martes, marzo 21, 2006

Numeritos...


No es que me quiera yo poner muy profundo, pero traigo el cerebro medio desarreglado y cuando eso me pasa, me pongo a pensar cosas que suenan así como a clases de filosofía con un profesor malo y medio esotérico cuando está uno en la secundaria. Resulta que la razón de mi desarreglo cerebral es que mañana tengo un examen de econometría (todavía no sé muy bien qué es eso, pero si lo tuviera que resumir así en mis incivilizados términios diría que son muchos numeritos que supuestamente te dicen cosas interesantes para la vida, ajúuuua, sepa Dios si será cierto, pero en la escuela parece que están convencidos que la 'kaballah' científica sí existe). ¿Pues yo qué le voy a hacer? Si no tengo que entender mucho de números para saber que si repruebo este examen casi casi me ponen de patitas en la calle y me quedo sin Juan y sin las gallinas, por culpa de no entender a los fregados numeritos que me ven todo el tiempo con su mirada de 'nosotros sí somos objetivos y tú ni siquiera sabes si existes'. Y es que me da un coraje que están ahí tan ordenaditos y tan creídos en sus hojas de Excel y dando clic en el lugar adecuado quezque te hablan y te dicen cosas bien interesantes. Pero yo con eso de que soy medio miope nomás no veo lo que me dicen. Y pues me acuerdo de esa película, Pí (1998, Darren Aronofsky), como la letra griega (ya saben la del 3.1416 que te enseñan en la primaria) y que en español si mal no recuerdo le pusieron "El orden del caos". Chulo nombre!... se supone que los patrones numéricos le pueden dar orden hasta al caos, pero yo juro que a mi cabeza lo menos que han traído los numeritos es orden, sino que me han llenado de caos una cabeza que solía ser caótica por fuera, a causa de peinados de orden inasequible, pero que ahora está peor de caótica por dentro, lo cual ya es mucho decir, porque hace como 48 horas que no me peino y median una noche y dos siestas desde entonces. Así que tengo dos explicaciones: o traigo fregado el chip que se encarga de los numeritos y, estoy por quedar peor de esquizofrénico que el personaje de la película o ya de plano hay humanos que mejor nos concentramos en el argumento que en las matemáticas nucleares, o sea, que tenemos mejor desarrollado un tipo de racionalidad que otro (o no tenemos desarrollado nada parecido a una racionalidad, vamos, siempre es opción...). Ya les adverti yo desde el principio de este pegoste (traducción huasabeña de post) que me iba a aventar una de esas discusiones sin ton ni son de maestro malo de filosofía. Ahora ya ni entiendo lo que dije, así que si alguien intentó leer este intento de desahogarme de mis numéricas penas y no entendió nada, esté usted muy satisfecho, porque lo más probable es que no quiera decir nada. Lo que sí es que ahora me duele más el cerebro que antes por andar tratando yo, simple mortal, de andar dilucidando cuestiones que solamente las mentes lúcidas deben intentar despejar. Y quede claro que, particularmente en estos momentos, mi mente no puede ser descrita ni con el adjetivo lúcida, ni con ninguno que dé una idea del orden, recuerden que actualmente es puro caos. Así que los mejores apellidos para mi mente en este grandioso puente que me chuté estudiando, serían más bien: (los que me conozcan llenen este espacio en blanco, los que no, háganme el favor y sean generosos al cabo que ni me conocen y, digo, a nadie le sobra que le echen porras, aunque no sean de verdad, ya decía el hígado de Luis Miguel: "miénteme como siempre, por favor, miénteme". Les mando un abrazo apretado como torniquete y si leen esto en las próximas horas ahí les encargo una oracioncita para que no tenga que encontrarme con el verdugo mayor de cualquier estudiante: calificación < ó=5 que son los números que menos ganas tengo de ver....

1 comentario:

Dalia dijo...

Estimadísimo colega de red,
Este oficio mío me ha alejado de Internet y cuando he vuelto, me encuentro que has estado de un inspirado subido(la envidia me corroe) que te ha hecho parír varias entradas de lo más curiosas e interesantes. ¡Felicidades por la boda de tu padre!, que sea para bien. Estabas muy elegante en tu traje.
Espero que el exámen aquel fuera exitoso. No te envidio en absoluto porque siempre odie cosa que tuviera que ver con números y así me cambié a griego antiguo que era la única opción existente cuando estudiaba. Piensa que aunque parezcan horas perdidas de tu vida, esta maestría te traerá un buen oficio, al menos economicamente hablando, y sino cualquier cosa es mejor que dar clases a niños. Te lo aseguro.
Un abrazo