martes, febrero 22, 2011

Sobre los disturbios de medio oriente y los míos propios

En el último comentario que recibí en la pasada entrada de este blog me sugirieron que escribiera sobre las manifestaciones sociales y cambios políticos súbitos que han ocurrido en Medio Oriente y el norte de África. Aceptar la propuesta, debo admitir, me resulta complicado porque soy neófito en el tema, me falta mucha información y no ando muy solvente en claridad mental. Sin embargo, como prácticamente todos los temas sobre los que escribo reúnen las tres condiciones recién citadas, me atreveré a emitir algunas opiniones, en fin que, arropados en la bandera de la libertad de expresión, se pueden cometer toda clase de excesos.

Pero antes debo contestar de manera muy firme al comentarista que me sugirió el tema (cuya no-mexicanidad asumo por la des-cacahuatización de la palabra 'maní'), que yo podré dejar a López-Dóriga sin el menor problema, en fin que juay de rito, pero abandonar el maní, eso sí jamás. Junto con la coca-cola es uno de mis vicios admitidos y es convenientente solapado por mi ya-de-por-sí laxo super ego, sobre todo ahora que mi proveedor de cacahuates me inspira abundantes (y frugales, como me gustan) reflexiones.

Llegando al punto que nos ocupa, hay algo en los últimos eventos de esa región del mundo que huele a cambio profundo. Me da la impresión, tal vez por primera vez, de que estoy viviendo dentro del libro de Historia. No digo que en mi lapso de vida no hayan pasado ya acontecimientos que serán hitos que otros pupilos con la cara desencajada y los ojos somnolientos tendrán que aprenderse para pasar sus exámenes correspondientes. Claro que han pasado en estos últimos treinta años cambios de rumbo que afectan buena parte de las vidas ajenas y, para no excluirme, de la mía propia. Sólo por citar ejemplos: la desaparición de la Unión Soviética, la caída del muro de Berlín, el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, la segunda guerra en Iraq (segunda, por así decirlo), el ascenso de China como potencia económica, etcétera, cambiaron lo que de manera poco precisa se conoce como el "rumbo" de la humanidad. En esos eventos, de cualquier manera, o yo estaba demasiado chico o traía la cabeza puesta en otras cavilaciones.

Sin embargo, esta serie de eventos que han desestabilizado en unas cuantas semanas a toda una región mundial pareciera que traen sus propios vientos de cambio (winds of change, para citar a Scorpions en esa canción sobre el fin de la guerra fría y la unificación de las Alemanias). ¿Qué los hace especiales? Me aventuraría a decir que a diferencia de otras desestabilizaciones sociales del siglo XX, éstas no han estado tanto influidas por ideologías definidas patrocinadas por potencias específicas, cuanto por dinámicas propias que emergen de los propios países por el descontento de poblaciones más educadas por sus condiciones de vida. Algo parecido a lo que ocurrió en la Revolución Francesa, si se me permite la analogía. Las estructuras de poder en estos países del mundo no están funcionando para redistribuir la satisfacción social (o la insatisfacción social, claro). Ok, tampoco en Europa, América del Norte, Latinoamérica o el resto de África, los gobiernos están distribuyendo nada bien, pero al menos en estas regiones los períodos de caducidad de sus líderes son menores. Es decir, ya uno se cansa con los personajes de un sexenio, no me puedo imaginar la fatiga que deben causar los mismos líderes por 30 o 40 años. Si no hay muerte más segura (y lenta) que la que causa el aburrimiento.

Antes de continuar, quisera hablar de la denominación de esta región como el Medio Oriente. ¿Qué hace de estos países una unidad regional? Porque partiendo de los eurocéntricos conceptos de Medio o Lejano Oriente, el norte de África vendría a ser otra cosa y es ahí donde se han dado los eventos y cambios más intensos, específicamente en Túnez, Egipto y Libia. Sin embargo, el término Medio Oriente es muy elástico y, en sus formas más amplias, incluye además de lo que específicamente es el Medio Oriente, el norte de África, Irán y hasta los países del Indostán. Para efectos didácticos, el Medio Oriente ampliado es la región en la que (exceptuando a Israel) se comparten en mayor o menor medida rasgos como los siguientes: la fuerte presencia de grupos étnicamente árabes, se habla árabe (esto tampoco es el caso de Irán o de los países del Indostán), el Islam es una forma de vida que trasciende lo religioso para imponerse también en lo civil y lo político; hay desiertos, camellos, petróleo, gente excesivamente rica, los hombres suelen usan prendas de vestir que se parecen más a las que en Occidente usaban las mujeres, en fin, hay algunas características que las hacen sociedades más o menos similares.

