jueves, agosto 16, 2007

De porqué nadie se libra de los abogados

Yo no sé qué le pasa a este mundo. Deben ser los chacras... y el chancro, o la implosión de estrellas gigantes en agujeros negros, pero de unos años para acá, me parece que está cada vez más con las patas para arriba. Que si tsunamis, o ántrax en las cartas que reciben por correo gringos cada vez más asustados hasta de sí mismos (eso con justa razón), o veinte mil personas desnudas en el Zócalo de la ciudad de México... en fin, un largo etcétera de una serie de eventos desafortunados.

Y ahora llego a mi trabajo, contento por empezar un nuevo día (prrrrtttt), redacto un oficio, tomo un vaso de agua, abro mi correo institucional y ¡oh sorpresa!: demandaron a Dios. Sí, el todopoderoso, omnipresente, omnisciente e inconmensurable Dios de nuestros días no se ha escapado de que un quejoso interponga ante los tribunales senda demanda, inculpándolo de incumplimiento de contrato.

Vamos por partes: el hecho ocurrió en Rumania (tenía que ser la tierra ancestral del conde Drácula), el demandante se llama Pavel Mircea (a mí se me hace que es el mismísimo Draculia, o seguro uno de sus descendientes), de 40 años (eufemismo para decir inmortal, sí con toda seguridad es un vampiro inmortal). El dichoso rumano se encuentra en prisión, cumpliendo una pena de 20 años por homicidio. Se encuentra terriblemente molesto con Dios por haber fallado una de las disposiciones del contrato que celebró con él, en el que el demandado se comprometía a protegerlo. Pues tan irresponsable Dios que anda creando hombres y luego los deja solos y al rato vuelve para descostillarlo y darle pareja (una zorra según dicen los testigos), y andan ahí desnuditos, enseñando sus partes a todos los transeúntes, a merced de serpientes malignas que los hacen comer de las manzanas que NO se deben tocar. Y no le bastó con hacerlo una vez, luego creó un rumano en el siglo XX y lo dejó a expensas del mal. Entonces el rumano, con justa razón, me parece, (aunque también me causa suspicacia su evidente relación con Drácula) lo demanda por haber incumplido su contrato de cuidarlo y haberlo dejado a merced del mal, lo cual evidentemente lo llevó a matar a una persona porque, claro, ¡qué coraje!

Falta informar que nuestro flamante rumano (también dicen que era amante de Nadia Comăneci hasta que se enfadó de ensayar posturas para retar su flexibilidad) consideró como contrato entre las partes la fe de bautismo. En su demanda, señala como domicilio del culposo "residente en el cielo y representado en Rumania por la Iglesia Ortodoxa" (sí, esos gorritos que se pone el patriarca Alexius II nunca me han dado buena espina, aunque la Iglesis Ortodoxa Rumana es autocéfala, a lo mejor por eso representan a incumplidores de contrato, y no tiene mucha relación con el líder de la ortodoxia rusa, pero seguro las malas mañas de pegan).

Los cargos que se le imputaron (que promiscua me resulta esa palabra) son: abandono (como lo que le hizo al compositor de "Mamá soy paquitoooooo.... no haré travesuraaaaas"), fraude, abuso de confianza (le salió muy concha, parece), tráfico de influencias (imagínense, en México también usa al cardenal Norberto Rivera, con su bellísimo rostro, y hasta al presidente Calderón, pero sólo cuando hace falta), abuso de autoridad (yo a veces también lo he querido denunciar por eso) y apropiación indebida de bienes (como cuando se llevó al perrito de la vecina).

Lo malo es que la Corte de Timisoara (que dicen es una chica muy inflexible, resultado de las burlas infantiles por su infame nombre) ha rechazado su caso, alegando que Dios no es un sujeto de derecho (ya estaba yo pensando que es un sujeto de izquierdo como Marx o el Ché Guevara) y que no posee una dirección (debe ser que leyeron mal la demanda, porque ahí se señalaba que su domicilio era el cielo, o bien, al actuario le dio flojera ir a notificar hasta allá, sobre todo con el miedo que genera el carácter iracundo de San Pedro que ni para ir al baño deja libre la entrada, ni siquiera para notificar demandas de tan elevada importancia).

En fin, entre eso y que el Sultán de Brunei no pagó un Corán de 8 millones de dólares y 400 años de antigüedad empecé mi día con una zozobra terrible. De verdad, ¿a dónde vamos a ir a parar si ni Dios ni el César cumplen sus contratos?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Se encuentran dos abogados y uno le dice al otro:
-¿Vamos a tomar algo?
-Bueno, ¿De quién?

Anónimo dijo...

Eres genial, jajaja gracias por escribir

Dalia dijo...

Me parece a mi que el problema el rumano es que no leyó la letra pequeña del contrato. Ese pequeño asuntillo del libre albedrío. Que digo yo, que Dios no le obligaría a cometer delito alguno, que eso ya fue capricho suyo. Otra cosa es que el rumano fuese calvinista que entonces como tu destino, tu salvación o tu condena ya están decididas antes incluso del mismo nacimiento si se puede venir con cuentas al Señor de que si "todos somos iguales a ojos de Dios" a ver por qué unos tiene siempre más fortuna que otros (véase fortuna en sus dos sentidos del diccionario).
En fín, que el tipo se debe aburrir mucho en prisión.
Un besote