miércoles, mayo 30, 2007
Evidencias
Esta foto la pongo como evidencia de que, a pesar de mis lamentos y diatribas, he pasado muy buenos momentos últimamente... Hace apenas un mes andaba agarrando color en Acapulco en compañía de muy buenos amigos (foto) y el viernes pasado agarré la fiesta con singular alegría después de entregar mi primer borrador de tesina... así que cuando me queje ya tienen cómo recriminarme mi ingratitud ante la vida
jueves, mayo 24, 2007
La Doña
Si antes tenía particular admiración por María Félix, la más grande estrella del cine de oro mexicano, ahora que he leído en Wikipedia algunas frases célebres de tan particular personaje que ahora les trascribo, mi admiración creció. No lo sé de cierto, pero tengo la sensación de que vivió hasta que quiso; murió a la edad de 88 años después de seguramente un número mayor de cirujías. Pero más allá de su inusual belleza me encanta el personaje que hizo de ella misma. Al levantar sus gloriosas cejas dejaba ver claramente que ningún macho mexicano podría dominarla. Fue un signo de emancipación femenina sin pancartas, sin marchas, sólo porque se sabía igual o superior a los hombres que la rodearon sin necesidad de que nadie más lo reconociera. Y vaya que supo escoger a los hombres más célebres de su tiempo, a la crema y nata de la cultura mexicana de mediados de siglo XX: Agustín Lara, Jorge Negrete, Diego Rivera y también entró por la puerta grande a la elitista aristrocracia europea al casarse con el millonario francés Alex Berger. La firma joyera Cartier sacó recientemente una colección de relojes en su honor llamada "La Doña" que se puede ver en los escaparates de las calles de shopping lujosas.
Estas frases las encontré en inglés así que espero no pierdan mucho en la traducción, porque ya fue doble traducción pues ella nunca quiso aprender inglés, a pesar de que hablaba francés e italiano. Y aquí se las plasmo para hacer notar la chispa que la caracterizaba, sobre todo en sus últimos años. Léanse por favor con la ceja levantada y con el desdén con el que hacía siempre sus declaraciones, hablando lentamente con su voz ronca y decidida:
"El dinero es importante en la vida. No te da la felicidad, eso todos lo sabemos, pero seguro que te calma los nervios".
"No me des consejos, yo puedo cometer errores sola".
"Algunos amigos me han dicho que las perlas hacen llorar a la gente. A mí las únicas perlas que me han hecho llorar son las falsas".
"Ningún hombre me ha hecho la vida difícil porque nunca he apostado todo en un solo hombre" (¡Infidelidad femenina sin conmiseraciones!).
"Diva es algo inventado, pero yo no fui fabricada... la vida me hizo y me hizo posiblemente muy bien".
"Las estrellas de hoy no tienen poder de estrellas y las actrices de hoy son desechables. Modelos que ni siquiera saben hablar".
"En la vida yo considero que el éxito es inferior a la celebridad. El éxito puede ser alcanzado por mucha gente, la celebridad te toca y está contingo durante toda la vida".
"Mis enemigos son muchos y son malos; mis amigos pocos y buenos".
"Las mujeres nunca serán como los hombres, aunque a veces hay hombres con corazón de mujer. Desde el principio de los tiempos, los hombres han tomado la mejor parte del pastel. Yo tengo el corazón de hombre y por eso las cosas han ido bien para mí".
Respuesta dada a unos joyeros intentando confiscar un magnífico collar de esmeraldas que le regaló Jorge Negrete quien murió antes de pagarlo completamente: "Lo que se da no se quita"
Declaración que dio para molestar a los fans y a la prensa en Bogotá, Colombia, después de salir del escenario antes de terminar su actuación en un musical: "Otros han visto menos y han pagado más”
Respuesta a la reacción de reporteros en Argentina, por haber llegado elegantemente tarde (con un retraso de dos horas) a una conferencia de prensa: "Eso estuvo bien chicos, haberme esperado”
Su reacción a la canción de Juan Gabriel María de Todas las Marías: "Si te comparan con La Virgen María, tú siempre sales perdiendo”
Sobre la belleza:
"Mi trabajo ha sido ser atractiva”
"En la vida no es suficiente ser bella, sino saber cómo ser bella”
A los reporteros que le preguntaban su edad:
"Yo no cuento los años, sólo me limito a vivirlos”
"Mire, señorita, he estado muy ocupada viviendo mi vida y no he tenido tiempo de contarlos"
"No, a mí no me da miedo hacerme vieja sino algo más peligroso: la debacle de la mujer. No me dan miedo ni el pelo cano ni las arrugas sino el desinterés en vivir la vida”
Intercambios con reporteros:
"María, ¿tú piensas que eres una abeja reina?"