Sus estructuras de poder político son otra cosa similar entre las naciones de este Medio Oriente ampliado y que ahora justamente tienen a todo el mundo (por así decirlo) en la zozobra. Se trata de jerarquías que se sostienen en el poder por períodos muy prolongados, donde no es poco común que el traspaso de poder sea de manera dinástica, el control político suele ser bastante férreo y la separación Iglesia-Estado no es un tema de la agenda. Socialmente también hay varias coincidencias, porque muchos de los países de la región han experimentado una prosperidad económica que ha creado fortunas indecibles y que, en mayor o menor medida, ha incidido para que los niveles de salud y escolaridad de la población general hayan mejorado radicalmente.
[Si buscan en este párrafo y el anterior excepciones a mis sobresimplificadas generalizaciones, las encontrarán por montones, pero estoy tratando de construir las similitudes entre los países de dicho Medio Oriente ampliado, con el anticipado reconocimiento de mi ignorancia sobre la región y usando como fuente lo poco que he leído al respecto.]

Tratando de entender la rapidez con la que las protestas iniciadas en Túnez, se contagiaron a Egipto, Yemen, Jordania, Siria, Bahréin, Libia, Marruecos, Iraq, Irán (más o menos en ese orden) pondría los siguientes elementos en la fórmula del modelo explicativo: gobiernos dictatoriales cerrados + población más educada y saludable que antaño + injusticias sociales y restricción de libertades = polvorín. Ahora bien, ni las reivindicaciones ni los resultados han sido los mismos en todos estos países, pero tal vez el denominador común sea la petición de condiciones más justas de vida y la abominación por las injusticias de los regímenes que estos pueblos han padecido (tenido, si buscamos la palabra más neutra).

Lo que sí parece haber cambiado de manera más o menos general es, por un lado, el valor que la justicia social tiene ahora entre esos pueblos y, por otra parte, el rol que las personas consideran que juegan para exigir cambios e incidir en su autodeterminación. En los países de Europa la concepción del individuo como sujeto de derechos en la conducción de su gobierno también fue un concepto nuevo en su tiempo. Que los monarcas fueran elegidos por orden divina significaba, en otros términos, que el individuo (lo que ahora es el ciudadano) no tenía la menor vela en ese entierro. Misma historia en América en el siglo XIX (en EE.UU. antes), las personas que habitaban en las colonias empiezan a pensar en que ellas pueden ser quienes decidan lo que pase en sus territorios, después de siglos de aceptar la idea de que las órdenes se tomaban en la metrópolis.

No quiero asumir con lo que acabo de decir que la historia es lineal y que la democracia y la economía de mercado son el fin de la historia (Fukuyama dixit... y se equivocó), a donde todos los pueblos tienen que llegar. Tal vez el mundo árabe llegue a otra forma de administración de su poder político que no coincida con la mentalidad occidental (y occidentalizadora). Quizás formas democratizantes súbitas en sociedades que no las han tenido puedan llevar al caos social casi de inmediato (e Iraq vuelve a mi memoria). La importancia de los cambios actuales es la conciencia asumida del poder del individuo, de las colectividades, de los marginales (o los que no son tanto) para cambiar algunos aspectos de sus gobiernos, de sus sociedades.

