miércoles, septiembre 27, 2006

Ratos de ociosa introspección

Vicios (Me gustan pero me asustan):
1. Tomar coca-cola,
2. Rascarme la cabeza,
3. Ver Friends,
4. Comer botanas sin tregua hasta que se acaben, aunque ya no tenga hambre.


Obsesiones (pequeños detalles pero que me incomodan sobremanera):
1. Las puertas abiertas,
2. Que haya más de un espacio entre dos palabras,
3. Que mis sobrinos digan "malas palabras",
4. No haber terminado una tarea,
5. Que mi cuarto esté desordenado.

Afecciones (pequeños quereres que hacen mi vida más agradable):
1. Las palomitas de maíz,
2. Mi laptop,
3. El blog,
4. Tener comentarios en mi blog,
5. Los cacahuates japoneses.

Cosas que no me gustan:
1. Los chilangos cuando actúan como chilangos (cuando se les olvida esa pose son muy a todo dar);
2. Las telenovelas,
3. George W. Bush,
5. Los talibanes,
6. Carmen Salinas,
7. La gastritis,
8. La colitis.

viernes, septiembre 22, 2006

México atacado por el vandalismo...

La conocida enciclopedia por Internet, Wikipedia (God bless Wikipedia!!!), es desde hace algunos meses o años, no sé, la enciclopedia con más entradas que haya jamás existido. Tiene la impresionante característica de que cada uno de sus artículo puede ser libremente editado por quienes accedan a él y son escritos por colaboradores voluntarios sentados en sus computadoras alrededor del mundo. Ha sido uno de los últimos éxitos sin precedentes como aplicación de Internet. Ampliamente leída y utilizada. Debido a su tan democrático estilo de edición algunos artículos que resultan muy polémicos o, mejor dicho, que despiertan emociones encontradas de naturaleza poco constructiva eran "vandalizados" con ediciones de muy poca racionalidad y abundantes ofensas. Para evitar esto en Wikipedia acuñaron una política contra el "vandalismo" que restringe a las personas que pueden editar un artículo. Muy pocos artículos tienen esta protección, algunos ejemplos son George W. Bush, Osama Ben Laden, Israel y Palestina. Desagradable sorpresa me he llevado al ver que recientemente el artículo sobre México está en la categoría de protegido a causa de vandalismo. Ni siquiera el artículo de Estados Unidos, cuya política exterior es tan severamente criticada en el mundo tiene esta restricción. En fin, me angustia la curiosidad de saber qué tipo de ataques vandálicos hubo, si fueron también resultado de la absurda confrontación que radicalizó a los mexicanos por los resultados de la elección o si tiene qué ver con la onda de migrantes mexicanos que cada años entran (entramos) a EE.UU. buscando lograr el "sueño americano" o evitar la "pesadilla mexicana". ¿Ustedes qué opinan?

¿Problemas de identidad?

A veces me siento como uno de esos marxistas guadalupanos de los años setentas. Una mezcla de contradicciones aparentemente irreconciliables pero que, de alguna forma, están todas presentes en mi self. Neoliberal deseoso de justicia social, Humanista enamorado de la eficiencia, católico practicante y tolerante, trobador neoinstitucionalista, modernista en el acto, postmodernista en la esencia; chauvinista ciudadano del mundo; estoico para expresarme, extravante para sentir; adorador Kitsch del buen gusto; tan naco pero tan fresa, o al revés; ñoño chic; clásico coqueteando con l'avant-garde. En fin, bien portado, irremediable, nostálgico, entusiasta, simpático, arrogante, hipocondriaco, paranoico, esquizofrénico, un poco de todo, mucho de nada.

sábado, septiembre 16, 2006

El fin de la cultura...

Hace apenas una década Francis Fukuyama soltó la polémica idea de que la historia humana había llegado a su fin (El fin de la historia y el último hombre, 1992). Muy someramente se puede resumir su postura diciendo que la lucha entre ideologías había concluido y ahora la política y economía liberal se habían impuesto en el mundo, tras el fin de la Guerra Fría. Vale la pena aclarar que no estoy de acuerdo con la idea, aunque como de costumbre poco importa.