A lo que La Doña responde: "No, señorita, lo soy”.
"María, ¿eres la mujer más bella de México?"
Responde la Felix, "Tú sabes que humilde no soy”
Estas frases las encontré en inglés así que espero no pierdan mucho en la traducción, porque ya fue doble traducción pues ella nunca quiso aprender inglés, a pesar de que hablaba francés e italiano. Y aquí se las plasmo para hacer notar la chispa que la caracterizaba, sobre todo en sus últimos años. Léanse por favor con la ceja levantada y con el desdén con el que hacía siempre sus declaraciones, hablando lentamente con su voz ronca y decidida:
"El dinero es importante en la vida. No te da la felicidad, eso todos lo sabemos, pero seguro que te calma los nervios".
"No me des consejos, yo puedo cometer errores sola".
"Algunos amigos me han dicho que las perlas hacen llorar a la gente. A mí las únicas perlas que me han hecho llorar son las falsas".
"Ningún hombre me ha hecho la vida difícil porque nunca he apostado todo en un solo hombre" (¡Infidelidad femenina sin conmiseraciones!).
"Diva es algo inventado, pero yo no fui fabricada... la vida me hizo y me hizo posiblemente muy bien".
"Las estrellas de hoy no tienen poder de estrellas y las actrices de hoy son desechables. Modelos que ni siquiera saben hablar".
"En la vida yo considero que el éxito es inferior a la celebridad. El éxito puede ser alcanzado por mucha gente, la celebridad te toca y está contingo durante toda la vida".
"Mis enemigos son muchos y son malos; mis amigos pocos y buenos".
"Las mujeres nunca serán como los hombres, aunque a veces hay hombres con corazón de mujer. Desde el principio de los tiempos, los hombres han tomado la mejor parte del pastel. Yo tengo el corazón de hombre y por eso las cosas han ido bien para mí".
Respuesta dada a unos joyeros intentando confiscar un magnífico collar de esmeraldas que le regaló Jorge Negrete quien murió antes de pagarlo completamente: "Lo que se da no se quita"
Declaración que dio para molestar a los fans y a la prensa en Bogotá, Colombia, después de salir del escenario antes de terminar su actuación en un musical: "Otros han visto menos y han pagado más”
Respuesta a la reacción de reporteros en Argentina, por haber llegado elegantemente tarde (con un retraso de dos horas) a una conferencia de prensa: "Eso estuvo bien chicos, haberme esperado”
Su reacción a la canción de Juan Gabriel María de Todas las Marías: "Si te comparan con La Virgen María, tú siempre sales perdiendo”
Sobre la belleza:
"Mi trabajo ha sido ser atractiva”
"En la vida no es suficiente ser bella, sino saber cómo ser bella”
A los reporteros que le preguntaban su edad:
"Yo no cuento los años, sólo me limito a vivirlos”
"Mire, señorita, he estado muy ocupada viviendo mi vida y no he tenido tiempo de contarlos"
"No, a mí no me da miedo hacerme vieja sino algo más peligroso: la debacle de la mujer. No me dan miedo ni el pelo cano ni las arrugas sino el desinterés en vivir la vida”
Intercambios con reporteros:
"María, ¿tú piensas que eres una abeja reina?"
A lo que La Doña responde: "No, señorita, lo soy”.
"María, ¿eres la mujer más bella de México?"
Responde la Felix, "Tú sabes que humilde no soy”
martes, mayo 22, 2007
Hábitat
Me encanta trabajar en pleno centro histórico de la ciudad de México, es un estímulo tras otro: negativos - positivos - adictivos. En fin, lo encuentro un hermoso hábitat para el desconcierto constante de mis sentidos. Para los que no conozcan México, Distrito Federal, debo hacerles un muy breve resumen de porqué me resulta tan contrastante el cambio de vecindario diurno.
