural proclividad a dormir durante los viajes, herencia de los Barcelô que son famosos por su facilidad innata para caer en los brazos de Morfeo. En nuestro viaje de regreso pasamos por Madrid, donde estuvimos atorados en un embotellamiento de trâfico la no despreciable cantidad de 3/4 de hora, despuês por Zaragoza y finalmente por Barcelona, después de la cual me quedé dormido y no puedo dar cuenta de las ciudades que cruzamos. La idea era llegar temprano a Montpellier, conocer un poco la ciudad, que es muy bonita con su parte antigua y su parte moderna, para finalmente continuar con el viaje hasta Avignon durante la tarde. Asî descansâbamos un poco del viaje, para continuar nuestra ruta mâs tarde. La idea en teorîa era maravillosa, hasta que descubrimos que en Montpellier no habîa casilleros para dejar el equipaje y tuvimos que cargar nuestras mochilas durante todo nuestro trayecto turîstico para conocer la ciudad. Sobra aclarar que no es nada glamouroso andar conociendo una ciudad con una mochila nike y un morral êtnico repleto, con dos correas que se vuelven filosas con el peso y menos todavîa si traes 20 horas ininterrumpidas de viaje y hueles justamente a eso: a viaje.

Por la tarde, tomamos el tren rumbo a Avignon, o mejor dicho a un pueblo cercano que se llama L'isle-sur-la-Sorgue (vaya nombrecito, tardas mâs en decirlo que en cruzar el pueblo), en donde vive Rafa Vargas, que espero me disculpe por andar criticando el nombre de su "ciudad" adoptiva. Al dîa siguiente fuimos a conocer Aix-en-Provence, que es una tîpica ciudad francesa del sur, lo cual es bastante honroso. Al dîa siguiente fuimos a conocer Avignon, que es verdaderamente fabulosa, con su Palacio de los Papas, porque hubo algûn tiempo en que la sede de la Iglesia saliô de Roma y se estableciô ahî y se construyô una fortaleza-palacio verdaderamente hermosa. Es un perîodo de la historia éste, bastante complicado, porque tiempo despuês de que el papado se estableciô en Avignon, hubo un perîodo de divisiôn en la Iglesia y habîa a la vez dos papas: uno con sede en Avignon y otro con sede en Roma (lo que se llama el Gran Cisma de Occidente). Bueno, finalmente las cosas se arreglaron y afortunadamente Juan Pablo II no tiene que lidiar ya con ese tipo de problemas.

Ese mismo dîa 31 por la noche, nos fuimos a casa de una profesora de español, amiga de dos asistentes mexicanos que habitan en esa regiôn de Francia, con la cual han hecho gran amistad. Se llama Nicole y se portô de maravilla con nosotros. Pues ella nos habîa invitado a cenar, junto con sus papâs y nos preparô cosas tîpicas de una navidad francesa, con lo cual pudimos reivindicar la ahora despreciada, pero en su tiempo deseada hamburguesa de carne de cordero y pepsi. Verdaramente no comî mâs porque el principio de impenetrabilidad impide que entre mâs materia en un espacio lleno (mi estômago). Es tradicional de esta cena lo que se llama 13 desserts, o 13 postres. No sé porqué serân trece pero me di a la tarea de probarlos todos, despuês de haber ya hartado (es el verbo que define exactamente la manera en que comî) muchos bocadillos de foie gras y de salmôn con queso, filete de pato, puré de castañas y espinacas al gratîn y claro vino tinto y vino blanco. Bueno, he quedado pero como pelôn de hospicio! Con decirles que ya ni pude probar el plato de quesos tradicional que te ofrecen los franceses al terminar la comida o la cena. Pero muy contento de haber pasado en mejores condiciones la cena de año nuevo. Justo en el momento en el que daban las 12 me hablô mi amiga Paola, desde Hermosillo y me dio muchîsima alegrîa. Era como sentirse en casa.

Como a las tres de la mañana cuando ya estaba dormido, me hablaron mi papâ y hermanas, agradecî la llamada como siempre, pero no supe ni qué contesté porque entre que mi voz es incontrolablemente alta y que habîa gente durmiendo en la casa, tratando de no despertar a todos hacîa una voz como de ultratumba y sôlo recuerdo que me preguntaban: ¿pues dônde estâs durmiendo? Y el problema fue que tuve que ir explicando lo mismo a cada uno de mis interlocutores (5 en total).