Esa probablemente innecesaria cápsula cultural era sólo para introducir la idea muy frecuente entre esnobs y egos elevados de que la cultura tampoco tiene nada nuevo que brindar. Que ya sólo asistimos a un reciclaje de lo que ya está hecho o dicho. Ya no más Miguél Ángel, ni Da Vincis, Mozarts o Picassos, ni clásicos del cine, no más Sinatras o The Beatles, ni Louis Armstrong. Debo ser sincero y decir que no sé gran cosa de arte, cine o música. Mis conocimientos son asistemáticos y creo que hasta la categoría amateur me queda grande en esas áreas. Pero algo dentro de mí me dice que la idea del fin de la cultura es terriblemente dogmática. Está basada en la falacia (a la nostalgia) de que antes todo era mejor y el presente es sólo un mala copia en una ruta descendente de calidad cultural. Pero, bueno, es sólo mi impresión. No podría justificarla con más razones de las que ya expuse (creo que fueron como dos, ooops...).

Y detesto el hip hop y el raegetton, pero no puedo negar que como signo de nuestra era tendrán algo que aportar aparte de doradas cadenas de gran tamaño o misoginia, respectivamente. Pero, a la vez, me encanta cada capítulo de Friends, y la música de BeBe y buscar videos caseros en You Tube y después de muchos encontar uno que me saca las lágrimas de la risa y también leer alguna entrada en un blog de alguien cuyo nombre nunca será famoso pero que me deja perplejo por su inteligencia o por su capacidad para decir las cosas. Me emociona pertenecer a este momento de la historia en la que Internet hizo posible (para quienes pueden tener acceso) la "democratización" del conocimiento (wikipedia), de la cultura (you tube), de la literatura (blogger), del contacto interpersonal (messenger), del acceso a productos (amazon), y de prácticamente cualquier sector de la cultura. Porque justamente me encanta que cultura ya no la tienes que escribir con mayúscula, se ha convertido en patrimonio común y la reverencia no va solamente a los que están en el trono en su momento.

Beethoven, Fernando Pessoa*, Schopenhauer, Van Gogh son ahora grandes clásicos de nuestro tiempo y en el que les tocó vivir nadie daba un cinco por ellos. Casi murieron de inanición. Me dan escalofríos de pensar que alguno de mis coetáneos tirado en una banqueta o del que me alejé en una fiesta porque tenía mal aliento y el cabello demasiado grasoso pueda ser dentro de un siglo uno de los grandes de la cultura. Por eso me quedo con mi posición de que la cultura sigue avanzando y trato de disfrutar lo que se me presente (aunque aún con tan buena disposición a veces me enseñan manifestaciones culturales que me dejan con cara de what???, are you kidding me??? pero bueno, que la historia juzgue su pertinencia que la Santa Inquisición y yo no somos amigos)

*Originalmente, en un ataque de dislexia de escritores portugueses, había puesto José Saramago, gracias a la observación de (alguien, gracias) en un comentario, caí en cuenta del error.

jueves, septiembre 14, 2006

Actividades varias, tarjeta enojada...

Miércoles 13 de septiembre,

19:40 Cena en restaurante Etiope (yo no sabía que había "cocina etiope", estaba al tanto de las hambrunas recurrentes que ha vivido ese país, así que lo único que conocía era su no-comida, sus nutrientes omitidos, punto) Obvio, no supe bien que comí, los nombres no me decían nada, pero la mayoría sabía bien. Fue una especie de shock, pagar 20 dólares y no usar cubiertos. Es decir, no me asusta comer con las manos, soy mexicano y nuestra primera lengua es el taco, que también prescinde del tenedor y el cuchillo, pero la comida ya viene dentro de su deliciosa estructura. En este caso no, te daban una especie de tortillas elásticas, muuuuuy elásticas, y esponjosas, como hot cakes, pero con un sabor de escaso a nulo. Con pedazos de ese instrumento y tus deditos (por primera vez valoré a mi dedo gordo, sin el cual ni la comida etiope ni el taco serían posibles) atacas el plato de comida y Dios nos guarde. Muy condimentado, aunque ya estaba suficientemente enchilado con el té de Jengibre que se me ocurrió pedir para agregar exoticidad al evento (ni que me hiciera falta, digo, huasabeño en restaurante etiope, ya no le tienes que agregar nada exótico, una coca-cola hubiera estado bien, pero en fin). Agradable compañía.