El CIDE (donde todavía estudio, aunque una parte de mi cerebro quiere pensar que ya me desafané) está ubicado en la zona de Santa Fe, al poniente de la ciudad. Para decirlo así con algo de lírica de Dreamworks, digamos que Sta. Fe es como el lugar de residencia de Shrek: un reino muuuy... muy lejano. Está en la salida a Toluca y cuando digo que está a la salida quiero enfatizar lo periférico de su ubicación. Cuando me va bien, con un tráfico normal (que, en realidad, es bastante anormal) me hago una hora y quince minutos para llegar, en un trayecto que implica cuatro medios de transporte: caminar-Metrobús-Metro-CIDEbús. Santa Fe es el área más moderna de la ciudad, donde están ubicados los corporativos de todas las grandes empresas del país, en enormes rascacielos que me parecen llenos de personal con motivaciones ambiciosas y futiles, así como infinidad de edificios de condominios donde reside una cantidad impresionante de esnobs forzando un estilo de vida "a la gringa" en la ciudad más clasista en la que haya estado. Para mis gustos Santa Fe es horrible: está muy lejos del corazón de la ciudad, el tráfico para llegar o escapar de ahí es infernal pues está conectada con el resto de la ciudad por sólo dos vías importantes, el clima es más frío y lluvioso, tiene opciones de entretenimiento más limitadas que cualquier ciudad provinciana sólo que empeorado con un esnobismo que ni la gracia de ser sofisticado tiene. En fin, estoy completamente de acuerdo con el despectivo mote que se ha ganado de "ghetto de ricos". Aparte de todas esas características, o tienes que pagar muchísimo de renta o vivir en las terribles comunidades aledañas, más montañosas que el Himalaya y tan húmedas y frías que no las deseo más que para hábitat de champiñones. En resumen, ni la enorme distancia que lo separa de la verdadera ciudad de México iba a provocar que viviera por ahí, a mí que a pesar de mi alma rural amo los entornos urbanizados, estar cerca del centro, de poder caminar a cualquier tiendita, panadería, café o restaurante, de salir por la noche sin tener que ponerme de novio con algún taxista para convencerlo de que me lleve hasta mi casa porque por lejos suelen reusarse a llevarte hasta allá. Pero el caso es que aún sin vivir allá pasaba muy buena parte del día en la escuela sin más esperanzas de socializar que con la gente del CIDE y cuya única opción de comida es su propio comedor que guardo para mí que en repetidas ocasiones se ganó el adjetivo de asqueroso y las más de las veces sólo de mediocre. Y ya si querías cambiar tenías una única opción más: el Domino's Pizza que te requería bajar por lo menos unos cien escalones para descender del cerro donde está la escuela y llegar a la desierta calle cuya lobreguedad sólo era turbada por la referida franquicia. Ése era mi anterior hábitat que por más que ahora me quejo era en verdad el más propicio para la nerdez de mi existencia estudiantil.
Y ahora trabajo en el centro histórico, centro histérico me gusta decirlo porque se lo merece. Pero histérico en la más positiva connotación del término. Todo el tiempo lleno de gente, de opciones, de restaurantes, de tiendas de todos tipos cuyos aparadores te enseñan lo mismo la moda que uniformiza a la clase media de casi todo el mundo, hasta trajes de telas corrientes que por muy bajo precio visten a los que no pueden o quieren pagar más por verse "bien" (lo que sea que signifique); turistas nacionales y extranjeros que contemplan la ornamentación de los edificios de los tantos siglos que esta ciudad ha visto transcurrir, aquí mismo sin moverse más que cuando tiembla. Pirámides que fueron descubiertas después de siglos de haber sido enterradas bajo construcciones coloniales cuando se hicieron las excavaciones para el metro, como la del templo mayor que impresionó a los españoles cuando por primera vez llegaron a Tenochtitlan (ahora ciudad de México) o la de Pino Suárez que está en plena estación del metro esperando a ser contemplada por los enajenados pasajeros. Una catedral monumental que sigue en pie a pesar de estar basada en el gelatinoso suelo del centro histórico que antes era un lago y todos los demás edificios coloniales donde habitaban los aristócratas cuyos títulos desaparecieron en aras de consolidad la República Mexicana. O el todo mármol Palacio de Bellas Artes en el hermoso parque de la Alameda Central que entre esculturas y fuentes añora los tiempo en los que todo se hacía "a la francesa". Y cientos de restaurantes de todos tipos de comida que pululan alrededor de mí y que me hacen cada hora de comer una decisión difícil, con un proceso de decisión bastante satisfactorio. Pero también marabuntas de gente que abarrotan sus banquetas y el aroma a frito de la (para mí) desagradable comida callejera chilanga revuelto con olores de alcantarilla en el eje central. Y no poder caminar por la acera porque desde temprano los puestos de comida y algunos vendedores de música y películas piratas inundan el paso que yo tenía entendido le correspondía al peatón, lo que hace que camines entre los carros esquivando a los molestos choferes que se salen de su carril e invaden el siguiente de manera indefinida. En fin... puro caos, folclore, tradiciones centenarias adaptadas a las mercancías "made in China" que entraron al país por contrabando y entre todos, yo, encantado por tanto jolgorio luchando por mi espacio (que al menos debe medir un metro de radio, lo cual difícilmente logro) adaptándome a mi nuevo hábitat que por lo pronto me ha gustado tanto.
