Los tres componentes de este título hacen referencia a los tres elementos que hacen su presencia más fuerte mientras esto escribo. Vamos con el primero: mariscos. Pues resulta que dando vueltas por el centro histórico tratando de encontrar cada vez más lugares, di con un edificio de muy ornamentada arquitectura que me llamó la atención porque se podía ver desde afuera que había una exposición de pinturas en su interior. Me acerqué al guardia que cuidaba la entrada con una cara de evidente indiferencia para preguntarle que si qué era ese edificio. Me respondió que era el Casino Español. Ya había escuchado bastante sobre su restaurante, por lo que me dije a mí mismo que comer ahí, aunque fuera con las soledades de mi hora de comida, podría ser una buena y gastronómica manera de conocer el lugar. Así que me dirigí al restaurante que estaba en el primer piso, no sin antes contemplar la belleza del lugar que es mucho mayor que lo que se puede ver desde afuera. Tiene esas escaleras de las que parece bajará corriendo en un ataque de histeria Carlota de Bélgica (aunque cuando fui a Bruselas le llamaron, para mi desasosiego, Carlota Emperatiz de México, jah!) sosteniendo sus abultadas faldas llenas de crinolina, molesta por haber descubierto que Maximiliano de Habsburgo tenía de fiel lo que ella de cuerda. Aparte de esas escaleras majestuosas tiene un bonito vitral en el techo, unos arcos decorados de cantera muy garigoleada y un salón de fiestas con piso de duela de muy abundantes dimensiones, rematado por un techo tan churrigueresco que parece se te caerá encima y al fondo el retrato de sus majestades los reyes de España, que por algo llevará el nombre de casino español. Pues el caso es que ahí me comí una comida corrida que en todos sus tiempo llevaba algún (o algunos) mariscos, excepto en el flan que me dieron de postre que ya hubiera sido un abuso. Pues debo haberme comido a un integrante de cada especie marina porque tengo el estómago que parece que va a explotar (un poco de gozo y otro poco por la falta de espacio).
El segundo elemento del título hace referencia a la padrísima banda sonora de la película The Royal Tennenbaum que tuve a bien conocer hace un par de días y que pedí prestado con la intención de nunca jamás regresarlo, porque es encantador, mucho más que la película que tanto me gusta. La música se parece un poco a mi vida, un poco de todo: comedia, dramas de sutil complicación, tragedias inexistentes, gestos melosos, qué sé yo, embonó perfecto con lo que andaba buscando lo que me queda de sensibilidad artística.
Finalmente, el tercer elemento, o sea, el sueño en los párpados es resultado de la combinación de un fin de semana excelente con actividades varias que incluyó hermoso concierto de Luis Eduardo Auté en el no menos bello Teatro de la Ciudad. No conocía personalmente en persona a ninguno de los dos, aunque la música del primero me ha acompañado a lo largo de muchos momentos de mi vida y es código compartido con amigos entrañables. También recibí la digna presencia de Su Majestad la Petra, reina soberana de los territorios de Durango, en México, y de Cholet, en Francia que me hizo reír todo el fin de semana. Pero como tenía que terminar un trabajo que es el penúltimo pendiente de la maestría, mis horas de sueño no fueron adecuadas y después de comer te das cuenta de manera fehaciente que los Barceló podemos perdonar a todos excepto a un buen sueño.
Y como dicen comúnmente los corridos en su último verso: "ya con esta me despido..."
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5 comentarios:
¿Quiénes somos tus amigos entrañableeeeees Rafaaa? :P jajajajajja
Entonces... ¿el Casino Español es recomendable?¿Cómo que comida corrida?¿Tuviste indigestión? Si te dieron tantos mariscos y luego algún flan con leche dicen las malas lenguas que eso, justamente eso, hace corto circuito.
Saluditos
Que buena y entretenida revoltura de ideas! me encanta tu bloG aunque no siempre tenga un comentario culto e interesante sobre tus entradas como los de tus demás fans!...but i love u so bro!... missing you!...bye bye
at: tú hermana y fan más bella =D, Miriam.
pd. el anterior adjetivo no lo pienso compartir Tere, ese si que no! lo siento!.. jaja
Un excelente fin de semana, ¡qué caramba! Pasear por una gran ciudad, descubrir sus múltiples identidades y curiosear por esos lugares peculiares es una bonita manera de entretener el tiempo.
Y disfrutar del arte de Aute es una buena guinda.
Un abrazo.
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