Siempre es bueno regresar, aunque sea con la cara cubierta de vergüenza por saberme un desobligado con mi blog que tantos placeres me ha procurado a lo largo de estos últimos cuatro años y medio. No es por presumir (bueno, sí) pero esta entrada la escribo desde mi brand new computadora de Apple, que compré casi exclusivamente para sentir que volvía de nueva cuenta a la escuela. El caso es que como siempre había usado Windows, acostumbrarse al sistema de Mac es algo que toma tiempo y, por ejemplo, aún no sé como usar el invento más útil del siglo XX: el ctrl. C y el ctrl. V.
Ahora bien, qué es lo que ha pasado en la vida de Rafa durante este mes de desaparición de la blogósfera. No es que piense que les interese a ninguno de los cuatro lectores, pero considero mi obligación moral darle a esto algo de coherencia cronológica y que mi vida vista a través del cristal de mi blog no parezca una cosa llena de huecos y misterios que ningún Sherlock Holmes se daría a la tarea de atender (básicamente por falta de interés).
La principal causa de mi desaparición es que salí de vacaciones, primero a Miami, luego a Chiapas, luego a Acapulco, luego volví a mi última semana de trabajo en la Suprema Corte y ahora acabo de terminar mi primera semana de formación en el Servicio Exterior Mexicano (SEM para los cuates). En ese tiempo recibí la visita de mi hermana y también de mi sobrino de catorce años, el cual me hizo hacer cosas como subirme a la Montaña Rusa de la Feria de Chapultepec, en el cual oí a mis vértebras decirme insultos que no puedo repetir en este lugar tan decente.
Como siempre ha sido mi costumbre emitiré algunas opiniones no solicitadas sobre los lugares que visité, empezando con Miami que es una extraña mezcla de lo estadounidense con el mundo latinoamericano que realmente hay que visitar. El primer mundo pero tropical. Una ciudad completamente plástica en el que la mayoría de la gente no es que le tengan culto al cuerpo, eso sería decir poco, sino que viven para parecer salidos de las secciones de publicidad de las revistas. Además, playa al fin, todo mundo está completamente bronceado y si yo me siento Gasparín, el fantasma amigable, en cualquier cuidad, ya se podrán imaginar el escarnio colectivo del que podía ser objeto en una playa de arenas blancas en el que me podía camuflajear en la arena con mi color de archivista cautivo. Claro que esta vez fui radical y pasé ocho días tirado al sol tratando de ponerme a nivel de los miamitas (lo cual era imposible) y me enorgullece mucho al final poder decir que estaba "aceptablemente" bronceado y que si se fijan bien todavía conservo algo de ese bronceado (aunque nadie más lo nota que yo, pero no importa para eso tengo el egocentrismo que me resulta tan útil.
No diría que Miami es una ciudad muy interesante, porque es más bien un enorme resort, en el que se disfruta de la playa, las tiendas y la gente guapa en ambiente de fiesta. Sin embargo, fue un viaje muy divertido, con enormes cantidades de mar tibio, de arena, de compras (buena parte de las cuales perdí en el avión de regreso, tema en el que prefiero no abundar por razones de equilibrio mental), de fiesta y de dispendio de dólares en una semana en el que la tasa de cambio se comportó completamente en mi contra, como si me hiciera falta que el mercado internacional de divisas fortaleciera la tendencia de mi movilidad social descendente.
El mismo día que llegué a Ciudad de México de Miami me fui a Chiapas, con parada obligada a mi departamento a cambiar de maleta. Se supone que había un tremendo brote de influenza en ese Estado de la República en esos días, pero bueno me fui acostumbrando a que ni las tasas de cambio ni los comportamientos epidemiológicos se sincronizaran con mis vacaciones. En realidad, nunca vi nada relativo a la influenza y ni esa ni ninguna otra gripa me ha atacado desde entonces. Chiapas es un verdadero paraíso. No se me ocurre otra expresión menos corny para describirlo, pero es que es un lugar genial. Mientras gozaba cada uno de los hermosísimos lugares que pude disfrutar, me recriminaba no haberlos visitado antes, porque no está bien que haya lugares tan bonitos, tan cerca, y que uno vaya por la vida distraído sin conocerlos. Visité primero el Cañón del Sumidero que es una maravilla de la naturaleza que escapa la descripción de mis torpes comentarios. El recorrido duró dos horas en una lancha que iba a una velocidad no recomendada para mis riñones, porque aquello botaba que daba gusto, sobre todo hasta al frente que era donde mi curiosidad me había llevado a sentarme. Pero esas incomodidades no eran nada comparadas con la experiencia de entender que somos unos minúsculos mamíferos en medio de algo mucho más grande y majestuoso, que normalmente no contemplamos porque estamos obnubilados por nuestra egolatría.