El CIDE (donde todavía estudio, aunque una parte de mi cerebro quiere pensar que ya me desafané) está ubicado en la zona de Santa Fe, al poniente de la ciudad. Para decirlo así con algo de lírica de Dreamworks, digamos que Sta. Fe es como el lugar de residencia de Shrek: un reino muuuy... muy lejano. Está en la salida a Toluca y cuando digo que está a la salida quiero enfatizar lo periférico de su ubicación. Cuando me va bien, con un tráfico normal (que, en realidad, es bastante anormal) me hago una hora y quince minutos para llegar, en un trayecto que implica cuatro medios de transporte: caminar-Metrobús-Metro-CIDEbús. Santa Fe es el área más moderna de la ciudad, donde están ubicados los corporativos de todas las grandes empresas del país, en enormes rascacielos que me parecen llenos de personal con motivaciones ambiciosas y futiles, así como infinidad de edificios de condominios donde reside una cantidad impresionante de esnobs forzando un estilo de vida "a la gringa" en la ciudad más clasista en la que haya estado. Para mis gustos Santa Fe es horrible: está muy lejos del corazón de la ciudad, el tráfico para llegar o escapar de ahí es infernal pues está conectada con el resto de la ciudad por sólo dos vías importantes, el clima es más frío y lluvioso, tiene opciones de entretenimiento más limitadas que cualquier ciudad provinciana sólo que empeorado con un esnobismo que ni la gracia de ser sofisticado tiene. En fin, estoy completamente de acuerdo con el despectivo mote que se ha ganado de "ghetto de ricos". Aparte de todas esas características, o tienes que pagar muchísimo de renta o vivir en las terribles comunidades aledañas, más montañosas que el Himalaya y tan húmedas y frías que no las deseo más que para hábitat de champiñones. En resumen, ni la enorme distancia que lo separa de la verdadera ciudad de México iba a provocar que viviera por ahí, a mí que a pesar de mi alma rural amo los entornos urbanizados, estar cerca del centro, de poder caminar a cualquier tiendita, panadería, café o restaurante, de salir por la noche sin tener que ponerme de novio con algún taxista para convencerlo de que me lleve hasta mi casa porque por lejos suelen reusarse a llevarte hasta allá. Pero el caso es que aún sin vivir allá pasaba muy buena parte del día en la escuela sin más esperanzas de socializar que con la gente del CIDE y cuya única opción de comida es su propio comedor que guardo para mí que en repetidas ocasiones se ganó el adjetivo de asqueroso y las más de las veces sólo de mediocre. Y ya si querías cambiar tenías una única opción más: el Domino's Pizza que te requería bajar por lo menos unos cien escalones para descender del cerro donde está la escuela y llegar a la desierta calle cuya lobreguedad sólo era turbada por la referida franquicia. Ése era mi anterior hábitat que por más que ahora me quejo era en verdad el más propicio para la nerdez de mi existencia estudiantil.