Si me conceden un dejo de optimismo súbito, la lección que deben aprenderse los líderes del mundo por los recientes acontecimientos es que en ningún lugar del mundo las dictaduras están escritas en piedra. Ninguna estructura dictatorial puede resistir el ímpetu de la libertad o del sentido de justicia que las sociedades dinámicamente construyen y reconstruyen. Los seres humanos asumen cíclicamente que son individuos y que también son parte de una colectividad. Si a eso le agregamos tecnologías que nos permiten comunicarnos masivamente de manera casi inmediata, podemos decir que en el futuro nadie estará a salvo de las ideas de otros. Y las ideas son muy poderosas, no sólo porque alientan nuestros valores sino, incluso, porque a veces tienen el poder de cambiarlos o de generarlos.

Queda esperar que pronto se recupere la estabilidad de los pueblos ahora incendiados por sus muchas pasiones, porque en río revuelto sólo algunos pescadores (los más listillos) tienen ganancias. Queda esperar con mucho ahínco que una vez pasado el torbellino esas naciones tengan la oportunidad y los sabios liderazgos para reconducirlos a formas organizativas que convengan más a todos. Queda desear que no mueran más personas, que la represión como forma de actuación pública empiece de una vez por todas a formar parte del cementerio de los conceptos humanos que cayeron en desuso porque así lo quisieron las voluntades colectivas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchas gracias, Rafael, por tu escrito. Entiendo que no te ha gustado y, confieso, a mí tampoco. No es el abordaje que esperaba por parte de un diplomático. No existe en el texto una muestra de una conciencia global y un análisis claro de la situación particular, conectados por la capacidad de abstracción. No dejes que las personas a tu alrededor te adulen; huye como si fueran la peste misma. No ayudan en nada, sólo a mimar a un hombre. La adulación siempre es una traición. Alliot Marie no debe permanecer en el cargo más allá del martes. Es buena noticia, al menos por ahora.

RBD dijo...

Hola, anónimo, muchas gracias a ti también por tus palabras. Muy sabias, me parecen. Ahora bien, a mí sí me ha gustado lo que escribí, con todas las limitaciones que puede tener. Claro que me ayuda mucho juzgarlo con los criterios de un blog amateur y no una publicación profesional (que no es, ni tiene las pretensiones de ser).

No sé bien a qué te refieras con "una conciencia global", pero para un concepto tan ambicioso como ese se requiere una erudición de la que carezco. Análisis claro de la situación particular, en efecto, no lo hay, escapa a mi nivel de conocimiento actual.

La adulación a la que haces referencia tampoco sé de dónde la deduces. Me siento muy afortunado de la gente que me rodea y realmente no puedo encontar ni un ejemplo de algún conocido (excepto yo mismo en las horas de flaqueza) que tenga la mala costumbre de adularme. Pero, vamos, si equiparas comentarios positivos con adulación, creo que no estamos coincidiendo en términos.

Abordaje de diplomático tampoco esperes en mi blog, no porque no esté desarrando capacidades para hacerlo, sino porque la publicidad de este medio me impide justamente hacer público ese abordaje. Mi blog desde que empezó (2005) es mi intento de conversar con otras personas, la plática que decimos en México, por eso tal vez no está cumpliendo tus expectativas, porque esperas de él (y de mí) algo que no es ni se propone ser.

Te dejo un abrazo fuerte y ojalá que a pesar de no cumplir tus expectativas, te tenga de vez en vez leyendo mis ocurrencias.

Rafa

Anónimo dijo...

Por supuesto, de vez en vez estaré leyendo lo que escribes. Un abrazo.

Nuria dijo...

Mi querido Rafa:
No te preocupes en lo más mínimo si algunos (en este caso este querido Anónimo) no creen que tengas la pericia para desentrañar lo que está pasando en el Magreb y Medio Oriente. Que yo como joven promesa de la diplomacia mexicana en la Dirección para África y Medio Oriente, tampoco he llegado a comprender bien a bien que está pasando, mucho menos puedo predecir que pasará.Y eso que he leído hasta el cansancio todo lo que cae en mis manos, desde la Vanity Fair y su maravilloso homenaje a las vestimentas de Gadaffi, hasta los artículos más académicos que ya titulan a lo que esta sucediendo como "la cuarta ola democratizadora". Hay cosas cuya perspectiva solo es analizable a la distancia.

Nuria dijo...
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