Trascendió ayer en la prensa (me encanta decir trascendió) que los de British Petroleum finalmente habían podido clausurar la fuga de "petroleum" que tiene tres meses inundando el Golfo de México, pintando de chocolate a los pelícanos de la zona. También dijeron que había que ser prudentes, a lo cual yo pensé: "ay Dios mío, el burro hablando de orejas". Se referían, claro, a que no había que echar las campanas al vuelo de alegría porque (esto no lo dijeron, sino que yo pongo palabras en su boca ante la omisión expresa) el tapón pronto se nos descorcha, sale flotando en alguna playa de Florida y el petroleum británicum seguirá fluyendo un rato más porque todavía quedan quince pelícanos que no se han embarrado y están esperando poder salir en las fotos.
La verdad es que, de momento, no están los de BP para pedirle prudencia a nadie. Deberían cuidar más ese fraseo, porque si alguien ha pecado de imprudente este año son ellos (además de Evo Morales con lo de las hormonas en los pollos que causan homosexualidad, Hugo Chávez con su abundantísima batea de babas, los norcoreanos hundiendo a punta de misilazos a sus casi compatriotas del sur, el ejército israelita haciendo lo propio contra activistas turcos... bueno, la lista es larga). Digo que la prudencia es una virtud de la que han carecido, porque no es prudente derramar esas cantidades de crudo ni de cocido en ningún lado. Sin contar que tampoco han sido prudentes las declaraciones del tipo que dirige BP, ni prudente es considerar imprudente la esperanza de que de una vez por todas cierren esa maldita fuga y empiecen en serio con el control de daños.
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