Entre las pocas ventajas que le encuentro a mi vida de estudiante, estando en medio de una crisis académico-existencial, está la que me permitió comprarme una lap top con dinero que no es mío. El procedimiento fue así. La Fundación Ford (cerdos capitalistas en plan buena onda) le da fondos a la escuela para que nos otorguen un crédito para adquisición de equipo de cómputo portable. El crédito es de 10 mil pesos, con intereses accesibles, etcétera, pero además te lo condonan (esto no tiene nada que ver con el método anticonceptivo, es una figura jurídica que consiste en no cobrarte lo que te prestaron si se dan ciertas condiciones, jejeje, cápsula ridículo/cultural) si tienes buen desempeño en la maestría. Y si no te fue tan bien, pues lo pagas hasta que termines la escuela. Todo perfectidijillo, como diría mi buen amigo y modelo de vida, Flanders, jajaja. El caso es que ayer me fui en una de las aventuras más temerarias de mi vida a buscar computadora, sin más asesoría técnica que la sesgada información que me pudieran dar los vendedores. Y resulta que en la ciudad de México, no es precisamente la confianza en los demás lo que prevalezca. Pero aún así estaba tan deseperado con el cheque del crédito en las manos que me lancé sin más armas a librar batallas mercadológicas con el objetivo de apeltrecharme de la tan indispensable tecnología digital portátil e inalámbrica. Yo sé que es una necesidad creada para nuestra generación, pero no me quedó más remedio que alinearme a las modas de mis coetáneos. Además, es un accesorio indispensable para dar la apariencia de que haces algo interesante en la vida, aunque sólo la uses para jugar al solitario. Después de haberme enfrentado en tres ocasiones a vendedores voraces que querían aprovechar que no sé yo un carajo de computadoras para venderme cualquier cosa a un precio superior, un vendedor de Sears terminó convenciéndome. No fue tanto el vendedor sino el sentido de urgencia de un atractivo 15% de descuento que en unas horas se esfumaría para nunca más volver (entones, me tragué el cuento y con cara entre de resignación y de niño entusiasmado en navidad con su juguete nuevo le entregué mi tajeta al vendedor para que procediera a realizar la transacción). Y ahora estoy escribiendo este post desde mi lap top con tarjeta inalámbrica para internet, mientras escucho la canción de Don Quijote que musicalizó Serrat y escribió León Felipe y bendigo a Bill Gates y a toda su clica (pandilla, grupo...) por crearnos un mundo en el que las cosas corren lento y se atoran pero te dan la impresión de ser cutting-edge. Gracias Microsoft, porque yo sin Windows XP no puedo vivir! Y para terminar con algo que no tenga chips, les transcribo una de las partes que más me gustan de la mencionada canción de Serrat:
"Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento, así te miro pasar.
Y cuántas veces te grito
hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar.
Hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado,
hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado de amargura
y no puedo batallar"
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4 comentarios:
Luv that song!
Gigantes o molinos de viento, esa es la cuestión. ;*)
¡Una laptop! ¿Qué modelo es?
Ooorale !! acabo de encontrar con este sitio y me sorprendió mucho ver guasabeños en la red mi apá tiene casa en huásabas yo soy de San Miguelito de Babispe pero todos los años voy a pescar a la milpa de mi tio Pedro Madrid con el Elias o con el Beto de mi tia Blanca.
Te abentaste con tu blog; La Talya ni se diga cuenta re suabe las historias que la mayoria de nosotros (entiendase Sanmiguelientos,Guasabeños,Granadeños,etc)solo contamos como recuerdos prehistoricos al menos así les paresen a mis compañeros de oficina y sobre todo si los cuentas en ingles(vivo en Arizona). Bueno ya estubo. Nos Vemos.
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