22:00 Visita al depa nuevo de mi amigo Basho (estudiante estadounidense de Columbia que estuvo de intercambio el semestre pasado en el CIDE) y su novia Amanda. Ahí, terminé de llenar mi pancita con una brusceta (o como sea que se escriba) y una nostálgica cerveza mexicana: Corona (que, by the way, es la más popular en New York). En México ni siquiera la tomo, lo cual se evidenció cuando debido a su cuello tan delgadito al darle el primer trago hice un desparramo de espuma, que estoy seguro alguien con más experiencia hubiera podido prever. Muy agradable compañía.

Jueves 14 de septiembre,

18:00 Conferencia con Jorge Castañeda en una universidad jesuita en el Lincoln Center (donde está The Metropolian Opera House que no conocía todavía y que ya pude conocer [por fuera] buahhh, bueno, luego que ya me sofistique y pueda pagarlo sin disminuir calorías de mi dieta, les contaré que tal por dentro). Interesantes análisis de las elecciones en México. Agradable compañía.

22:35 Oprimir el boton "Publicar entrada" de mi íntimo confidente y paño de lágrimas entrañable: mi blog.

martes, septiembre 12, 2006

Flash de felicidad.

No sé si a todos nos pase, supongo y espero que sí. Son como pequeños instantes en los que se siente un regocijo sobrecojedor. Es casi algo físico, pero no se puede comparar con ningún otro placer carnal. En realidad, duran muy poco, unos cuantos segundo y se desvanecen dejando una agradable sensación en el pecho por algunos momentos más.Yo los nombre 'estados puros de felicidad', aunque no sé si conceptualmente puedan ser definidos como felicidad. No tienen que ver con ninún estado permanente de satisfacción con el balance positivo de las cosas buenas contra las malas de la vida. Tampoco tienen ninguna causa aparente, no se trata de estar muy emocionado por algo que va a pasar o acaba de pasar. No es como cuando te dan una calificación alta o, al menos, mejor de lo que esperabas (ustedes disculparán la frivolidad del ejemplo, pero estudiante como tengo tantos años de ser, es el primero que me vino en mente). El "estado puro de felicidad" no es pues ni un acto o emoción intelectual o moral. De pronto lo sientes y punto. Ni te los mereces ni te los ganaste, pero respiras hondo y estás seguro que podrías pasar toda la vida experimentándolos, como un orgasmo perpetuo, y todo hubiera valido la pena. Probablemente, si fuera perpetuo o simplemente más duradero (algo así como un Nirvana) no lo apreciaría tanto. No valoraría esa sensación (la mejor que conozco, de hecho) porque no tendría con qué compararla. El caso es que hoy, al salir de clases, a las ocho de la noche y caminando por Broadway rumbo a casa, tuve uno y fue maravilloso. Hacía ya tiempo que no me pasaba. La sonrisa me duró mucho tiempo y, ahora, al recordarlo, todavía se dibuja en mi rostro la sonrisa típica de la satisfacción.

Unos momentos después, estaba tan contento de que me hubiera ocurrido que me vinieron ganas de llorar. Y, entonces sí, mi superego se alzó contra mí y me dijo: "ah, eso sí que no, te permito altas dosis de anormalidad social, pero bipolaridad, ni pensarlo", "o te calmas o te calmo". Y como esquizofrénico consumado le hice caso a mi superego, como si se tratara de otra persona usando una racionalidad a la que yo no tenía acceso en esos momentos de sentimientos encontrados. Pero no se preocupen, no fui yo quien inspiró el guión de Fight Club (David Fincher, 1999) y todavía no estoy tan loco, ni tan excéntrico, ni tan American Psycho. Soy sólo otro ser humano que se debate, como todos, entre la emoción y la razón.

lunes, septiembre 11, 2006

9/11

[I'll write this post in English since I'm trying to practice (and need to) writing in this language. I might not have any English native speaker as reader but still I'm pretty sure that my regular readers will understand my writing, specially because I write like a 6 years old boy, using only the simplest words and ordering sentences in a very basic manner. Plus, it's not Swahili...]