El dîa primero del año fuimos a pasear por algunos pueblos de la regiôn de la Provenza, en donde se encuentra Avignon y que es una de las regiones mâs bonitas de Francia. Conocimos una ciudad medieval en ruinas que estâ en lo alto de la montaña, que se llama Les Baux, que es verdaderamente un encanto, pero por andar de metiche metiêndome en unas ruinas, me di un cabezazo con una puerta de un tamaño mucho menor que el mîo, que provocô un golpe tan sonoro que cuanto turista se encontraba a los alrededores pudo darse cuenta. Claro que fingî que no me habîa dolido y puse cara digna, pero el nivel de mi autoestima cayô considerablemente mientras me mordîa los labios para aguantarme el dolor sin sobarme la cabeza (que es el gesto mâs humillante cuando te das un golpe). Todavîa me acuerdo de ese sonido de campana hueca que queda resonando por minutos y minutos, mientras me lamentaba de no haberme agachado lo suficiente, porque en realidad iba agachado, pero insisto, no lo suficiente.

Al dîa siguiente por la mañana tomé mi tren en direcciôn a la segunda capital del mundo: Saint-Flour (la primera es Huâsabas) y heme aquî en mi primera semana de clases, bastante contento, pero con dolor de estômago. Deben de ser las secuelas de los trece postres (espero ya haber purgado al menos la mitad, porque no es nada lindo). Les mando un abrazo cordial a todos y los mejores deseos para este año (la frase estâ muy choteada, pero después de haber escrito tanto no se ocurriô nada mejor para despedirme)...

jueves, enero 06, 2005

Blog...

blog: (palabra formada de web_log) a shared on-line journal where people can post diary entries about their personal experiences and hobbies "un diario on-line compartido donde las personas pueden agregar diariamente artîculos sobre sus experiencias personales y pasatiempos"

¿Por qué pienso que a alguien podrîan interesarle mis experiencias personales o mis pasatiempos? Bueno, las cosas no pueden ser tan malas en el mundo de Rafa. Ya me interesan a mî, que las leo y las releo e, inclusive antes de dar a conocer mi blog, ya recibî un comentario. Parece que la red tiene de todo y para todos. Entes perdidos que vagamos por sus rincones a todas horas. No hay duda, si hay gente que busca pornografîa zoofîlica hardcore, habrâ alguien que se entretenga en enterarse de mis experiencias personales y pasatiempos.

Saint-Flour, con neblina.


Aquí estoy en un parque en Saint-Flour, Francia, donde vivo actualmente; la niebla es lo habitual, sonreír no. Posted by Hello

Estocolmo.


Aquí estoy en Estocolmo, que es el lugar más exótico que he conocido. ¿Qué es eso de una sociedad ordenada, donde todos tienen un buen nivel de vida y son tolerantes? Algo demasiado exótico, aún para el siglo XXI. Posted by Hello

Cuentos de la Alhambra...

Ayer soñé con una princesa ârabe preciosa, una mora de sangre dirîan los andaluces refiriéndose no solamente a los ârabes que tanto influyeron en su historia, sino a los actuales habitantes del Oriente Medio y Âfrica del Norte. Ella vivîa cautiva en un exquisito palacio morisco en Granada, en la colina en la que se encuentra la Alhambra.

Su padre mismo la habîa encerrado en el palacio que mandô construir para ese efecto, con el fin de no ser jamâs vista por el ojo de ningûn caballero ni moro ni cristiano que pudiera quedar prendado de su inusitada hermosura. Con esto, decîa el rey, evitarîa atraerse mâs conflictos en su paîs cansado ya de feroces luchas, mientras pensaba que de esta manera su hija serîa solo para él.

Mandô traer a sus mâs sabios astrôlogos y magos, venidos de Egipto y de Palestina para fabricar un encantamiento tan poderoso que no pudiera ser contrarrestado por ningûn humano que habitara el planeta.

Mi sueño no pudo ser mâs que el resultado de leer en la noche anterior Los cuentos de la Alhambra de Washington Irving, en donde se narran con profusiôn todo tipo de leyendas de este género.

Pero el rey moro nada pudo hacer. El mâgico encantamiento que habîa sido cuidadosamente concebido con la sabidurîa acumulada de siglos de culturas amantes de las ciencias oscuras pudo ser franqueado por mi sueño. Y entré al palacio y la vi sentada contemplando su hermoso rostro en una fuente de alabastro, rodeada de naranjos que perfumaban el patio central con sus níveas flores de azahar. Adornaba su cuello un largo collar de finas perlas y sus manos, anillos de diamantes y esmeraldas. Estaba vestida con un vestido de seda blanco y bordadas con hilos de oro figuras florales competîan con la belleza de su portadora, sabiéndose perdidas de antemano. Hasta entonces entendî cômo el amor arrebata todos tus sentidos en el mismo instante en el que conoces a tu ser amado y tus pensamientos se detienen, perdiéndose toda nociôn de tiempo y espacio.

