Hace apenas una década Francis Fukuyama soltó la polémica idea de que la historia humana había llegado a su fin (El fin de la historia y el último hombre, 1992). Muy someramente se puede resumir su postura diciendo que la lucha entre ideologías había concluido y ahora la política y economía liberal se habían impuesto en el mundo, tras el fin de la Guerra Fría. Vale la pena aclarar que no estoy de acuerdo con la idea, aunque como de costumbre poco importa.
Esa probablemente innecesaria cápsula cultural era sólo para introducir la idea muy frecuente entre esnobs y egos elevados de que la cultura tampoco tiene nada nuevo que brindar. Que ya sólo asistimos a un reciclaje de lo que ya está hecho o dicho. Ya no más Miguél Ángel, ni Da Vincis, Mozarts o Picassos, ni clásicos del cine, no más Sinatras o The Beatles, ni Louis Armstrong. Debo ser sincero y decir que no sé gran cosa de arte, cine o música. Mis conocimientos son asistemáticos y creo que hasta la categoría amateur me queda grande en esas áreas. Pero algo dentro de mí me dice que la idea del fin de la cultura es terriblemente dogmática. Está basada en la falacia (a la nostalgia) de que antes todo era mejor y el presente es sólo un mala copia en una ruta descendente de calidad cultural. Pero, bueno, es sólo mi impresión. No podría justificarla con más razones de las que ya expuse (creo que fueron como dos, ooops...).
Y detesto el hip hop y el raegetton, pero no puedo negar que como signo de nuestra era tendrán algo que aportar aparte de doradas cadenas de gran tamaño o misoginia, respectivamente. Pero, a la vez, me encanta cada capítulo de Friends, y la música de BeBe y buscar videos caseros en You Tube y después de muchos encontar uno que me saca las lágrimas de la risa y también leer alguna entrada en un blog de alguien cuyo nombre nunca será famoso pero que me deja perplejo por su inteligencia o por su capacidad para decir las cosas. Me emociona pertenecer a este momento de la historia en la que Internet hizo posible (para quienes pueden tener acceso) la "democratización" del conocimiento (wikipedia), de la cultura (you tube), de la literatura (blogger), del contacto interpersonal (messenger), del acceso a productos (amazon), y de prácticamente cualquier sector de la cultura. Porque justamente me encanta que cultura ya no la tienes que escribir con mayúscula, se ha convertido en patrimonio común y la reverencia no va solamente a los que están en el trono en su momento.
Beethoven, Fernando Pessoa*, Schopenhauer, Van Gogh son ahora grandes clásicos de nuestro tiempo y en el que les tocó vivir nadie daba un cinco por ellos. Casi murieron de inanición. Me dan escalofríos de pensar que alguno de mis coetáneos tirado en una banqueta o del que me alejé en una fiesta porque tenía mal aliento y el cabello demasiado grasoso pueda ser dentro de un siglo uno de los grandes de la cultura. Por eso me quedo con mi posición de que la cultura sigue avanzando y trato de disfrutar lo que se me presente (aunque aún con tan buena disposición a veces me enseñan manifestaciones culturales que me dejan con cara de what???, are you kidding me??? pero bueno, que la historia juzgue su pertinencia que la Santa Inquisición y yo no somos amigos)
*Originalmente, en un ataque de dislexia de escritores portugueses, había puesto José Saramago, gracias a la observación de (alguien, gracias) en un comentario, caí en cuenta del error.
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4 comentarios:
no olvides mandarme un acuse de recibo (cibernetico)
saludos
Mientras haya cerebros con imaginación la cultura no se detendrá en su evolución. Lo que sobra es mercantilismo. La historia de las ideas no ha llegado a su fin, aunque es cierto que hay cierta crisis de originalidad. Pero tampoco es necesario ser original todos los días. Y los grandes pensamiento surgen de las grandes necesidades de soluciones. Todo se andará... Un abrazo.
segùn tengo entendido Saramago sigue con nosotros (por suerte para sus admiradores) tal vez pensabas en otro gran portugues, Fernando Pessoa
Eit Anónimo...
Mil gracias por la observación. Sí, tienes toda la razón, no solamente no quise decir José Saramago (que me gusta, pero no es para tanto)sino que efectivamente quise decir Fernando Pessoa. Muy intuitivo de tu parte. Bueno, trataré de corregirlo en la entrada. Un saludo,
Rafael Barceló Durazo
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