Y no nada más de la mente (que he terminado por considerarlo un mal menor), también de este cuerpo que me trae por la calle de la amargura. Resulta que un maldito bicho se siente el señor feudal de mi garganta y puntos circunvecinos, lo cual ha desatado una cruenta guerra en todo mi cuerpo entre los anticuerpos que todavía le son leales a mi soberanía y los gérmenes invasores que con sus peores artimañas burlaron a mis defensas, después de un fin de semana que me dejó exhausto por desvelarme y dignarme a hacer ejercicio.
El caso es que me la he pasado con calentura (not in a good way) y la dificultad para tragar me hicieron pensar en volverme anoréxico (si no fuera porque ni así se me quita el hambre y por el gordito interior que realmente soy). Y también resulta que en el trabajo ya llevan dos días corriéndome a la hora de la comida para que me vaya a descansar y deje de repartir bichos y convierta aquella oficina en la residencia oficial del moco y la flema. Pero luego el maldito sentimiento de culpa me ataca y no quiero irme aunque ande en calidad de zombie y mis avances laborales sean tan mediocres como si los estuviera haciendo a las tres de la madrugada y bajo el efecto de al menos tres estupefacientes y medio litro de bacanora.
Así que espero pronto reportar que ya va mejor la cosa, pero de momento apenas bloguear me hizo sentirme un poquito mejor.
jueves, septiembre 27, 2007
viernes, septiembre 21, 2007
¿Será?
En el museo Muros en Cuernavaca (un must, sin duda, de la ciudad). Excelente colección permanente de pintura mexicana moderna y contemporánea y exposiciones temporales bastante interesantes... aun para un amateur como yo (o probablemente sólo para amateurs como yo... no tengo las habilidades técnicas ni teóricas para distinguir).
Con la pena y todo, pero no recuerdo el nombre del artista para citarlo y creo que el nombre de la obra es lo que se puede leer en el rompecabezas de cerámica que la conforma: Calmar el dolor es obra divina y a eso me refiero con ¿será?
jueves, septiembre 20, 2007
De cómo se puede hacer una entrada al blog por cualquier cosa
Parece que cada día se entera uno de cosas más raras, en una especie de espiral descendente de decoro realista. Ayer no fue la excepción, resulta que leí en un artículo de opinión en El Universal que están en peligro de extinción.... ni más ni menos que... ta-ta-tatán... ¡¡¡los pelirrojos!!! Sí, parece que de los muchos que teníamos ya nada más no queda un 2% de humanos con esa característica, aunque un fabuloso 4% tiene el gen que produce tan peculiar coloración. Digo, considerando que como la mitad de la humanidad son chinos o hindúes (que no se conocen precisamente por sus cabelleras color pasión), tampoco son tan poquitos.
Toda esta información, al parecer, se desprendía de un lista "roja" (sin sarcasmo) de especies amenazadas o en peligro de extinción en diferentes partes del mundo. Entonces, si la humanidad no hace nada por detener tan terrible amenaza, las "cabelleras de fuego" serán parte de la historia en sólo 100 años!!!!
Lo que me pareció aún más raro de la historia fue el remedio. Es decir, si queremos hacer algo para seguir conservando pelirrojos en nuestro ecosistema global, lo único que parece que ayudará a logarlo es... ni más ni menos que... ta-ta-tatán... ¡¡¡la migración colectiva de todos los pelirrojos a Escocia!!! Parece ser que dicho "país" concentra la mayor cantidad de pelirrojos del mundo con un dignísimo 13%, en relación al total de la población, de la cual el 40% es portador del gen que produce la pelirrojez.
Ahorita que venía regresando de comer, me encontré por la calle a tremendo pelirrojo, de esos que no dejan duda (porque a mí de chiquito cuando me pegaba el sol el cabello se me veía rojizo, lo cual me hizo pensar que yo fuera uno de ellos, pero no... hacen falta pecas y un color de pelo más bien "zanahoria furiosa"). Pues sí, me encontré a un pelirrojo y poco hizo falta para que me parara a increparle que si quería salvar a su amenazadísimo pelirrojismo, debía salir corriendo pero pronto a Escocia, por aquello de que luego le empiecen a hacer el fuchi a los migrantes, como hacen en todos lados a donde llegan muchos. Pero me ganó la lógica de lo apropiado, que siempre nos impide tener anécdotas divertidas y mejor le dejo a la evolución (y a L'Oréal) que haga lo que quiera con los colores de los cabellos, que los míos del color que fueran seguirán siendo unos esquizofrénicos e indisciplinados pelos que nunca obedecen.
