Ya sé que van a decir que no aprendo. Que si ya sé que las visitas a mi cacahuatero de confianza siempre toman rumbos insospechados, debería evitarlas. Pero no están tomando en consideración que no se puede vivir sin cacahuates estilo japonés y coca cola a la hora de redactar documentos. Tampoco se me puede reclamar que no vaya a alguna otra tiendita por mis cacahuates para evitar referencias ambiguas sobre mi peinado y lo no apropiado de éste para mis labores, o referencias muy claras sobre la palidez de mi piel. No, porque en ningún otro lugar he conocido otro cacahuatero más diligente para brindar el servicio que le requiero. Apenas ve que me voy acercando y rápidamente saca la coca cola del refrigerador junto con una bolsa de mis cacahuates favoritos (con un twist picosito que los hace muy interesantes). Ni siquiera he llegado al puesto cuando ya los tiene en la mano, listo para dármelos, y eso es algo que yo valoro mucho. Una aplicación radical de conocimientos de mercadotecnia: conoce a tu cliente, hazlo sentir especial. Ni siquiera me pregunta "¿lo de siempre?". No. Él sabe que voy por lo de siempre. Además, se ahorra ese tiempo de preguntas para hacer sus observaciones o comentarios del día.
Hoy empezó bien, me dijo que yo nunca iba a engordar (claro, conforme con su estilo, lo hizo después de cuestionarme porqué tomaba coca cola light en vez de la regular). También le pareció acertado hacer un chiste de "mexicanos". Inmediatamente supe que llevaba las de perder (yo, obviamente). Además, se disculpó anticipadamente "yo sé que usted es mexicano, pero...". El "pero" y unos puntos suspensivos me dejaron temblando. No entendí muy bien el chiste pero era algo como que un gringo (estadounidense) se puso unos cartones en la cabeza y dijo "¿parezco mexicano?". No sé, supongo que se referiría a las condiciones de indigencia en las que según algunos gringos vivimos todos los mexicanos. Este cacahuatero será un excelente comerciante, pero sensibilidad política o humana no tiene ni un ápice.
Pero, en su defensa, debo decir que es un tipo muy simpático. Continuando con lo políticamente incorrecto de su chiste, me comentó que él le quería mandar un correo electrónico a Barack Obama (mi cacahuatero no se amedrenta con nadie) y le iba a explicar que los nicaragüenses en Costa Rica, son como los mexicanos en Estados Unidos. Sólo que aquí era peor, porque Costa Rica era un país pobre. Yo a mi cacahuatero sólo lo escucho, ya aprendí a no interpelarlo. Tampoco le pido mayores explicaciones de sus observaciones. Me da miedo. Me dedico posteriormente a reflexionar en sus análisis, con la creencia (esperanza sería más adecuado) de que tal vez sea un Pessoa, un Wittgenstein, un Van Gogh, no sé bien qué, algún tipo que es un genio pero que decidió dedicarse a la venta de cacahuates y abandonar los reflectores que les corresponden a los incomprendidos genios que están muy adelantados a su tiempo.
No supe, ni quise saberlo, por qué motivos quería informar al presidente estadounidense de las condiciones migratorias de los nicaragüenses en Costa Rica. No sé si compararlos con los mexicanos en Estados Unidos sería de algún provecho. Pero he de decir que mi cacahuatero, como lo hace casi siempre, me dejó pensando.
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2 comentarios:
ese cacahuatero con infulas de asesor presidencial y Polo-Polo wannabe me tiene muy intrigada tambien... uno nunca sabe, tal vez su funcion en este mundo es el de ser tu musa (o se dira muso???)
Yo digo que si le escribas a Obama...y a ver que pasa!
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