Being in New York the day of the fifth anniversary of the most important terrorist attack in recent history (for its consequences and impact in the international relations and world configurations more than for the number of deaths or economical damage) brought me to make some reflections about that event. I had classes today so I couldn't go to "ground zero" but I didn't really want to. I had been there last week and I experienced very different kinds of feelings: anger, sadness, hope. Instead, I went to Riverside Park. I dwell in a building in, literally, the west end of Manhattan. Think in Manhattan as an island (the fact that it is, actually, an island could help, lol) surrounded in the west by the Hudson River. Well, Riverside Park, as the name suggest, is a park all along the river and it's just across the street from my place. I really enjoy being there and it was a perfect spot to stop by for a while and think about 9/11 (nine eleven stands for "once de septiembre" since dates are written in English first the month and after the day, but also 911 suggest the idea of emergency, since it's the telephone number in the whole United States to ask for help in an emergency).

I spent a nice quality time all by myself (don't think wrong, I wasn't jerking off, lol) looking the sunset with the sun reflecting its last rays of the day in the river (by the way, I don't know the concept of water in your hometowns, but in Sonora we call 'rivers' even the creeks that are completely dry half the year, so rivers like the Hudson in my conceptual framework are easily compared to the open sea). Well... the color of the water was blue in a heavenly sense and the New Jersey's buildings in the opposite side of the river started to turn on the lights like if they were naively smiling to the neighbor State, with no awareness of the new yorker's snobish mockery toward them. Everything looked calm, everything felt calm. I could smell the moist leaves lying on the grass. I could easily listen the wind whispering in the trees wearing their exhuberant summer clothes. So, the moment favoured emotions and some thoughts. I felt happy and self-confident about me and my world but at the same time a kind of uneasiness became an overwhelming sensation when I recalled the images of "ground zero", five years after the terrorist attack killed almost three thousand people (just thinking that amout of people is three times the Huásabas population almost made me feel sick).

September eleventh, 2001, changed the world and not exactly for the good sake of humankind. That day hatred found its sovereign place in a world that just had crossed the exit door of permanent nuclear threat. Cold war was over, but Intolerance war was not. The unbalanced power of countries had found its way to inflict its dreadful reactions to American unilateralism. Others "enemies of God" were also in sight: Madrid and London had to pay their share, too. But there were no States against whom you could adress in an effective way to fight this new war. The international community had to chose some states (preferably in the Middle East: In Oil we trust!!!), and make war to regimes unable to cooperate with the Holy War on Terror. But... mmmhhh... terrorist networks weren't states. They had an independent and, unfortunately, very vigorous life. Terrorist leaders and martyrs lived (and still live) in numerous countries like Afghanistan, Irak, Iran, Siria (and... United States, United Kingdom, France, Germany, Belgium). Not even a world war could resolve it (as if any war could resolve something).

But we still had very supportive huge arms companies that will be very happy with a war that deceives people making them believe that "we are fighting against terror" (by the way, Jesus Christ would be very satisfied with this conservative methodist president of the US that fights violence with violence, I mean, 2 thousand years before he came to preach exactly the opposite, what could make him happier that such a loyal disciple using him in every speech and acting so consistently with the Gospel?). Plus, this huge leader had a people fearing the worst and willing to give away a lot of individual rights and economic prosperity in order to feel safer (it didn't matter that much if the war was that efficient... killing thousand of Arabs was a secondary issue while there were at least a dozen of Osamas between the corpses). Suprise!!! Five years later Osama and several terrorist leaders are still alive, thousands of civilians have been killed, lots of Arabs prisioners have been tortured, United Nations and the international system of conflict resolution are in the most serious credibility crisis that they ever had, security is the main topic in the world agenda replacing human rights, migration, and enviromental questions and, like in the worst of two worlds, people in advanced democracies aren't at all secure of terrorist attacks. Those little things and a couple more meant 9/11. And the hollow that still lays in ground zero is a very painful reminder that every kind of hate takes us away much more that it can give us back.

