No, pos ya estuvo bueno de esta ausencia dolorosa, de esta separación ingrata entre este blog y el autor de sus días (¡oh, soy 'autor de sus días' de algo! ¡yu-jú! Con eso ya no necesito ni tener un hijo, ni plantar un árbol, ni escribir un libro, fiuuu ¡qué relax!). Quisiera explicar alguna razón convincente y arcana de porqué no me había yo puesto a escribir algo en este rinconcito apacible que es el refugio de la vanalidad y el cómodo resort all inclusive de las ideas sensatas, pero la verdad es que no la hay. No es que mi vida se haya convertido de pronto en Misión: Imposible, en versión más realista y, obviamente, con menos presupuesto, ¡no, qué va! Pero es que no hace falta ser un agente encubierto tratando de evitar la próxima pandemia humana para tener una anécdota digna de ser contada.
Fácilmente podría haber redactado una entrada sobre cómo ayer me hice hora y media para llegar a la universidad, en un trayecto que normalmente toma 22 minutos (cronometrados con reloj suizo), por culpa de un carro-carcacha modelo 1980 o anterior que se quedó tirado en Avenida Constituyentes, obstruyendo de milagrosa manera tres carriles. Esa anécdota vende, por lo menos por empatía entre los habitantes de las ciudades-víctimas del tráfico pesado, sobre todo si la acompañaba de un acucioso análisis (que no he hecho) sobre las ineficiencias que le han impuesto a la humanidad las aglomeraciones urbanas (o el monstruo del Lago Ness, aunque ahí hubiera perdido un poco el quid del asunto).
O hubiera podido escribir casi un tratado sobre el fin de cursos de la materia que di (como consagración de la adultez que estoy festejando con oscuras ojeras que adornan los balcones de mi alma - metáfora cursi para decir 'mis ojos'). Ooots, esa anécdota hubiera sido capaz de sacarme hasta un diagnóstico de la educación superior en este planeta y hasta en otros sistemas solares (para el segundo semestre les prometo los análisis intergalácticos). Pero tampoco lo hice.
Y todavía me quedaban varias opciones: 1) viaje a Cuernavaca, 2) ver Blackjack 21, una de las peores películas que la cinematografía moderna ha sido capaz de elaborar (que para lo malo, yo digo, también hay que tener talento, lo que pasa es que el mal cine ha sido sub-valorado), 3) comer en un restaurante en el último piso de la decadente Torre Latinoamericana, que fue durante mucho tiempo el edificio más alto de Latinoamérica y que resistió los embates del terrible terremoto de 1985 (agrego foto - de la comida no del terremoto, que lo despeinado yo en particular no se lo debo a los movimientos telúricos), 4) encontrarme a Ana Gabriela Guevara y sentarme a un lado de ella en un Starbucks (sí, fui a un Starbucks ¡shame on me!), o ver a un actor de novelas que nadie conoce, pero que ya averigué y se llama Eugenio Siller. 5) O, simplemente, que es gracioso que cuando le pides a un mesero que te tome una foto, todo el equipo del restaurante considere oportuno posar alegremente para la misma.
En fin, que pretextos para soltar mi choro mareador he tenido y varios. Pero la inspiración para escribir cuando no llega, pues nada más no llega (y, bueno, esta tautología no creo que nadie me la pueda rebatir). Sin embargo, como ya me ardía el amor propio por el síndrome de abstinencia de mi blog, tenía que escribir aunque fuera esto... sí, aunque fuera esto...
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6 comentarios:
Yeeeeeyyy, qué bueno que regresaste. Ya me preguntaba dónde andarías.... ¿y que fuiste a un Starb.......quééééééé?? No, no, no. No lo vuelvas a hacer, esos lugares son los que atentan contra la vida de nuestros cultivadores de café....
Punto número 6, decidiste dejar un post en el mero día en el que estamos a la mitad del año (dato ñoño del día)
Es bueno no olvidar estos lares, aunque sea para decir lo que dijiste.
Saludos!
Hoooolaaaa
Es bueno saber que regresaste!
Los mejores deseos para esta nueva etapa del año!!
Cuquita:
Gracias, sorry por el desliz!!! jeje.
Pintosevich:
Muy buen dato, eh! lo de la mitad del año, debería festejarse como año nuevo, propongo que se llame año medio.
Mónica:
Muy buen resto del año para ti también. Saludos hasta Querétaro.
Un abrazo,
Rafael Barceló Durazo
Tienes toda la razón, no te han faltado buenos temas como para hacer varias entradas entretenidas e incluso divertidísimas como la del carro que cuentas pero es verdad que cuando la musa tiene unos días cruzados poco se puede hacer para ganar sus favores,
no obstante, como veo que sigues escribiendo veo, para nuestro placer, que ha sido sólo algo temporal.
Habrá que celebrarlo.
Un abrazo
Hola! Por lo que veo, esto se parece cada día más a una conversación jajaja. Tú también pones fotos :-)
No sé en México, pero aquí el café de starbucks es espantoso (aguachirle) En fin. O sea, que me recomiendas persépolis...A ver si la consigo.
Un abrazo,
p.
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