Y ahora trabajo en el centro histórico, centro histérico me gusta decirlo porque se lo merece. Pero histérico en la más positiva connotación del término. Todo el tiempo lleno de gente, de opciones, de restaurantes, de tiendas de todos tipos cuyos aparadores te enseñan lo mismo la moda que uniformiza a la clase media de casi todo el mundo, hasta trajes de telas corrientes que por muy bajo precio visten a los que no pueden o quieren pagar más por verse "bien" (lo que sea que signifique); turistas nacionales y extranjeros que contemplan la ornamentación de los edificios de los tantos siglos que esta ciudad ha visto transcurrir, aquí mismo sin moverse más que cuando tiembla. Pirámides que fueron descubiertas después de siglos de haber sido enterradas bajo construcciones coloniales cuando se hicieron las excavaciones para el metro, como la del templo mayor que impresionó a los españoles cuando por primera vez llegaron a Tenochtitlan (ahora ciudad de México) o la de Pino Suárez que está en plena estación del metro esperando a ser contemplada por los enajenados pasajeros. Una catedral monumental que sigue en pie a pesar de estar basada en el gelatinoso suelo del centro histórico que antes era un lago y todos los demás edificios coloniales donde habitaban los aristócratas cuyos títulos desaparecieron en aras de consolidad la República Mexicana. O el todo mármol Palacio de Bellas Artes en el hermoso parque de la Alameda Central que entre esculturas y fuentes añora los tiempo en los que todo se hacía "a la francesa". Y cientos de restaurantes de todos tipos de comida que pululan alrededor de mí y que me hacen cada hora de comer una decisión difícil, con un proceso de decisión bastante satisfactorio. Pero también marabuntas de gente que abarrotan sus banquetas y el aroma a frito de la (para mí) desagradable comida callejera chilanga revuelto con olores de alcantarilla en el eje central. Y no poder caminar por la acera porque desde temprano los puestos de comida y algunos vendedores de música y películas piratas inundan el paso que yo tenía entendido le correspondía al peatón, lo que hace que camines entre los carros esquivando a los molestos choferes que se salen de su carril e invaden el siguiente de manera indefinida. En fin... puro caos, folclore, tradiciones centenarias adaptadas a las mercancías "made in China" que entraron al país por contrabando y entre todos, yo, encantado por tanto jolgorio luchando por mi espacio (que al menos debe medir un metro de radio, lo cual difícilmente logro) adaptándome a mi nuevo hábitat que por lo pronto me ha gustado tanto.
lunes, mayo 21, 2007
Novedades
Estoy sentado frente a la computadora de mi nuevo trabajo leyendo lo que me parecen miles de ordenamientos normativos y para relajar un poco el cerebro ocurrióseme pegar una entrada al blog para compartir la noticia de la chamba que ahora ocupará el mayor porcentaje de mis desvaríos mentales.
La maestría todavía no acaba, la tesis está en su punto crítico y un examen y un par de trabajos finales todavía agobian a mi inflamado colon, pero ahora tendré menos tiempo para preocuparme por ellos y trataré de enfocar mis energías en devolverle algo a la sociedad de lo mucho que he recibido. Ya ansío el momento de colgar mi mochila escolar y que lo único que me ahorque sean las corbatas que simbólicamente me hacen apto para sentarme en una oficina de gobierno y aportar conocimiento útil. En realidad, sólo faltan tres semanas para terminar la última etapa de mi vida académica (aunque no estoy del todo seguro que será la última) y trataré de convencerme de que lo disfruto, antes de integrarme de una vez por todas al mundo laboral que se anuncia como la etapa más larga de mi vida. Ya veremos...
La maestría todavía no acaba, la tesis está en su punto crítico y un examen y un par de trabajos finales todavía agobian a mi inflamado colon, pero ahora tendré menos tiempo para preocuparme por ellos y trataré de enfocar mis energías en devolverle algo a la sociedad de lo mucho que he recibido. Ya ansío el momento de colgar mi mochila escolar y que lo único que me ahorque sean las corbatas que simbólicamente me hacen apto para sentarme en una oficina de gobierno y aportar conocimiento útil. En realidad, sólo faltan tres semanas para terminar la última etapa de mi vida académica (aunque no estoy del todo seguro que será la última) y trataré de convencerme de que lo disfruto, antes de integrarme de una vez por todas al mundo laboral que se anuncia como la etapa más larga de mi vida. Ya veremos...