sábado, septiembre 09, 2006

Escoria urbana

Algo tienen los pichones en Nueva York. Dan miedo. Parecen enfermos. Todo el tiempo con sus plumas desprolijas, alimentándose de la suciedad evidente. Portadores masivos de gérmenes mutados por su exposición constante al caldo de la civilización post-industrial ni siquiera notan ya la presencia del hombre, que parece resultarles indiferente. Probablemente los humanos tampoco noten ya ni su belleza venida a menos ni la amenaza potencial de un picotazo de ave resentida. Quisiera ser sólo observador en el juego autómata de la ciudad de pichones enfermos, pero al pasar junto a ellos no puedo dejar de sentir el escalofrío de un obsesivo-compulsivo que siente latente el contagio de la más nueva pandemia humana que con nula consciencia carga la paloma gris que habita parques e iglesias.

viernes, septiembre 08, 2006

Amante como soy de los estereotipos...

Me encantan los asiáticos y lo disciplinados que saben ser; los hindúes por su amabilidad, aunque no les entienda nada cuando hablen; los africanos por su honesta sonrisa que oculta tantos maltratos y sufrimientos; los latinoamericanos me encantan también por su alegría y por el orgullo con el que reaccionamos al doloroso proceso de nuestra creación como pueblo; los europeos por existencialistas y los árabes por fervientes y por los ojos de sus mujeres. También me gustan los chinos por abundantes y porque se pueden entender entre ellos aunque hablen todos al mismo tiempo; los japoneses por su adicción a los microchips y los europeos del este por Praga y Budapest, cuya belleza tan bien complementan sus mujeres, y porque no es fácil sobrevivir en los Balcanes. A los italianos los quiero porque su cocina es exquisita y combina muy bien con Umberto Eco; a los españoles por el Quijote aunque pocos de ellos lo hayan leído y por Serrat; a los franceses porque nadie como ellos le ha dado a 'esnob' un sentido más positivo; a los portugueses por Madredeus. Y también admiro a los estadounidenses por visionarios y porque aparte de rednecks tienen a Walt Whitman y a Noam Chomski; a los alemanes por ordenados aunque tengan tantas culpas históricas que purgar; a los ingleses por prácticos, amorales y porque les gusta hacer todo diferente a los demás y, a pesar de todo eso, produjeron a los Beatles. Me impresionan los holandeses por liberales; los australianos por Nicole Kidman; los canadienses por tolerantes; los griegos por su contribución a la creación de la cultura occidental; los escandinavos por el nivel de vida que han alcanzado para sus pueblos y por la belleza increíble de Greta Garbo y también me impresionan los judíos porque el número de premios Nóbel que han recibido es sólo un reflejo de lo buenos que son en todo lo que se proponen, aunque sus guerras contra Palestina y Líbano son la prueba fiel de que el holocausto no le enseñó a la humanidad lo suficiente. Y me resulta entrañable la alegría de los cubanos con o sin Fidel y cada nota de Silvio Rodríguez; los brasileños por fiesteros y por Caetano Veloso; los colombianos por resistir su estereotipo de narcotraficantes y por las caderas de Shakira; los argentinos porque me han dado amigos excelentes y por Borges. Y a los mexicanos los quiero por educados, aun cuando a veces sólo sea en el trato formal y porque qué sería de mí sin mi familia, mis amigos y mi Huásabas y porque no me concibo sin Cantinflas, Chespirito, Pedro Infante y el mariachi y los quiero, sobre todo, porque por más que me aleje de mi tierra siempre quiero volver...

