lunes, enero 10, 2005

De paseo en excursiôn.

Vivir en Hermosillo, bien lo sabe Dios, es bonito pero te priva de algunos placeres que puedes disfrutar casi en cualquier parte del mundo. Por ejemplo, hacer una excursiôn o paseo para reencontrarte con la naturaleza, es una opciôn bastante difîcil. Sobre todo porque la naturaleza de los alrededores es bastante espinosa, escasa de sombra y tan abundante en grados centîgrados que se antoja poco recorrerla. Ahora vivo en este pequeño pueblo francés, en medio de montañas. Aquî es el frîo el que te recomienda mâs quedarte en casa que salir a pasear, pero a la vez, los paisajes y pequeños pueblitos de los alrededores te convidan a recorrerlos. Sin olvidar que tampoco hay muchas cosas por hacer, aparte de recorrer el campo. Ademâs, no falta la semana en que algûn conocido te llame para invitarte a alguna excursiôn. Mînimo, una vez por semana te vas a hacer tus caminatas de dos a seis horas. Ya tengo reservados los dos siguientes fines de semana para excursiones. Ayer fui a una también. Estuvo bien porque si bien el inicio fue todo de subida, llegamos a una meseta que era posible de ser caminada y platicada al mismo tiempo con una magnîfica vista de una montaña bastante bonita en la que estâ la estaciôn de esqui mâs famosa de la regiôn. En esas excursiones conoces la profundidad de un paîs. Llegas a caserîos de cuatro casas en las que te recibe un perro ladrando, cual escena de Don Quijote. Eventualmente, puedes platicar con los campesinos cuya lengua materna no es el francés, sino un dialecto llamado Patois, que es mucho mâs similar al español que al francés y que ahora sôlo hablan los viejos que viven en lugares apartados. También pude comer frutas rojas silvestres, como moras, cassis, fresas silvestres o avellanas y nueces y hasta una manzana cercana al estado de descomposiciôn. Y te encuentras en lugares recônditos torres de castillos medievales con enredaderas que entran por una ventana y salen por otra o iglesias que van a cumplir ya un milenio de haber sido construidas y a cada tramo cruces de piedra a orillas del camino que señalan los lugares en los que se hacîan peregrinaciones o que formaron parte del Camino de Santiago y que son testigos de siglos que han contemplado inmôviles e inmutables la historia de la humanidad. No es tan malo vivir en el campo, después de todo, aûn cuando sôlo tengas como opciôn un par de trenes cuando quieres escaparte. Empiezo a entender que a un buen lugar lo hacen mâs las vivencias que los atractivos turîsticos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Ra!

¿Cómo sabe una fresa silvestre? ¿y las avellanas? Siento en tus escritos la pedantería que te caracteriza(jajajaja, con cariñito lo digo ehh, no te me sientas) por varias cosas como a eso de que "a un buen lugar lo hacen más sus vivencias que sus atractivos trurísticos" cálmateeee, claro que tiene que verlas vivencias pero con ese escenario, quién no las tiene? je...No no no, lo que tú en el fondo sientes es que a un buen lugar lo haces tu mismo, tú RBD, jajaja, cómo está eso que St. F, es la segunda capital del mundo??? te digooo, eres un egocéntrico, jajaja, pero pues ya sabes que así te queremos ;)

Sigue dando de qué hablar Ra, y qué leer. Un abrazo!

Haz.