miércoles, mayo 09, 2012

De termómetros sociales

Hace tiempo me hice la mala costumbre de leer los comentarios que la gente publica en las versiones electrónicas de los diarios. No lo hago para todas las noticias, pero sí para las que por alguna razón o por otra me interesan más. Mala costumbre digo, y lo sostengo, porque en primer lugar me representan un sacrificio agotador porque la mala escritura, la pésima argumentación y la obscena exhibición de los prejuicios parecen ser la religión oficial de la gente que comenta. Me da gusto que existan los espacios en los que las personas pueden expresar sus puntos de vista, pero me llena de desesperanza lo que de la sociedad dice el escaparate que representan dichos puntos de vista. Me explico.

Vamos primero con el tema de la mala escritura y empiezo disculpándome por tener esa obsesión que muchos encontrarán como un rasgo criticable de mi carácter. Es cierto, la escritura es sólo la forma en que se expresan las ideas, que son el fondo. Sin embargo, una correcta escritura puede expresar mejores ideas, de manera más precisa y sin causar los distractores o hasta malos entendidos que implican los errores ortográficos. Además, la mala escritura suele ser indicativa de la poca afición por la lectura (porque también lo bueno se pega) y entre más leamos seremos capaces de conocer más, de entender más cosas y, con suerte, de pensar mejor. No parece ser el caso para los comentaristas de la prensa en versión electrónica, por lo menos no en español y, particularmente, no en México. Hay gente a la que pareciera que nunca le presentaron al punto y seguido o a la coma. Gente que declara haber terminado la universidad y cuyo nivel de escritura hace parecer que hubiera aprendido a escribir de manera autodidacta adentro de una cueva en los confines de la tierra. Escriben como si hablaran, sólo que peor. Pero eso, podrían decir algunos (yo de ninguna manera), es lo de menos. Pero no, nuestra manera de dominar el lenguaje es uno de los principales indicativos (aunque no el único) de nuestra inteligencia, porque es por medio de éste que nos comunicamos. Si escribimos y hablamos bien seremos capaces de transmitir nuestros pensamientos, sentimientos, propuestas de mejor manera. Y eso sí es el punto.

Luego veamos la argumentación de los susodichos. Para verla, claro está, tendría que existir. Pero da pena ver que muy poca gente (poquísima en estos foros) tiene cierto manejo de la idea de argumentar. De presentar opiniones y fundamentarlas ya sea con cierta evidencia, o con la concatenación de otras ideas. La repetición de "lugares comunes" (con esto no me refiero a Disneylandia o Las Vegas, sino a nociones generalizadas que se han oído tanto que todo el mundo los da por verdades, aunque a veces no lo sean o, si lo son, carecen tanto de originalidad que son irrelevantes) es también desastrosa. Todos tenemos la capacidad de razonar, pero hay gente que se resiste a utilizarla como si la vendieran muy cara en las tiendas, como si se gastara. Y no, la capacidad de razonar es gratis y tiene un montón de beneficios para la salud individual y para la colectiva. No es que uno espere un tratado de filosofía, de ética o de política en cada comentario; pero si lo básico, retrógrada, simplón o, directamente, estúpido de la mayor parte de los comentarios es indicativo del nivel cultural (de la gente con acceso a Internet y que lee diarios, que debería ser mejor que el nivel general) ya va siendo hora de soltarse llorando.

Para terminar, me quiero referir al tema de la exhibición (obscena, repito) de prejuicios. De todos tipos. En todo el espectro ideológico.  Aunque aquí hay muchos más para ejemplificar, destaco solo cinco que se me vienen a la mente:
1. Los machistas que siguen expresándose sobre el papel de la mujer como objeto sexual predominantemente.
2. Los antirreligiosos que equiparan ministro de culto con pederasta, como si las religiones y sus ministros se limitaran a eso, negando las contribuciones de muchísimos de ellos en casi cada aspecto de la humanidad y recurriendo al insulto de los que sí tienen una creencia religiosa, cayendo en el mismo y craso error de los fundamentalistas religiosos.
3. Los homófobos que no pueden expresar su posición moral (individual) contra la homosexualidad  sin recurrir al insulto, a la imposición de pensamientos religiosos (individuales) o al odio, sin ser capaces de entender que su posición moral en contra no puede imponerse más que a sí mismos y, sobre todo, que la ofensa y el odio no son justificables.
4. Los dogmáticos de la izquierda o los dogmáticos de la derecha cuyas ideologías los han cegado de tal modo que buscan en modelos político-económicos únicos y simplones (que de ambos lados han probado ser rotundos fracasos) la panacea a todos los males y en las ideas que huelen un poco a la ideología contraria la suma de todos los males. Los temas sociales, políticos y económicos son complejos, las ideologías a ultranza intentan reducirlos, pero no se puede simplificar lo que es por naturaleza complejo.
5. Los xenófobos de todos lados que atribuyen siempre a los "otros" (cada quien tiene sus "otros") la causa de sus propios males sociales.

A pesar de todo lo anterior, insisto, agradezco que existan estos espacios. Lo que se conoce como Web 2.0, que consistió en hacer de Internet un medio interactivo en que los usuarios finales puedan interactuar, expresar sus reacciones, sus puntos de vista y compartir su propia información, es grandioso. Tan grandioso que nos permite hacernos nociones más precisas de lo que somos como sociedad, como colectividad, como humanidad, pues podemos conocer lo que viene de muchas más personas (con acceso a Internet, repito, porque todavía hay millones que no lo tienen) y no sólo de los grandes medios de comunicación masivos. Lo que a veces no me resulta tan grandioso es saber que como sociedad estamo mucho más atrasados que la idea que uno se hace cuando convive con su grupo más directo y se engaña pensando que todo es mejor de lo que realmente es. Tal vez esta interacción con todos los puntos de vista (aun los que uno considera retrógrados) sea el primer paso para avanzar hacia una sociedad, donde la gente sea más libre, viva mejor y sufra menos. Pero quizá sea más de lo mismo. De lo que estoy cierto es de que falta mucho más que la Web 2.0 para que se impongan la bondad humana, la inteligencia, la creatividad para ser y para hacer mejores personas.

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