Toda esta información, al parecer, se desprendía de un lista "roja" (sin sarcasmo) de especies amenazadas o en peligro de extinción en diferentes partes del mundo. Entonces, si la humanidad no hace nada por detener tan terrible amenaza, las "cabelleras de fuego" serán parte de la historia en sólo 100 años!!!!
Lo que me pareció aún más raro de la historia fue el remedio. Es decir, si queremos hacer algo para seguir conservando pelirrojos en nuestro ecosistema global, lo único que parece que ayudará a logarlo es... ni más ni menos que... ta-ta-tatán... ¡¡¡la migración colectiva de todos los pelirrojos a Escocia!!! Parece ser que dicho "país" concentra la mayor cantidad de pelirrojos del mundo con un dignísimo 13%, en relación al total de la población, de la cual el 40% es portador del gen que produce la pelirrojez.
Ahorita que venía regresando de comer, me encontré por la calle a tremendo pelirrojo, de esos que no dejan duda (porque a mí de chiquito cuando me pegaba el sol el cabello se me veía rojizo, lo cual me hizo pensar que yo fuera uno de ellos, pero no... hacen falta pecas y un color de pelo más bien "zanahoria furiosa"). Pues sí, me encontré a un pelirrojo y poco hizo falta para que me parara a increparle que si quería salvar a su amenazadísimo pelirrojismo, debía salir corriendo pero pronto a Escocia, por aquello de que luego le empiecen a hacer el fuchi a los migrantes, como hacen en todos lados a donde llegan muchos. Pero me ganó la lógica de lo apropiado, que siempre nos impide tener anécdotas divertidas y mejor le dejo a la evolución (y a L'Oréal) que haga lo que quiera con los colores de los cabellos, que los míos del color que fueran seguirán siendo unos esquizofrénicos e indisciplinados pelos que nunca obedecen.
miércoles, septiembre 19, 2007
Un poco de todo
Éste... soy yo sin rasurar y mirando al horizonte... supongo.
Y aquí... ni más ni menos que en el "magnífico" (añada aquí el más ácido sentido irónico) estado de Arkansas en los Estadous Unidous. En el que (entonces no lo sabía) sería mi carrito ;)
Aquí estoy en una posición que el Kamasutra conoce como "haciendo la tesina". Obsérvese con detenimiento cierto gesto de agobio, la ropa cómoda y el cabello despeinado que infructuosamente trata de ocultar una gorra.
Y con ustedes... mi ahijada Karol y su hermana Karely.
En esta fotografía se pueden apreciar a los cuatro fantásticos, en la peor de las condiciones: acabados de levantar. Así que no juzguen apariencias que a esa hora cualquiera asusta.
Y, para terminar, esta foto con la hermanita lela en Cuernavaca, comiendo sepa Dios qué cosa.
martes, septiembre 18, 2007
No, pos así no jalo....
Batallé tanto para lograr que se abriera la mugre ventana en la que se escriben las entradas del blog, que ahora perdí la poco inspiración que traía. Y se fue acumulando la frustración de la lentitud de la compu/red/servidor/sitio web, tanto que ahora me invadió el coraje y con gusto le escupiría a la pantalla, si no fuera porque: 1) me da ajjjjjco escupir y 2) me da más ajjjjco limpiar un escupitajo, aunque sea mío y esté escrachado contra mi pantalla de computadora. Así que mejor me trago la saliva (que dicen que es buena pa' la digestión) y sigo con mi vida y una entrada menos al blog, que mi tripa y la impaciencia de un Internet malsano no se llevan nada bien.
Lástima!!! porque había sido un buen fin de semana: con fuegos artificiales en el Zócalo, billetes de a mil pesooooos y transacciones comerciales de muy dudosa conveniencia para el que esto escribe. Ah!!!! y el segundo volumen de Kill Bill que, por Dios, es una chulada (sobre todo los créditos musicalizados ni más ni menos que con "Malagueeeeeeeeña saleroooooosa").
Y ahora los dejo porque ya entrado en coraje y con la secretaria de al lado sosteniendo la interesantísima y trascendental discusión de si es más buena la pierna o el muslo del pollo (yo ni siquiera los distingo) podría entrar en colapso nervioso de burócrata con traje gris y no creo que sea apropiado para horas de oficina, jaja. Abachos...
Lástima!!! porque había sido un buen fin de semana: con fuegos artificiales en el Zócalo, billetes de a mil pesooooos y transacciones comerciales de muy dudosa conveniencia para el que esto escribe. Ah!!!! y el segundo volumen de Kill Bill que, por Dios, es una chulada (sobre todo los créditos musicalizados ni más ni menos que con "Malagueeeeeeeeña saleroooooosa").
