sábado, octubre 17, 2009

Mercedes

Caminaba por ahí Mercedes, por una calle de banquetas irregulares. Arrastraba un poco los pies porque ya no le daban para grandes brincos. Sus piernas regordetas y cortas nunca le habían dado para mucho. Pero la edad le va agregando torpeza a las cosas, como si no alcanzara uno suficientes niveles de torpeza a edades más tempranas. En eso iba pensando Mercedes cuando llegó al parque, al de las bancas oxidadas que le manchaban siempre el vestido y que luego ya no podía volver a usar, pero que sí usaba porque no estaban los tiempos para ponerse tan exigentes y el óxido qué tanto daño le podría causar a la gente que es fijada. A esa gente fijada no se les puede hacer mucho caso, pensaba Mercedes, porque no hay modo de darles gusto y, además, qué necesidad tenían de fijarse en las manchas de la ropa de la gente que pasa frente a ellos.

Se sentó frente a los columpios en los que una niña se balanceaba alzando las piernas lo más alto que podía y Mercedes pensaba que qué peligro era eso de balancearse tan alto y los mareos que le podrían venir, pero sobre todo que no había necesidad de arriesgarse tanto, pudiendo divertirse más tranquilamente sin tener que andar ahí poniéndose en esa situación tan problemática. Y, luego, pensaba Mercedes, si se caía el "problemón" que se le iba a venir encima a ella, porque no veía por ningún lado a nadie que estuviera cuidando a la niña del columpio y capaz que hasta el hospital iba a ir a dar, porque no podía dejar a la niña ahí sola tirada en la arena, cuando seguro algo se le iba a romper cayendo como iba a caer, desde esa altura tan innecesaria.

Sacó de su bolso un libro, de esos no muy grandes, porque pensaba Mercedes que no había ninguna necesidad de pasarse la vida leyendo, cuando hay tantas cosas por hacer, y qué es eso de escribir y escribir como si la gente que lo va a leer a uno no tuviera más cosas que hacer que ponerse a leer un libro de esos gordos, de los que nunca se le antojaba leer porque no le parecía considerado de parte de los escritores para sus lectores. Y lo dejó de leer cuando empezó la heroína de la novela a sufrir demasiado porque se le juntaban las razones y a Mercedes la molestaba mucho eso de ver a la gente sufrir demasiado porque era una persona con mucha empatía y no importa que fuera el personaje de una novela, ella meditaba que no estaba bien que el sufrimiento se le cargara tanto a unos cuantos, cuando se podía distribuir de mejor manera entre todo el gentío que ella veía en los parques y en las calles, y que no se veía que sufrieran para nada.

Tomó el camino de regreso a su casa, porque ya le parecía que se hacía tarde y le daba miedo que le cayera la noche encima y ella con esas rodillas tan defectuosas que no la iban a sacar de ningún apuro si algún truhán se disponía a molestarla por la calle, o, peor aún, a asaltarla, si ella ni dinero traía y el que tenía había sido bien ganado, como para andárselo regalando a esa gente haragana que nada más por traer un arma ya se creían merecedores del dinero ajeno.

Llegó a casa, saludó a su perro, Melquisedec, que le movió dos veces la cola antes de ir a sentarse indiferente como siempre en el tapete de la sala; preparó su té, se puso el camisón, hizo sus oraciones y, sin pensar más nada, fue a dormir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

HOLA,
NO TE CONOZCO ESTABA BUSCANDO OTRA INFO EN INTERNET Y ME SALTO TU PAGINA, LA VERDAD ME ENCANTA TU FORMA TAN DIVERTIDA E IRONICA DE MIRAR LA VIDA, ESTUVE LEYENDO GRAN PARTE DE TUS ESCRITOS Y ES REALMENTE DIVERTIDO Y SOBRE TODO MUY ILUSTRATIVA TU FORMA DE ESCRIBIR. ME ENCANTO.
SALUDOS Y SUERTE CON TANTAS COSAS QUE EXISTEN, SOBRE TODO ME ENCANTO LO DE LA GRIPE ESTELAR MARINA ESTUVO DE LO MEJOR.
SOY MONICA AGUIRRE DE HERMOSILLO, SONORA

Martin dijo...

soy otro anonimo, andaba buscando el gimnasio ornelas en hermosillo y salto tu pagina.

interesante tu manera de escribir
dan ganas de leer todos...

aunque esa Mercedes piensa mucho