Por un momento creî que ella no podrîa verme, pero seguida del canto de un ruiseñor, su mirada se alzô hacia mî y el contorno de sus ojos cambiô lentamente y me hizo saber con ellos que mi amor era correspondido. No compartîamos época, patria, linaje ni religiôn, ni siquiera hablâbamos la misma lengua, pero nos sentimos uno. Y fuimos uno durante un lapso cuya duraciôn me resulta inconmensurable, pero que ahora me parece eterna al mismo tiempo que instantánea. Fue entonces que la alarma del despertador sonô, impidiéndome saber si el rey moro se enterô de que el poderoso encanto que, incestuosamente y con todo cuidado, mandô construir para que su hija no pudiera enamorarse nunca habîa sido roto por un soñador y que ahora su hija recluida en un rincôn de su palacio llora por mî en una dimensiôn que me es del todo extraña.

miércoles, enero 05, 2005

Siestas largas

Hoy comî demasiado, sî, demasiado, al final el estômago me dolîa porque se habîa estirado mâs de lo que debîa. Una consecuencia siempre sigue a esos eventos: duermo demasiado, siestas de horas y horas: en esta ocasiôn sôlo fueron tres horas y media. Y cuando despierto, atolondrado todavîa, empieza el conflicto moral irremediable de haber perdido esas horas de mi vida, de mi juventud y todo eso. Pero es irremediable, no hay nada que pueda hacerse mientras la mâquina del tiempo no sea inventada, puesta a prueba y hecha accesible para pequeños errores como ese. Shit happens! Actually, it happened before the siesta... Me levanté y estaba despeinado, pero sin ânimos para peinarme. Soluciôn: me puse un sombrero y me vine al centro de cômputo a escribir esto. Ya me siento mejor...

Navegar con bandera de tonto...

Hay un juego de palabras que se puede hacer con la palabra 'mexicano' en francés: un "mec-si-con", que al pronunciarse es casi igual que 'mexicain', pero que tiene el nada honroso significado de "tipo tan tonto".

Pues he descubierto que ser extranjero y tonto te puede hacer la vida mucho mâs fâcil, mâs cômoda, pues las personas con las que convives parten de ese hecho y te tratan en consecuencia con toda la bondad que un sub-normal requiere. Asî, inclusive hay veces que empeoro conscientemente mi pronunciaciôn en francés como un efectivo recurso para ser tratado con mâs amabilidad y comprensiôn. Como la ocasiôn en la que olvidé composter (hacer una perforaciôn) al boleto del tren y me subî al vagôn, sin acordarme que es una obligaciôn hacer esto con el boleto antes de subir al tren, con el fin de no poder volver a utilizarlo. Cuando el controlador me indicô que mi boleto no estaba compostado, yo fingî demencia, empeoré mi pronunicaciôn, mentî que acababa de llegar a Francia y el asunto se arreglô y hasta recibî una cara de complascencia de parte del tipo.

Tiene algunas desventajas hacer esto sistemâticamente, porque dejas de esforzarte en seguir aprendiendo y consencuentemente dejas de aprender, pero se te ofrece como una licencia muy oportuna para casos de urgencia. Un saludo, pues, a todos los mecs-si-cons (mexicanos y no).

martes, enero 04, 2005

Être tout seul... (Estar solo)

A pesar de que me gusta escribir, nunca lo he hecho con regularidad. Justo cuando entré a la preparatoria, decidí escribir una novela, !qué fracaso! Para empezar ni siquiera tenía un guión al inicio, el resultado fue sorprendentemente horrible y me hizo conocer mi capacidad creadora de fealdad, que resultó bastante productiva. Cuando lo absurdo de mi proyecto fue evidente, inclusive para el incipiente escritor en el que me quería convertir, aborté la misiôn con la frente muy en bajo. Al entrar a la universidad (de Hermosillo, A.C.) me vi forzado a escribir cuartillas y cuartillas semanalmente. Eran ensayos sobre los libros que leîamos en la clase de Lenguaje, Lectura y Expresiôn, cuyo profesor inicial, aunque execrable, fomentô en mi la capacidad de escribir, cuantitativa mâs que cualitativamente. También los trabajos de investigaciôn que tenîamos que hacer cuatrimestralmente junto con los reportes de lectura y demâs tareas escolares, me ayudaron si no a escribir mejor, por lo menos a hacerlo mâs râpido. Algunos años después, surgiô la iniciativa de mi querido y nunca bien ponderado maestro Ramôn Miranda de hacer una publicaciôn de tipo cultural en la que pudieramos escribir lo que quisiéramos, idea que fue muy bien secundada por Tulio y Roberto y que llevô por nombre El Pasquino. Pues fue finalmente ahî donde empecé a escribir por gusto y con gusto, variando los temas sobre los que escribîa. Pero la etapa en la que mâs he disfrutado escribir es en la que ahora me encuentro, pues vivo actualmente en Francia y je suis tout seul. Estoy solo y creo que esa es la razôn por la que estoy escribiendo. Toda mi vida he hablado porque no me habîan hecho falta los interlocutores, pero ahora solo tengo a la red para desahogar mis comentarios. Asî que escribiré por escribir en este rincôn apartado de ceros y unos...