viernes, mayo 08, 2009

Back to normal....

Ya estuvo bueno con la influenza; entre el bombardeo informativo y dos entradas en mi blog, creo que el mundo ya tuvo suficiente. Además, ahora tenemos la firme instrucción de la autoridad de volver todos a la normalidad. Claro que eso va a estar difícil, porque ni este país ni esta ciudad han sido nunca normales y las personas que los habitamos, pues mucho menos. Además, ¡qué aburrido! Si "volviéramos" a la normalidad, qué podría yo publicar en este blog que ya de por sí batalla semanalmente por no morir de inanición de ideas, enfermedad muy letal y que representa una amenaza más severa que la influenza y la malaria juntas.

Yo, no es por presumir (bueno, sí, un poco), festejaré la normalidad yéndome a Acapulco a pasar el fin de semana. Allá invocaré los espíritus de María Félix y Agustín Lara y le compondré un bolero a las epidemias (ya hay cumbia, pero el género romántico no ha sido tomado en cuenta) y cantaré sobre El amor en tiempos de influenza, aunque no sepa muy bien si existan (ni el amor, ni la gripe porcina) o fueron sólo invenciones para entretener al vulgo.

A la sombra de un cocotero planeo ponerme nostálgico y le diré a alguna hipotética María Bonita que se acuerde de Acapulco. Y cuando la sombra ya no me alcance, me dedicaré a quitarme el color lechoso que tan mal combina con mi vanidad de mexicano trigueñito que soy (una vendedora de lentes dixit). Y esperaré el atardecer para decirle al Dios Sol que ya estuvo bueno de tanto infortunio y suplicarle de la manera más atenta que, en la medida de lo posible, nos mande más espaciadamente los temblores, las epidemias y las crisis económicas, porque así todo junto me mareo.

En La Quebrada, donde los acapulqueños se tiran en picada al mar en una angosta ensenada que se forma al fondo de un precipicio, me lanzaré metafóricamente al abismo, porque lo mío, lo mío, no es el deporte olímplco, sino sólo el exhibicionismo. Y mientras vaya en caída libre, sintiendo el viento en mi cara y el traje de baño volando de manera independiente, pensaré que el pudor ha sido sobrevalorado y lo dejaré volar de manera independiente (tanto al pudor como al traje de baño, en ese orden), tratando de que este último caiga en lugar seguro, porque me costó muy caro y no son tiempos éstos de andar perdiendo la ropa.

En las playas de Revolcadero, Dios quiera yo tenga la suerte de hacer lo mismo, porque bañarme en el mar me lo ha prohibido mi oftalmóloga y como ya me habré bronceado lo suficiente enseguida del cocotero antes mencionado, las opciones de divertimento serían verdaderamente reducidas. Y de recoger estrellas de mar en la playa, ni pensarlo, porque eso de andar teniendo contacto con animales termina por mutar los virus; ya tuvimos la gripe aviar y luego la porcina, como para que mi mala suerte haga que contraiga yo la "gripe estelar marina" (aunque el nombre, hay qué decirlo, me ha quedado fabuloso).

Al Pie de la Cuesta, donde las olas agresivamente juguetonas del Océano Pacífico rompen contra la fina arena sin que nada las detenga, esperaré de nuevo el atardecer y con los pies sumergidos en la Laguna de Coyuca pensaré muchas cosas, entre ellas que ya es hora de ir regresando, porque no podré engañar a la autoridad haciéndole creer que mi normalidad consiste en pasar un lunes por la mañana con los pies adentro de la Laguna de Coyuca.

Y el domingo por la tarde, cuando venga por la Autopista del Sol tal vez derrame una lágrima, que no sabré si la ha causado el ardor de la espalda, la irritación de los ojos o la melancolía. Aunque tal vez no derrame nada, porque después de la operación me ha quedado el lagrimal medio reseco. Así que tal vez opte por esbozar una sonrisa picarona y decirle a la vida, mientras le guiño el ojo, que ya iba siendo hora y que hay normalidades mejores y peores, y que yo, por alguna razón, prefiero a las primeras.

2 comentarios:

Cuquita, la Pistolera dijo...

Rafa, pues que te vaya muy bien en tu viaje a Acapulco ¡qué envidia!
No te pongas al sol sin bloqueador...

Anónimo dijo...

Me encantó.
Me encantó mucho.
Un besote y nos vemos en la semana.

Azuvia