Y ahora los dejo porque ya entrado en coraje y con la secretaria de al lado sosteniendo la interesantísima y trascendental discusión de si es más buena la pierna o el muslo del pollo (yo ni siquiera los distingo) podría entrar en colapso nervioso de burócrata con traje gris y no creo que sea apropiado para horas de oficina, jaja. Abachos...
miércoles, septiembre 12, 2007
15 de septiembre: día del grito (de desesperación)
Creo que no hay día conmemorativo más importante para el país que el 16 de septiembre, cuando se celebra el inicio de la guerra de Independencia de México (que nació en ese momento como Nación, aunque a veces nos pareciera que existía desde antes que llegar el furibundo de Hernán Cortés) contra la corona española. Digo, tampoco tenemos muchas efemérides de dónde escoger, entre el inicio de la Revolución Mexicana (20 de noviembre) que nadie supo cuándo se acabó ni (bien a bien) para qué sirvió; el cinco de mayo, que más bien es celebrado por los paisanos que residen en Estados Unidos con fiesta en la Casa Blanca y figuras artísticas de la calidad de Paulina Rubio o Thalía (normalmente como un pretexto para celebrar su mexicanidad porque suelen no saber ni qué se celebra), además, de que qué pena!!! celebrar que les ganamos UNA batalla a los franceses, hace siglo y medio, digo ya va siendo hora de que lo superemos e impulsemos a cambio "el día del compadre"; el día de la Virgen de Guadalupe, que a los protestantes y ateos les debe valer un reverendo pepino (supongo); o el 21 de marzo que nunca he sabido bien si conmemoramos el natalicio del presidente mejor peinado de la historia, Benito Juárez, o si de plano es pura mariposería y se trata de recibir a la primavera. Y así una larga lista de fechas de conmemoración muy discutible. Pero en el mes de septiembre sí se ve más de un corazón enchido de mexicano, por celebrar ni más ni menos que "el mes de la Patria"... o sea, el meeeees de la Patria, con sus treinta díotas para que no quede duda de que somos bien patriototas.
Con esto me acordaba yo, hace unos días, que en Sonora, mi tierra, ni cuenta se dieron de que ahora eran parte de un país independiente y, para no molestar a los rancheros que ya tenían suficiente con la sequía permanente, el mismo gobernante que representaba a la Corona, se quedó representando a la ???, mmm... República. Digo, para qué tanto esfuerzo, estar a diez mil kilómetros de Madrid, o a tres mil de la ciudad de México, no hacía mucha diferencia en aquellos tiempos de lomos de mula. Mis antepasados de ese tiempo, que supongo que son la extensión de mí mismo en el pasado, no tengo ni idea en qué estarían pensando o si la noticia les pareció digna de mención. Creo que algunos ni siquiera habían llegado al país, así que con toda seguridad estarían más preocupados por escapar de alguna hambruna (que tengo la impresión de que todo el pasado estuvo lleno de hambrunas) que de asuntos de jurisdicción.
Traigo esto a colación, pues como paso tan seguido por el Zócalo, que ha sido "embellecido" toditito con puro tricolor (verde, blanco y colorado... of course), bien vistoso y mexicanote y de que un alto porcentaje de chilangos suele empotrar banderitas en los lugares más inverosímiles, me surgieron dudas al respecto del patriotismo simbólico mexicano.
Yo me acuerdo que yo también de pequeño sentía bonito de ver ondear la bandera por los aires y prestar el juramento a la bandera (whatever it meant... por ejemplo, "símbolo de la unidad de nuestros padres y nuestros hemanos" what? cuándo se ha sabido que una bandera pueda desfacer entuertos familiares. O eso de la "nación humana y generosa" si en mis primeros años de vida gobernaba al país José López Portillo, ¿que podía tener de humana esta nación?). También me gustaba entonar (por así decirlo) el himno nacional y el resto del conjunto de lo que significa ser patriota en este país tan particular que habito. Crecer trajo consigo algunas consecuencias y, entre ellas, ciertas formas de escepticismo que mellan la abstracción del amor a los símbolos patrios. Ya por amor patrio sólo entiendo llevar una vida respetuosa del próximo(tan difícil que esto resulta en la ciudad de México), que también son Patria; enterarme y participar en la vida pública de mi comunidad y del país todo, porque para que la Patria funcione no nos queda de otra que no desfallecer al impulso apático de que nuestra voz y voto no cuentan lo suficiente para lograr algún cambio. Lo que sigue son minucias, pero no soportaría a ningún "patriota" (así traiga su banderita tatuada en salvas sean las partes) que tire basura en la calle o en la carretera, que no ceda su asiento a los ancianos, embarazadas, o personas con bebés; que provoque un incendio forestal, que robe, que torture, que viole o que haga explotar ductos de Pemex. En nuestro país hay tanto por hacer que solamente agarrar una banderita me resulta harto insuficiente.
