martes, octubre 24, 2006

Crónica de una fecha anunciada

No debe ser sorpesa para nadie que lea este blog que el día de ayer (justo acaba de terminarse el 24 de octubre) fue el día de mi cumpleaños. Como la marabunta de sentimientos no se hace esperar cuando está uno ocioso y cerca de sus prójimos pero lejos de sus próximos, me temía que la soledad fuera a causarme un mal rato. Ya tengo bien decidido que ni una paradisíaca playa de la Polinesia Francesa ni una góndola en Venecia se comparan con pasar ciertas fechas especiales en familia y rodeado de los amigos que tanto trabajo ha costado hacer y mantener, jeje. Y tanto Navidad como mi cumpleaños son de esas fechas que, sin duda, preferiría pasar en Hermosillo.

Este año, sin embargo, tocó pasarlo en un pesado día de clases en Nueva York. El panorama no se veía muy alentador, tendría clases desde la nueve de la mañana hasta las ocho de la noche. Pues resultó una bonita sorpresa recibir una cantidad de llamadas, correos electrónicos y comentarios en el blog mucho mayor a lo que eperaba. Aprecio cada uno con cariño especial y tanto el conjunto como cada gesto en particular me dibujaron una de esas sonrisas de satisfacción en la que los ojos se hacen chiquitos, como de caricatura japonesa.

Pero ni siquiera tuve que lidiar con el fantasma de la soledad. Uno de mis mejores amigos llegó de Hermosillo a NY para su luna de miel, así que nos pusimos de acuerdo para ir a cenar y así festejamos por partida doble su boda y mi cumple. De tal manera que me dirigí a Midtown que es lo más neoyorquino de NY (yo vivo más bien Uptown, en un área que se conoce como Upper West Side). Nos vimos en el hotel y de ahí caminamos a Times Square y cenamos de lo más a gusto en el Hard Rock Café. Fue bueno poder verlos justo después de su boda, a la que no pude asistir por que estar en exámenes parciales. ¡Y era un encuentro tan poco probable: cenar en Nueva York en medio de su luna de miel para festejar su boda y mi cumpleaños!

Caminamos por Quinta Avenida rumbo al hotel, me despedí de ellos y me dirigí a la estación de metro. Hace un par de días que el frío hace que te arda la cara, así que debajo del abrigo y la bufanda caminé hasta Broadway, a las doce de la noche, en medio de rascacielos que trataban de conciliar el sueño en la ciudad que nunca duerme. De las alcantarillas, como siempre, salía el vapor cuyo origen y función desconozco, pero agregaba a la escena un toque particular de urbanismo postindustrial. Entré al metro contento, entre otras cosas, porque es un refugio para huir del frío y ahí todavía recibí otra sorpresa.

Hace unos días en esa misma estacíón estaba un señor tocando con guitarra música de protesta. Cantaba con una voz que envidié una canción sobre la conquista española y el sufrimiento pasado y presente de las civilizaciones que sufrieron esa conquista. Volverlo a ver me provocó acercarme a conversar. Me acerqué y le pregunté de dónde era. Me contestó que dominicano y empezamos a platicar. El particular personaje entreveraba en su plática fragmentos de canciones que le parecían adecuadas para la conversación. Unos minutos después tuve que interrumpir su interesante arenga porque el tren casi me dejaba y a esas horas no pasa tan seguido. Entré al vagón y me senté entre dos afroamericanos y, por primera vez, me sentí uno de ellos. Que mi piel fuera más clara había dejado de ser razón suficiente para armar una categoría. Llegué a la una a mi casa, en la calle todavía paseaban personas jaladas por un perro, o al revés. Mis veintiséis años iniciaban con un día lleno de experiencias novedosas y me quedé con la curiosidad de saber cómo será mi vida dentro de un año, si Dios me la concede, y qué circunstancias rodearán a este yo, que cada día le tiene menos fe al libre albedrío.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Había olvidado al cantante de esa estación. Sin embargo, la canción si permaneció en mi memoria por la larga cadena de hechos que narraba y por comentario que hiciste sobre ella. Es raro como la vida te va colocando en los lugares que ella quiere para que encuentres a las personas que ella quiere que conozcas.

Anónimo dijo...

Efectivamente, Rafael, yo soy de ésos despistados que no llegaron a tiempo de felicitarte en tu cumpleaños(he de alegar que tampoco conocía la fecha). Me paso la vida en clases y buscando piso en Madrid, tarea nada fácil. Por supuesto te deseo muchas felicidades y tantas más aventuras interesantes que te quedan por vivir. Te mando un fuerte abrazo desde España, donde aún el sol tiene la fuerza suficiente como para mantenernos el alma caliente(afortunadamente).

Anónimo dijo...

Feliz aniversário.
Muito interessante, o teu texto. Realmente, o amanhã é incerto e o livre arbítrio é difícil de entender. Hoje somos, amanhã talvez. Hoje estamos, amanhã perdemos pessoas que amamos. Enfim...
Boa estada en N.Y. e visite o meu blog, quando tiver tempo e oportunidade, usando o seu livre arbítrio.

Yayo Salva dijo...

Hola Rafa. He podido reproducir tu paseo de ese día (el de tu cumpleaños, ¡FELICIDADES!). Si he serte sincero, de Nueva York lo que más me gusta es pasearlo y encontrarme con gente tan chocante como la que habita sus calles. Y que ese día lo pudieras pasar, al menos un rato, con buenos amigos es un excelente regalo. Para adquirir una buena formación tenemos en ocasiones que sacrificar la cercanía de los nuestros. Pero todo es transitorio.
Un abrazo, amigo.

Anónimo dijo...

"me quedé con la curiosidad de saber cómo será mi vida dentro de un año, si Dios me la concede, y qué circunstancias rodearán a este yo, que cada día le tiene menos fe al libre albedrío".

Me dejó la piel chinita Ra... Un abrazote hasta NY.

HJM