El título de esta entrada (estoy muy orgulloso de mí mismo) no se refiere ahora a ningún logro académico en Columbia. A pesar de que he tenido algunas buenas notas, ya estuve todo lo volado que pude estar con el "very good!" de mi examen de Derecho Internacional. Además, el mundo escolar ha sido donde siempre me he podido desenvolver como pez en el agua. Ningún logro en esa área significa mucho para mí, creo que las calificaciones sólo han creado un mundo artificial para que los nerds podamos ser reyes en algo, compensando la falta de popularidad en otros campos. Ahora estoy que no me cabe el corazón en el pecho, de tan hinchado que lo tengo de orgullo, porque pude patinar sobre hielo y no me caí ni una sola vez!!!
Ayer fuimos a patinar sobre hielo en Central Park. Yo sólo fui porque era una especie de actividad escolar convocada y organizada por un amigo y no me vi en la posibilidad de rechazar la invitación. Juro por Dios que patinar sobre hielo no estaba en la lista de "cosas que no puedo dejar de hacer en NY". De hecho, estaba en la lista de cosas que no tenía planeado hacer EN LA VIDA!!! ¡Soy tan malo para todo lo que signifique deportes! Creo que hasta canto mejor de lo que puedo lograr en el ámbito deportivo (y eso ya es muuuucho decir, debido a mi aguardientosa voz).
En este mismo blog reporté la vez que fui a esquiar en Francia y cómo mi cuerpo fue, después de ese día, un mapa de moretones y magulladuras, por no hablar de las profundas heridas proferidas a mi ego por los niños de tres años que esquiaban a la velocidad de la luz mientras le sacaban la vuelta al angustiado bulto hecho bolas que yacía en la pista con las paletas de esquí enredadas como las piernas de Oliva de Popeye, o sea, yo. Desde ahí había decidido que lo mío era caminar con la mayor cantidad de fricción posible debajo de mis pies para evitar deslisaduras. Ya había sido suficiente las vergonzosas patinadas de loco perdido que daba en Saint-Flour sobre la nieve convertida en hielo durante los eternos meses que cubrió las ya de por sí empinadas pendientes de mi añorado pueblito francés.
Pues con todo y mi inflexible resolución me embarqué ayer a una nueva aventura, ansioso de publicar en el blog mis avatares. Lo que preveía publicar era bastante radical: cómo me habría quebrado las dos piernas y la clavícula, o cómo me había mutilado los dedos un patinador cuando al caer al suelo puse las manos para amortiguar el golpe y cómo con la navaja de sus patines moviéndose a cincuenta kilómetros por hora me había dejado más manco que al de Lepanto (ésa era mi peor obsesión... me provocaba tremendos escalofríos nada más de pensarlo).
Pues nada... resulté ser un éxito en la pista de hielo!!! Bueno, no se lo tomen muy a pecho, no es que pareciera gimnasta ucraniano dando el triple salto mortal en la pista, pero considerando lo reducido de mis estándares y mi anterior experiencia con el hielo, yo me sentía reivindicado en el área deportiva, en la que por derecho acaparaba las últimas posiciones. Para empezar, no me caí ninguna vez, lo cual fue lo más impresionante porque yo ya estaba más que resignadísimo a caer más veces que Nuestro Señor rumbo al Calvario. Sin embargo, persuadido por la influencia de la redentora visión católica del sacrificio de que si no te caes y no sufres no vale la pena, había preparado mis posaderas (las muy pocas con las que mis padres me dotaron) a que tendrían que sufrir estoicas los súbitos aplastamientos que mi equilibrio no pudiera evitarles, auxiliando lo más que pudieran a mi coxis y demás huesos. También había previsto que pasaría las tres horas de patinaje agarrado (sí, con garras) de la cerca. Pues no lo podía creer cuando después de unas vueltas diciéndoles "compermisito" a todos los niños de tres años y gordas que, como yo, no se deprendían del cerco, para que me permitieran pasar, en un rato empecé a patinar en medio de la pista. Y al rato hasta la greña mal cortada me volaba por los aires en medio de Central Park, conteniendo el viento el moco cristalino y líquido cual lágrima que me provocaba el frío, porque ni pensarlo en distraer mi concentración en meter la mano a la bolsa para sacar un pañuelo. Ya publicaré fotos cuando me las pase mi amigo, para compartirles la poco glamourosa imagen de "Cuidado, Rafa patinando" que sin estilo alguno pero con gran satisfacción atravezaba la pista a velocidad promedio.
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3 comentarios:
JAJAJAJAAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJA!! ayyyy no no .. me rei mucho Rafa jaja k divertida estuvo tu aventura.. mucho más k la mía i felicidades por tu talento sobre el Hielo... abrazos hermano
Miriam Barceló DUrazo
pd. también con la inevitable herencia de pocas asentaderas =(
Hola Rafa. Me encantó este nuevo capitulo de tu blogg. La verdad nunca te había escrito nada porque pues estabamos en el CIDE y allí te digo las cosas de frente. Me da mucho gusto también que te esté llendo bien en Columbia. SD CA en calma y en exámenes finales que son una friega. Por cierto, me gustó mucho también el capitulo que habla de cuando conseguiste tu cuarto y todo la reflexión que haces detrás de eso. TE MANDO UN SÚPER ABRAZO Y ESPERO VERTE PRONTO CON BIEN EN MÉXICO D.F.SALUDOS.
Armando Aldama
Ay Rafaaa, qué risa... me encantó este post... nos vemos pronto en Hermo, un abrazo.. HJM.
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