viernes, octubre 26, 2007

Crónica de una fecha anunciada (2)

"Mis veintiséis años iniciaban con un día lleno de experiencias novedosas y me quedé con la curiosidad de saber cómo será mi vida dentro de un año, si Dios me la concede, y qué circunstancias rodearán a este yo, que cada día le tiene menos fe al libre albedrío"

Así terminaba hace exactamente un año la entrada en la que describía los extraños avatares de mi aniversario número XXVI, al mismo tiempo que ponía sobre la mesa una reflexión filosófica (chafa) sobre la vida, la influencia de lo fortuito en mi vida y la decisión como concepto bastante cuestionable de la modernidad (dahh!!! hablo tanto y digo tan poco!!! Pero es que me acojo a la herencia de mi antihéroe favorito: Cantinflas).

Retomando mi punto, como sé que hace un año tenía la curiosidad de saber cómo sería el día de hoy, me dio mucho gusto enterarme de que ahora sí estoy en condiciones de contestarme. Para justificar el punto de mi curiosidad debo alertar a los que no lo sepan (que seguramente coinciden con 'a los que no les interesa') que hace un año estaba viviendo en Nueva York, haciendo un intercambio de un semestre en Columbia University en el máster de asuntos internacionales. Era el tercer semestre de mi maestría, así que todavía me quedaba un semestre más en el CIDE por lo que tenía que regresar a la Ciudad de México, después de vacaciones navideñas en mi sonorense tierra. Estando cercano el final de la maestría estaba empezando a ser hora de preguntarme qué hacer con mi vida, sin tener para nada claro dónde estaría después y qué estaría haciendo. Las posibilidades eran casi infinitas (como lo son casi siempre) : probablemente no hubiera sobrevivido el proceso de la tesina y estuviera limpiando vidrios en la esquina de Eje Central e Izazaga; tal vez la Academia Sueca se hubiera vuelto anormal y me hubiera dado el premio Nóbel de Literatura 2007 al leer mi discurso de graduación de Primaria y mi blog, por lo que me hubiera ido a gastar el millón de dólares a Bora Bora, a algún lugar sin Internet para no leer las justificadas críticas del mundo intelectual, que sin duda se estuviera rasgando las vestiduras por el sinsentido; quizá estaría trabajando incansablemente por recomponer las injusticias del mundo en algún país del África Subsahariana; o bien, me hubiera vuelto misionero y estaría gritando ¡Viva Cristo Rey! en una hogera de leña verde de alguna tribu de antropófagos en el Pacífico Sur, después de haber conseguido tras una vida de esfuerzos que la barba me saliera pareja, para parecerme a Robert De Niro en La Misión.

En fin, larga era la lista de opciones de diversos contextos en los que hubiera estado celebrando mi aniversario número XXVII. Pero no, amante como soy de la normalidad y de nunca salirme mucho de la media (suplico a los que están convencidos de que soy raro, que me den el beneficio de la duda en esta última cuestión, sobre todo porque bien decía mi mamá que "lo raro es pariente de lo feo" y a mí la fealdad de verdad que no me gusta, sea ajena o sea propia) decidí que lo mejor era buscar un trabajo que terminara la austera vida de estudiante que me consumió durante casi tres décadas. Y, gracias a _____ (yo pondría aquí Dios, pero autorizo a los ateos a que pongan en la rayita lo que mejor les parezca), conseguí rápidamente un trabajo que no busqué, sino que me encontró, en el momento preciso. También sé, por una exhaustiva visión retrospectiva, que hace un año luchando contra una ola de frío que se cernió sobre NY a la altura de mi cumpleaños, no imaginaba siquiera que estaría trabajando donde estoy ahora, ni que estaría luchando contra la chilanga ola de frío que se cernió sobre México, en el que debería ser un tórrido cumpleaños. Y, coherente con mi reciente escepticismo sobre el libre albedrío, mi capacidad de decisión parece seguir reduciéndose, aun contra todos mis impulsos por ser yo el que determine qué pasa en el mundo de Rafa.