Con esto me acordaba yo, hace unos días, que en Sonora, mi tierra, ni cuenta se dieron de que ahora eran parte de un país independiente y, para no molestar a los rancheros que ya tenían suficiente con la sequía permanente, el mismo gobernante que representaba a la Corona, se quedó representando a la ???, mmm... República. Digo, para qué tanto esfuerzo, estar a diez mil kilómetros de Madrid, o a tres mil de la ciudad de México, no hacía mucha diferencia en aquellos tiempos de lomos de mula. Mis antepasados de ese tiempo, que supongo que son la extensión de mí mismo en el pasado, no tengo ni idea en qué estarían pensando o si la noticia les pareció digna de mención. Creo que algunos ni siquiera habían llegado al país, así que con toda seguridad estarían más preocupados por escapar de alguna hambruna (que tengo la impresión de que todo el pasado estuvo lleno de hambrunas) que de asuntos de jurisdicción.
Traigo esto a colación, pues como paso tan seguido por el Zócalo, que ha sido "embellecido" toditito con puro tricolor (verde, blanco y colorado... of course), bien vistoso y mexicanote y de que un alto porcentaje de chilangos suele empotrar banderitas en los lugares más inverosímiles, me surgieron dudas al respecto del patriotismo simbólico mexicano.
Yo me acuerdo que yo también de pequeño sentía bonito de ver ondear la bandera por los aires y prestar el juramento a la bandera (whatever it meant... por ejemplo, "símbolo de la unidad de nuestros padres y nuestros hemanos" what? cuándo se ha sabido que una bandera pueda desfacer entuertos familiares. O eso de la "nación humana y generosa" si en mis primeros años de vida gobernaba al país José López Portillo, ¿que podía tener de humana esta nación?). También me gustaba entonar (por así decirlo) el himno nacional y el resto del conjunto de lo que significa ser patriota en este país tan particular que habito. Crecer trajo consigo algunas consecuencias y, entre ellas, ciertas formas de escepticismo que mellan la abstracción del amor a los símbolos patrios. Ya por amor patrio sólo entiendo llevar una vida respetuosa del próximo(tan difícil que esto resulta en la ciudad de México), que también son Patria; enterarme y participar en la vida pública de mi comunidad y del país todo, porque para que la Patria funcione no nos queda de otra que no desfallecer al impulso apático de que nuestra voz y voto no cuentan lo suficiente para lograr algún cambio. Lo que sigue son minucias, pero no soportaría a ningún "patriota" (así traiga su banderita tatuada en salvas sean las partes) que tire basura en la calle o en la carretera, que no ceda su asiento a los ancianos, embarazadas, o personas con bebés; que provoque un incendio forestal, que robe, que torture, que viole o que haga explotar ductos de Pemex. En nuestro país hay tanto por hacer que solamente agarrar una banderita me resulta harto insuficiente.
