Él se llamaba Confusión, tocaba un viejo acordeón y a su mujer la conocían todos por Lilí Marlén. También estaba dorremí, un perro que sin pedigree, sabía ladrar hasta en latín y no mordía más que al gato del alguacil.
Y decían que era amor la soledad que compartían, un día sí cuarenta no, y dorremí se lo creía.
Igual que a ti, igual que a mí, la soledad los aplastaba pero cerraban, al dormir, los ojos y se la inventaban.
Vivieron en cualquier ciudad, todas se llaman Ansiedad (como Madrid). Con dorremí de fiel guardián para el puchero familiar los dos ganaban su jornal honradamente, por la calle de Alcalá, en la acera y de plantón, haciendo ella la carrera y él con el viejo acordeón. Igual que a ti, igual que a mí el porvenir los acosaba pero cerraban, al dormir, los ojos y se lo inventaban.
Volvía tan pancho dorremí un día de regar con pis el abedúl y calculó mal el replís del autobús y nunca más vino a lamer el pantalón de su patrón cada vez que Lilí Marlén con un recluta toca el timbre de la pensión.
Y decían que era amor la soledad que compartían un día sí cuarenta no y dorremí se lo creía. Igual que a ti, igual que a mí la realidad los aplastaba, pero cerraban, al dormir, los ojos y se la inventaban. Tal vez tenían razón; puede que fuera amor la soledad que compartían un día sí setenta veces síete no y dorremí, moviendo el rabo, se lo creía.
Como te pasa a ti, como me pasa a mí, las uñas negras de la vida los arañaban, pero cerraban, al irse a dormir, los ojos y soñaban que soñaban.
El era un tipo del montón que se llamaba Discreción. No le digáis que habéis oído esta canción si lo encontráis.
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1 comentario:
Me duele la impotencia ante esas personas tiradas en la calle. Espero no perder nunca la sensibilidad ante sus situaciones. Pero ¿que hacer? ¿Partir la capa, como reza el Evangelio? El problema tiene tal magnitud que requiere una respuesta social. Pero ¿es eso una autojustificación para decir que hago lo que puedo?
Tu relato me ha desatado una tormenta. Gracias. Un abrazo.
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