Cuando no hay mucho qué decir, es una buena opción callarse. Pero resulta que para algunos, me incluyo, el silencio es una especie de castigo demasiado difícil de sobrellevar. Y se buscan razones para hablar y es un ejercicio demasiado sencillo porque siempre se encuentran. Buscando en el pasado encuentras memorias; en el futuro encuentras especulaciones y en el presente un sinnúmero de acontecimientos que por razones diversas llaman tu atención y aflojan tu discurso.
No hace falta más que abrir el periódico (el sitio web, claro) para empezar a opinar de lo atrasada que está la humanidad cuando te enteras de la cantidad de muertos que han cobrado los inmorales ataques de Israel en la franja de Gaza, causados en buena parte por los inmorales ataques de los grupos violentos de Hamas. Y das click en otro lado sólo para encontrar al pormayor la palabra "crisis" que hace algunos meses se ha hecho omnipresente en páginas de periódicos y conversaciones de café. Y empiezas a hablar sobre cómo una crisis de esta naturaleza puede mandar a millones a la pobreza y dejar a los que ya lo están sin la esperanza de poder salir de ella, y hacer este mundo más injusto de lo que ya venía siendo. Y puedes hablar del egoísmo como causa del acaparamiento y de los gobiernos miopes que no fueron capaces de regular el desastre sólo por los vendajes ideológicos que tan bien le sentaron a los patrimonios de los que supieron aprovecharse.
O tal vez den ganas de hablar de los deportes (me excluyo por completo) y de cómo tal decisión fue equivocada o fantástica para poner a tu equipo en los últimos o primeros sitios del ránking. O de lo lucidos que estuvieron los últimos eventos de la "Sociedad" (con mayúsculas claro, que la gente bien se lo merece) y gastarte media hora de tu tiempo y el de tu interlocutor discutiendo la inutilidad de enterarte de la vida de la aristocracia y de las "celebridades", sólo para al final darte cuenta que en el fondo disfrutaste la conversación sobre los pormenores de las relaciones sentimentales de quién sabe quién, que no conocías sino a través de las falsas vitrinas de las revistas del corazón.
De los últimos ejecutados del narcotráfico ya no dan ganas de hablar, porque hace tiempo perdieron la calidad de noticia, con su constante y cada vez más aparatosa capacidad para generar violencia y terminar la vida de seres humanos, que no deben ser tan diferentes de ti y de mí, pero que se han convertido simplemente en una cifra roja, con menos importancia que el cronómetro que marca la cuenta regresiva para celebrar el Bicentenario de la Guerra de Independencia. Hablar de eso sería tan absurdo como hablar del tipo ése que va por la vida nombrándose Presidente Legítimo de un país que con siglos de historia ha mostrado que lo que le sobra son políticos y lo que le faltan son estadistas.
Y una vez descartados todos esos brillantes temas, no se queda uno más que con la opción de hablar de la italiana que es prestadora de servicios sexuales en un mundo virtual llamado Second Life, que seguramente estará lleno de gente que se ha quedado en este mundo sin razones para hablar y que deberá encontrarlos en un mundo ficticio y digital en el que, si tiene buena suerte, podrá encontrarse con la italiana y tener al día siguiente una verdadera razón para abrir un blog y contar su experiencia de pagar por amor-sexo virtual.
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