Poesía pecuniaria

Amo el canto del cenzontle, pájaro de cuatrocientas voces,
amo el color del jade y el enervante perfume de las flores,
pero amo más a mi hermano el hombre.

Nezahualcóyotl (1402-1472), monarca de Tlatelolco, "el rey poeta".

[Este fragmento de su poesía aparece en letras pequeñísimas en el billete de cien pesos mexicanos. El tamaño es tan minúsculo que pocos mexicanos nos hemos dado cuenta, aunque el billete de cien pesos sea de los de mayor circulación]

martes, septiembre 05, 2006

I'm soooo scared...

[Léase con voz de Janice (el personaje más inoportuno de la televisión, que aparecía en cada temporada de Friends, con una voz de las que pagas para que se calle)]

Pues el caso es que hoy fui a una papelería a comprar un paquete de copias para una materia que ya estaban listas en esa papelería. Y todo iba muy bien, el paquete no era tan abultado como para hacerme pensar que pasaré todo el semestre en la biblioteca. Hasta que oí el precio y debo haber puesto la cara como la de la pintura El grito de Edvard Munch (que por cierto acaban de recuperar en Noruega, pues se la habían robado hace dos años, por segunda vez, por cierto). Cien mugres dólares tuve que pagar por las fotocopias!!! Cien dólares!!! Y después de superar las ganas de llorar y el nudo en la garganta, le pasé la tarjeta al tipo para que cual verdugo descontara de mi cuenta lo que pueden ser semanas de sustento para las bocas que tengo que mantener, o sea, nada más la mía, fiiiiuuuuf. Y al oír el beep de la maquinita que implicaba que mi tarjeta había estado dispuesta a ceder a tan oneroso gasto perdí las esperanzas de que fuera el destino quien me impidiera consumar tan temeraria acción. Cuando salí revisé las copias y comprobé con dolor que efectivamente sólo era papel y tinta por lo que había pagado. Tuve ganas de salir corriendo a una librería antigua para preguntar si lo que tenía en las manos no era un raro ejemplar por el que algún estúpido coleccionista pagaría alguna cantidad decente. Pero no me atreví, sobre todo porque el material todavía estaba caliente como acabado de salir de la fotocopiadora. Así que no había duda de que su valor intrínseco era muy cercano a nulo, a cero dólares con cero centavos. El valor de las ideas que contiene está por verse, pero anda que si resulta un fiasco la clase, yo mismo persigo al profesor de la materia por todo Nueva York con la tenacidad de terrorista de Al Qaeda y mínimo le poncho las llantas del carro. Pues esas fueron sólo una parte de las copias desólo una materia, así que estoy al borde de un ataque de nervios, cual personaje de película kitsch de Almodóvar, por saber a cuánto ascenderá mi cuenta. Y, después de esto, no me cabe duda que me convertiré en un mercenario y sólo buscaré trabajos que hagan que financieramente mi inversión de hoy parezca un acto racional.

domingo, septiembre 03, 2006

I'm a lucky guy...