Y, last but not least, terminaré tratando de hacer un recuento, hasta donde la memoria sirva (que siendo tan poco selectiva termina grabando puras cosas que no me sirven para ninguna entrada del blog, la perra...) para recordar dónde estuve celebrando mis cumpleaños anteriores. Regresivamente así han sido mis 24's de octubre's:

2006: Nueva York, cenando con Germán y Paty, que estaban de luna de miel en Manhattan, en el Hard Rock Café de Times Square.

2005: Ciudad de México, en la azotea del edificio de la colonia del Valle donde vivía, en riquísima carne asada con los compañeros de la maestría y otros amigos.

2004: Nîmes, sur de Francia, con mi buen amigo Rafa Vargas (que en ese tiempo acababa de conocer y no era mi buen amigo), donde tomaríamos un vuelo de muy bajo presupuesto a Londres, en las insólitas vacaciones de "Todos los Santos" de las escuelas francesas. Vestía una camisa que decía SE HABLA ESPAÑOL (si el dato sirve para mostrar mi desubicación en el mundo).

2003: Hermosillo, acababa de terminar la carrera de Abogángster y lo celebré en la casa de Marcos, por alguna extraña razón había de botana tomates cherry y baby carrots (zanahorias bebés, prrrttt) bañadas de aceite de oliva y pimienta (si el dato sirve para mostrar la desarticulación de mis ideas). Vestía una camisa que yo sostengo es anaranjada pero muchos me alegan que es rosa (oh no! my eyes, my eyes!!!!)

2002: Hermosillo, carne asada en casa del Peralta en la que nos festejábamos todos los cumpleañeros de octubre del grupo de la universidad (que éramos muchos). Yo no la organicé, así que todo salió bien.

2001: Hermosillo, mi casa, de comer hubo tacos de pescado al disco hechos por Cristóbal, mi hermano, (que por primera vez cocinaba algo).

2000: Hermosillo, mi casa, último que pasé acompañado de mi mamá, su recuerdo cantándome las mañanitas nunca se desvanecerá.

1999: No me acuerdo, probablemente hasta estaba oyendo "Ooops I did it again" de Britney Spears o "Livin' la vida loca" de Ricky Martin. También los años noventa tienen una deuda terrible con la humanidad (pero los ochenta, de plano se pasaron).

1998: Hermosillo, había cumplido mis 18 años!!! ya era un ciudadano mexicano en posesión de todos sus derechos políticos. Ya podía entrar a los antros (ya lo había hecho) y ya podía beber alcohol (aunque no bebía), pero la emoción era muy fuerte. Me compré una camisa en Mazón (tienda departamental que ya no existe) y fuimos a cenar para festejar en el Henry's (restaurante que ya no existe): ¿será un signo de estarse haciendo viejo? oh no!!!

1997: Huásabas, festejo típico de esos bellos tiempos de la preparatoria que tanta melancolía me acarrean. Ese año vivíamos solos en la casa mis dos hermanos y yo, ideal para bacanales... pero era yo tan santo!!! Bebimos entre muchos una copa de cognac (si el dato sirve para mostrar mi austero esnobismo precoz).

Si ya llegó hasta aquí algún lector, lo siento mucho por él, porque ya caí en la cuenta de que me prolongué más allá de lo que recomiendan la moral y las buenas costumbres, por lo que en solidaridad con el tiempo ajeno, detendré esta larguísima perorata antes de hipnotizar de agobio al potencial lector.

3 comentarios:

Cuquita, la Pistolera dijo...

Ash, yo que estaba esperando leer en dónde habías festejado en el año 1992.

Bueno, pues tienes buena memoria hombre. Yo ya ni recuerdo el último cumpleaños... ah sí... dije que me encantaban los pasteles de chocolate y me regalaron uno. Como no tuve fiesta tuve que comer el pastel yo sola durante una semana... todavía me gustan los pasteles de chocolate.

Lo digo porque en dos semanas es mi cumple (anótalo, anótalo)

Un abrazo

Anónimo dijo...

me has puesto a pensar en mis cumples!!! es clásico que uno haga recuento de (d)añós pasado... jejejeje! feliz cumple a tí y a mí... Octubre rocks!!!

*V* dijo...

Sin duda la academia debería de haberselo replanteado y haberte concedido a ti el Nobel!! me he leido tres entradas seguidas y he conseguido reirme a pesar de que la Gripe hace estragos en mi organismo!
Así que sólo por eso, gracias :D