jueves, julio 01, 2010

Cosas que quiero hacer y no he hecho

Si alguien vio la película The Bucket List va a pensar "ah que Rafa tan pirata". Pero ¿y qué, y qué, y qué? La idea de hacer una lista sobre las cosas que uno quiere hacer y que no ha hecho me la trajo a la memoria Olga, una de mis mejores amigas y que se ha convertido hace un tiempo al bloguerismo. Es, además, un excelente escape de la imaginación para regodearse con lo que vulgarmente se conoce como "soñar despierto" y, por otra parte, escribirlas sella una especie de compromiso con uno mismo que te amarra a tu obligación de no andar perdiendo el tiempo, ni dejando ir la vida así nomás como así. Y es que no hay derecho, no somos Matusalén y no vamos a durar 900 años sobre la faz de la tierra. Ni va a pasar, por más que algunos imprudentes seguramente lo desean, lo que Saramago escribió en Las intermitencias de la muerte, en que en un país determinado la gente dejó de morirse. ¡Dios nos guarde!

Así que mejor empiezo, porque yo es que tomo una digresión y me voy yendo hasta que termino por hartar a los que esperaban encontrar algo de sustancia en mis conversaciones:

1. Tener un gato. Tal vez se llame Misifú o Juansintierra, pero es un animal que me gusta mucho. Lo malo es que creo que aún no estoy listo para la paternidad gatuna porque la sección de alimentos para animales del supermercado me da como asquito y pensar qué voy a hacer con la mascota cuando salga de viaje me provoca harta pereza.

2. Irme a vivir un tiempo a la Provenza francesa y otro tanto a la Toscana italiana. En la primera me gustaría irme a la pizca de la lavanda así por más que sude en mis labores agrícolas seguiré oliendo a tienda de productos aromáticos. En la segunda, me gustaría dedicarme a la pizca de la aceituna y tragar cantidades industriales de aceite de oliva artesanal. Como verán, no escogí estas regiones por el puro glamour, sino por combinar (y convinar) éste con mis aspiraciones netamente campesinas.

3. Retirarme en Huásabas a la vida contemplativa, a leer y a escribir. Es un poco complicado querer retirarse cuando la vida laboral apenas ha comenzado y la tendencia es a ir aumentando la edad de jubilación hasta los confines de la esperanza de vida pero, bueno, hay que ir pensando en el futuro por aquello de que sea cierto que la vida se va en un abrir y cerrar de ojos, no vaya a pasar que en un par de pestañeadas se llegue la hora y nos pille desprevenidos y tenga que andar rondando las oficinas protestando para que no me jubilen.

4. Conocer Estambul y quedarme ahí un par de semanas. Ok, los planes empiezan a hacerse razonables.

5. Escribir un libro, plantar un árbol y tener un hijo. Mmmmhhh... creo que eso ya lo había dicho alguien más. Y ahora que lo pienso, aunque mis dos hermanos se disputan conmigo haber plantado el olmo (que en realidad es fresno) que está en el patio de la casa, yo sigo sosteniendo que fui yo el que lo plantó. Por lo menos, fui yo quien lo llevé a la casa, porque he de conceder que nunca fui muy bueno para los trabajos manuales. Lo de escribir un libro puede ser remplazado por un blog, que requiere menos trabajo concienzudo de edición pero que suma muchas horas sentado frente al teclado, por lo que no se le debe restar ningún mérito. Un hijo, ¡caray! También me da cosita la sección de alimentos para bebé del supermercado y, muy especialmente, la de pañales.

6. Estudiar algo más. No sé si otra maestría o un doctorado, tal vez solo una especialidad pero poner a trabajar a este cerebro con rigor académico aceptable.

7. Hacer servicio comunitario (de preferencia voluntario y no ordenado por algún juez como castigo por mis actos).

8. Aprender a cantar. Urrrrrge. O si no, por lo menos, tomar clases de canto, que no es lo mismo ni es igual.

9. Subir de peso y enderezarme las rodillas genéticamente deformes. Añadido muy recientemente.

10. Ir a una fiesta de disfraces, vestido con un disfraz de verdad y no con uno que haya que echarle imaginación para entenderlo.

Aquí le paro, porque si pongo muchas cosas me abrumo, empiezo a hacer cuentas y no me salen.

5 comentarios:

OJ Gonzalez-Cazares dijo...

Excelente ejercicio, no?? es increible como al hacerlo se da uno cuenta de todo lo que dejamos de hacer por buscar el momento adecuado para hacerlo, o todavia peor, por no hacer otra cosa que no sea perder el tiempo en trivialidades tales como trabajar para vivir. Un beso gigante! ps - encantada te acompaniamos a Estambul y asi le doy "check" a uno de los mios tambien ;)

RBD dijo...

Jajaja, es cierto que tú también quieres ir a Estambul!!! Ahora no sé si sólo te copié la idea o también sus puntos específicos, jaja. No, de hecho, a Estambul hace rato que le traigo ganas, sería genial ir juntos, the three amigous!!!

Rafa

Anónimo dijo...

Hermano!!
Me encantas...
Simplemente: Te amo

Anónimo dijo...

Me encontré por casualidad este blog. Me pareció necesario dejar un comentario para alguién con quien comparto el gusto por las cosas buenas de la vida. La "dolce vita" diría un buen amigo, al mejor estilo del padrino. Pero para eso hay que ir a lo más profundo del monstruo, se disfruta en el contraste. Terminar sentado en una silla o contemplando el jardín sabiendo que nada humano nos ha sido extraño.

Miguel Beltrán

RBD dijo...

Hermana: Yo también!!! :)

Miguel: Qué gusto que hayas llegado, así fuera por casualidad, a este blog. Sería genial la escena de terminar una vida muy larga, con una naranja en la mano, jugando con un nieto, en una casa encantadora de Sicilia (o de Huásabas, en mi caso). Un final de película (literalmente).

Rafael Barceló Durazo