Últimamente me la paso pensando que soy un chico con mucha suerte. Esta idea había ocupado ya mis pensamientos en etapas previas. Y quiero comenzar aclarando que no es que piense que todas las cosas buenas que me han pasado se las debo a la suerte. Creo que hay otros dos factores que, alternándose en el orden de importancia, hay hecho mi vida mejor: 1) el sacrificio ordenado de unas cosas para lograr otras y la disciplina personal; y, 2) la generosidad de las personas que me han rodeado. Tampoco estoy haciendo una declaración sobre lo bien que está mi vida, como si nada malo me hubiera pasado o me esté pasando. Bien sabe Dios que varias cosas han hecho y siguen haciendo sufrir a esta alma errante. Sin embargo, probablemente debo a mi educación en el seno una familia católica conservadora la idea de que el dolor no es siempre algo de lo que tengamos que buscar escapar: la cristiana resignación nos sirve para asimilar los sufrimientos y tratar de seguir adelante a pesar de la cruz que nos haya tocado cargar. Esas cosas de la educación familiar se meten hasta el tuétano de los huesos y, a veces, ni queriendo se logran sacar. En fin... Habiendo suficientemente aclarado los puntos iniciales, puedo abocarme al tema central de este artículo, o sea, que la diosa de la suerte suele estar de mi lado cuando el azar juega en mi contra. No pretendo llenar con ejemplos este espacio, porque seguramente en lo individual parecerían insultos al intelecto, con la ambigüedad que caracteriza a los horóscopos que con increíble tenacidad aparecen diariamente en los periódicos, diciendo una sarta de tonterías (una disculpa para los creyentes, seguidores del new age y astrólogos de profesión) que sorprenden más por su incansable arenga cotidiana que por su intento de ser tan amplios que cualquier persona puede hacer coincidir sus actividades y proyectos con las doce predicciones para igual número de signos zodiacales. Pero el último golpe de suerte fue lo de mi alojamiento. Resulta que por sólo venir un semestre a la Universidad no era elegible para que me proveyeran de un espacio, teniendo que entrar a la voraz jungla inmobiliaria neoyorquina con el previsible resultado de pagar una altísima renta por un par de metros cuadrados para poner a reposar este cuerpo que apenas si cabe en esa dimensión. Pues como Columbia quiere hacer un programa de título conjunto con mi universidad decidieron consentirnos y proveernos con el ansiado University Housing (residencia universitaria), que no por lujosa ni cómoda sino por práctica y económica era, sin duda, la mejor opción posible después, obvio, de la de ser el heredero repentino de una anciana millonaria que sin pedirme nada a cambio me dejara toda su fortuna que, por inverosímil, mejor no la considero. Cuando llegué al edificio en el que vivo para recoger mi llave y entrar a mi cuarto tan dichoso de tener un hogarcito, el conserje me dijo con cara de asombro: "su cuarto ni siquiera existe". Oh, holy shit!!! (perdón, oh carajo!!!) mi cuarto ni siquiera estaba aún construido y ya era tan mío. Pues me quedé con una cara así como de "Y ahora quién podrá ayudarme???". Como el Chapulín Colorado no apareció en escena, el mismo conserje se acomidió a darme un intento de solución a mi problema, que estaba ya teniendo tintes de problema existencial (eso de su cuarto no existe, podría ser seguido por un "tú tampoco existes, eres sólo el producto de tu imaginación o, peor aún, de la imaginación de la Matrix") y no necesitaba ningún planteamiento Jean-Paul-Satriano en ese momento, yo sólo quería un lugar para vivir. Me recomendó volver a la oficina de Housing para ver qué podían hacer por mí. Pues seguida su razonable instrucción, volví a la oficina y en un tanto que te lo cuento mi problema estaba resuelto. Pero, además, suertudo que soy, el cuarto era mucho mejor y mucho más barato!!! ¿Podía pedir más? ¿A qué se lo podría atribuir? ¿A haber ido a misa un día antes a la Catedral de San Patricio, donde Thalía vivió su guión telenovelero principal hecho realidad? ¿A mi hermosa cara? mmmhhh... no, no creo. ¿A mi tedioso e incansable amor por una vida planeada? mmmhhh... tampoco aplica. Pues, nada, sólo se lo debo a mi buena suerte, que todavía me recompensó con un cuarto en el primer piso, recién renovado, mucho más grande que los demás, con un clóset en el que puedes caminar dentro (sobre todo por la poca ropa que traje conmigo, jeje), teléfono, internet, una lámpara, espejo (otras habitaciones no tenían). Y así se van acumulando "chiripadas" debidas a la suerte y que hacen mi vida mejor. Dicho esto, me despido para ponerme a leer un librillo muy interesante que me compré.

sábado, septiembre 02, 2006

Me siento en el pasado

A mí de niño me enseñaron que había 9 planetas y ahora resulta que por decisión unilateral de la Unión Astronómica
Internacional, creyéndose el Senado de la Guerra de las Galaxias, ya nomás nos quedan ocho. Y ahora me siento como mi abuela al tener que decir con voz temblorosa: "en mish tiemposh, había nueve planetash".