Después fuimos a San Cristóbal de las Casas que, hasta donde conozco, es el pueblo más bonito de México. Una mágica combinación de un pueblo colonial, en las altas montañas húmedas de las sierras del sur, con un elemento indígena casi omnipresente, conviviendo armónicamente con restaurantes de alta cocina, o pequeñas y auténticas trattorias italianas, cafeterías con el mejor café de México, misiones dominicas del siglo XVI y explosiones de color a cada paso.
También conocimos las cascadas de Agua Azul y Misol Ha, ambas son espectaculares, te llenan los ojos, pero fue esta última la que más me emocionó. Parece una fantasía montada para una película con ese enorme salto de agua que cae a una alberca de agua cristalina, con paredes folladas de musgo, líquenes y enredaderas y adornada con una hermosa gruta ahogada con un agua serena.
Para terminar el viaje fuimos en carro hasta Palenque, una de las ruinas mayas más famosas de esta civilización. Es impresionante porque es una ciudad que fue cubierta por la jungla exuberante que la rodea y que había escondido estos vestigios impresionantes, en los que se supone sólo se puede contemplar el 2%, ya que el resto sigue cubierto por la selva, con árboles de raíces poderosas. La belleza geométrica de sus construcciones civiles, religiosas y militares asomándose entre árboles exóticos de maderas duras y alturas impresionantes es también una experiencia que hay que vivir.
Yo aquí ya noté que me excedí, por lo cual pienso suspender este recuento para otra entrada porque no se trata de agobiar a nadie solo porque yo la pasé increíble y mejor me hago a mí mismo la promesa de no andar desapareciendo así como así de manera tan malagradecida de este mi rincón público de ceros y unos donde van constando mis fortunas y desdichas.
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5 comentarios:
Hola Rafa!
Qué alegría que ya estás de vuelta para contar tantas cosas interesantes. Miedo me da a mí cuando mi sobrina cumpla los 14 y quiera subirse a la montaña rusa. No te digo más.
Un abrazo,
P.
Hola Rafa,
Realmente vuelvo a ver tu blog después de tanto tiempo. Me da mucho gusto que estés muy bien, felicidades por tantos logros y porque estás cumpliendo tus sueños, algún día me enteraré que te nombran todo un embajador.
Yo super bien(en toda la extensión de la palabra) y muy clavada en la antropología, luego te mando una invitación para un evento que tendremos en la escuela (y que organizo con otra amiga por supuesto) es en octubre y voy a hablar del santo, el enmascarado de plata, a ver si te animas a ir.
suerte
Caro
ps. cerrar ciclos es bueno no?, si, en esas ando.
Hermano en Huásabas me di cuenta que muchas personas te leen y tú ni en cuenta, ya les dije a unas pocas que te dejaran comentario pq luego piensas que tienes 4 lectores cuando realmente es ese numero multiplicado por miles... bueno sólo pasaba por aquí para recordarte que sigo siendo tu fan # 1 y aunque no siempre dejo comment siempre estoy pendiente de que escribas y te extraño cuando no lo haces (como yo sé que muchas personas lo hacen)...
Un beso desde Hillo. donde espero verte pronto...
TQM... lil' sis
Leerte es siempre un placer, porque siempre mezclas información, sentimientos personales, sentido del humor y excelente narrativa (o como se diga...que parezco yo aquí crítica de blogs cuando sigo siendo una pobre aspirante a lo que sea)
De lo que cuentas de tu viaje por Chiapas, me han contado cosas parecidas los amigos que han estado por allá, que hay paisajes espectaculares, pueblos preciosos... ¡me encantaría poder viajar allá! Algún día lo haré, y espero que sea pronto.
Besos.
Y sigue contando.
ah...lo de trabajar con un Mac...no sé, no sé...
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