La entrada previa de mi blog provocó algunos comentarios con puntos que me resultan atractivos de discutir (que no de responder) y que como Dictador Supremo y Su Alteza Serenísima de este blog me propongo a discurrir:
1. Agradezco la buena opinión que se expresa sobre mí en algunos (tal vez justificada, tal vez más benévola de la que merezco [sugiere siempre mi molesta modestia radical, en fin, qué puedo saber yo si soy el más subjetivo de mis jueces, siendo a la vez el sujeto y el objeto de mis juicios]. Pero el punto es que los agradezco y no dejan de provocar en mí sentimientos agradables, debidos a alguna especie de arrogancia de la que nunca he podido desprenderme y, a estas alturas, no me parece que vaya a poder desvanecerse jamás.
2. Estoy convencido de que la comunicación amena y eficaz (por el medio que fuere) hace la vida de nuestros prójimos más agradable y también la de los que escribimos. Por eso no demerito el papel de mi blog. Al contrario, los blogs son formidables en el sentido mencionado porque son espacios de interacción muy versátiles: nos brindan humor, información, solaz en las horras de aburrimiento o falta de inspiración, nos acercan a los sentimientos, a las vivencias y a las emociones de los demás. Ese mérito es, en términos agregados, tal vez mucho más valioso que las acciones grandilocuentes.
3. También soy un convencido de que individualmente es importantísimo el papel que jugamos en nuestro contexto inmediato y, en lo personal, no estoy insatisfecho con la manera en la que he interactuado con mi familia, mis amigos, mis blogmates y/o mis compañeros de escuela o trabajo. Sin embargo, lo que trataba de expresar es ese sentimiento de insatisfacción (que está ahí y sigue ahí) por la frustración de no ver una mejora patente en alguno de los aspectos de "la realidad" que se muestran tan necesitados de una transformación radical.
El punto es que esa sensación de que hay algo incompleto en mis proyectos personales no es el resultado de un mal día, sino tal vez de haber planteado objetivos equivocados en las líneas estrategicas de mi vida. Si es tarde para remediarlo, me parece que todavía no me doy cuenta. Pero el blog ha resultado una extraña manera de analizarme a mí mismo (¡en público! ¡oh no, qué falta de pudor!).
4. Prometo hacer un relato más ameno para la próxima porque como el fin de semana pasado fue "puente" me fui como bólido disparado hasta Acapulco y aunque no estoy bronceado, porque mi piel no tiene idea de lo que es eso, regresé como regreso casi siempre de mis escapadas: con una sonrisita picarona de satisfacción.
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3 comentarios:
el niño de la gran sonrisa vino a Acapulco y no me aviso!!!!! estoy molesta!!! jajajaja!
¿Así que esto viene a ser como un diván? Pero raro. Porque entonces tus lectores venimos a ser algo parecido a un psicoanalista detrás del diván... semos muchos. Je.
Saludos
Que envidia.Tu en Acapulco y yo entre la nieve con temperaturas bajo zero. No te da pena?;)jajaja!!!
Saludos.
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