lunes, mayo 14, 2007
Dando señales de vida
Atormentado por la culpa de no haber escrito en un par de meses y por la insoportable existencia de gente que se preocupe por mí por no ver nada publicado en tan largo tiempo (circunstancia algo improblable, por cierto, pero bueno los dejos de egocentrismo me hacen pensar cosas así) me decidí por lo menos a dejar una entrada que informe que estoy vivo y bien. He estado algo disperso, estresado como de costumbre, agobiado por esa maldita tesis que no termina de estar lista por más atención mental que le presto (poco talento de investigador podría ser la razón, pero sigo en estado de negación de esa realidad...). En fin, nada muy diferente de lo que aquéllos que me conozcan o me hayan leído no den siempre por sentado al respecto de mis estados de ánimo.
Pues como me la he pasado atribulado por la tesis no hay mucho que reportar, excepto varias manchas que ahora adornan mi piel resultado de haber convivido más de lo que debía con unas algas marinas (algas sin 'n' al principio que así se hacen los chismes) de aquel último viaje a la playa que les platiqué. Y como quería vengarme del dios Neptuno por haberle jugado tan mala pasada a mi piel, volví a las playas de Guerrero, pero ahora sí a Acapulco hace un par de fines de semana. La pasé genial con mis camaradas de la maestría que colectivamente decidimos dejar de preocuparnos por nimiedades académicas y tirarnos al sol en las mismas playas en las que Richard Burton y Liz Taylor hicieran su nidito de amor, o las que inspiraron a Agustín Lara a cantarle a la diva de divas mexicana María Félix (digna representante de la belleza sonorense) "Acuérdate de Acapulco", lo cual me puso a pensar con cierta suspicacia qué habrían hecho los condenados en las entonces glomourosas playas acapulqueñas que no nos dijo Lara en la canción, limitándose a sembrar la duda. Ya ven uno que es puro morbo...
Tampoco estàn ustedes para saberlo ni yo para contarlo pero también hice acto de presencia en el Zócalo de la Ciudad de México para posar para Spencer Tunick en una experiencia personal única e irrepetible (espero) de locura colectiva (en una colectividad de 18 mil seres humanos, directo para el récord de Guinness). Los detalles no los comento porque esas conversaciones se dejan mejor al olvidadizo destino de la pláticas verbales.
Pues ya con ésta me despido porque estoy en un cafè Internet por fallas técnicas de mi conexión doméstica, pero la colectividad al escribir una entrada teniendo que chutarme los gritos de Christina Aguilera en lo que parece ser una canción no es nada inspiradora.
Pues como me la he pasado atribulado por la tesis no hay mucho que reportar, excepto varias manchas que ahora adornan mi piel resultado de haber convivido más de lo que debía con unas algas marinas (algas sin 'n' al principio que así se hacen los chismes) de aquel último viaje a la playa que les platiqué. Y como quería vengarme del dios Neptuno por haberle jugado tan mala pasada a mi piel, volví a las playas de Guerrero, pero ahora sí a Acapulco hace un par de fines de semana. La pasé genial con mis camaradas de la maestría que colectivamente decidimos dejar de preocuparnos por nimiedades académicas y tirarnos al sol en las mismas playas en las que Richard Burton y Liz Taylor hicieran su nidito de amor, o las que inspiraron a Agustín Lara a cantarle a la diva de divas mexicana María Félix (digna representante de la belleza sonorense) "Acuérdate de Acapulco", lo cual me puso a pensar con cierta suspicacia qué habrían hecho los condenados en las entonces glomourosas playas acapulqueñas que no nos dijo Lara en la canción, limitándose a sembrar la duda. Ya ven uno que es puro morbo...
Tampoco estàn ustedes para saberlo ni yo para contarlo pero también hice acto de presencia en el Zócalo de la Ciudad de México para posar para Spencer Tunick en una experiencia personal única e irrepetible (espero) de locura colectiva (en una colectividad de 18 mil seres humanos, directo para el récord de Guinness). Los detalles no los comento porque esas conversaciones se dejan mejor al olvidadizo destino de la pláticas verbales.
Pues ya con ésta me despido porque estoy en un cafè Internet por fallas técnicas de mi conexión doméstica, pero la colectividad al escribir una entrada teniendo que chutarme los gritos de Christina Aguilera en lo que parece ser una canción no es nada inspiradora.
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