jueves, septiembre 06, 2007
Antinarciso
Ayer fue un día terrible para mi ego narcisista. Bueno, nada más la tarde, porque por la mañana me había gustado la nueva combinación zapatos-traje-camisa-corbata que intenté y que parecía harto inverosímil pero que terminó viéndose bien (para mí mismo, debo aclarar, que soy un individualista consumado en cuanto a gusto para vestir se refiere). Cuando salí del trabajo me dirijo a recoger las fotos que aparecerán en mi título de maestría y en la cédula del mismo título, documentos ambos que sin duda estaré viendo y enseñando, en repetidas ocasiones, durante el resto de mi vida. Por lo anterior, era importante para el que esto escribe verse bien, digo... dentro de los márgenes en los que uno se puede ver bien, había que estar muy cerca del extremo más positivo. No se trata de pasar a la posteridad postrado en la ignominia de una estética abominable. Había ido a retratarme un día antes y fue una linda experiencia subir al estudio fotográfico de un tipo que se notaba amaba su oficio y había conservado esas cámaras antiquísimas de pedestal que tienen una especie de caja-acordeón y disparan no con un botoncito, sino con uno de esos cables como los del aparato que sirve para medir la presión sanguínea. Todo olía a viejo, tanto el fotógrafo, como sus muebles, sus lámparas, los marcos de sus fotos, los retratos de chicas ochenteras luciendo los terribles looks de los que fue presa la década de los ochenta, y también retratos de políticos, de ministros, de artistas, rodeados de revistas de chismes de la terriblemente naca farándula mexicana, también con olor a viejo. Me había caído tan bien el ambiente retro del estudio y la simpatía del fotógrafo que albergué en mi interior la esperanza de salir bien librado de aquel trance fotográfico, a sabiendas que en esas fotos siempre sale uno con cara de "Se busca" y una leyenda de "se ofrece recompensa a quien contribuya a encontrar a este tipo con cara de sociópata, tres veces prófugo de la justicia y violador de cabras silvestres". Pues, efectivamente, llegué ayer por mis fotos con la escasa dignidad que todavía me quedaba y me veo en la foto y no me entraron ganas de llorar sólo porque me ganó el coraje de salir peor de lo que había planeado en el escenario más pesimista. Yo, como todo lo que me rodeaba en lo que me había parecido un romántico refugio del pasado fotográfico, también parecía un recuerdo del pasado. De tres décadas atrás, por lo menos, tanto que me hizo dudar si había participado en los movimientos estudiantiles del 68 y me había titulado en 1970, después de haber comprometido mis ideales y vendido mi alma al sistema. De pronto quise decirle al fotógrafo que probablemente se había equivocado y me había dado la foto de algún tío materno, porque efectivamente se parecía algo a mí, pero no me resignaba a creer que era yo, pero seguí la lógica de lo apropiado y creí conveniente empezar a resignarme, porque no iba a pagar otros 350 pesos por una corrección de estilo que no garantizaba nada. Ese fue el primer golpe a mi ego.
Después de meditar un rato sobre las causas de tan terrible apariencia, le atribuí a mi corte de pelo una buena parte de la responsabilidad. Actuando en consecuencia, corrí con mi peluquero de confianza (por así decirlo, porque ni a los peluqueros ni a los fotógrafos podré nunca tenerles confianza) a ver si podría arreglar aquella mata de pelo indisciplinada que me cubre la cabeza. Me cortó un viejito bastante simpático que ya en otra ocasión me había recortado. Así que cerré los ojos y no los abrí hasta que fue tiempo de verme en el espejo para, otra vez, ¡oh decepción! Entré en estado de negación y comencé a pensar que, a guisa de broma, me había puesto el simpático viejito la película de John Travolta en Fiebre de sábado por la noche. Aquello estaba tan esponjado como perro de rica y lo menos que recordaba era el año 2007. Again, vuelta al pasado... y no a un pasado glorioso y bonito, sino a ese pasado que huele a bolitas de alcanfor, a nostalgia fuera de lugar, en fin, a un pasado del que ni siquiera fui parte porque nací en 1980. ¡Terrible! en cuanto salí de la estética me despeiné, fingí demencia y caminé rumbo a la casa tratando de no pensar nunca más en mí, ni en mi imagen (que tan mal paga los esfuerzos que uno hace para no espantar al gran público) y me fui a ver una película en la oscuridad de mi cuarto donde nadie más tuviera que soportar la fealdad reificada que se había apoderado de mí.
Después de meditar un rato sobre las causas de tan terrible apariencia, le atribuí a mi corte de pelo una buena parte de la responsabilidad. Actuando en consecuencia, corrí con mi peluquero de confianza (por así decirlo, porque ni a los peluqueros ni a los fotógrafos podré nunca tenerles confianza) a ver si podría arreglar aquella mata de pelo indisciplinada que me cubre la cabeza. Me cortó un viejito bastante simpático que ya en otra ocasión me había recortado. Así que cerré los ojos y no los abrí hasta que fue tiempo de verme en el espejo para, otra vez, ¡oh decepción! Entré en estado de negación y comencé a pensar que, a guisa de broma, me había puesto el simpático viejito la película de John Travolta en Fiebre de sábado por la noche. Aquello estaba tan esponjado como perro de rica y lo menos que recordaba era el año 2007. Again, vuelta al pasado... y no a un pasado glorioso y bonito, sino a ese pasado que huele a bolitas de alcanfor, a nostalgia fuera de lugar, en fin, a un pasado del que ni siquiera fui parte porque nací en 1980. ¡Terrible! en cuanto salí de la estética me despeiné, fingí demencia y caminé rumbo a la casa tratando de no pensar nunca más en mí, ni en mi imagen (que tan mal paga los esfuerzos que uno hace para no espantar al gran público) y me fui a ver una película en la oscuridad de mi cuarto donde nadie más tuviera que soportar la fealdad reificada que se había apoderado de mí.
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