Hace ya tiempo que dejé de escribir los reportes que tenía la costumbre de enviar por correo electrónico (y que luego pegaba en mi blog) para contarles mis andanzas, entre otras razones porque ya no estoy en Francia y las vivencias nacionales parecen menos interesantes que las extranjeras; también porque mi vida es mucho menos divertida de platicar que antes y porque el tiempo es el recurso más escaso que tengo ahora, aún más que el factor ingresos, lo cual ya es muuuucho decir.
Bueno, por si acaso no sabían o se les olvidó estoy estudiando la maestría en Administración y Políticas Públicas y estoy muy satisfecho con mi decisión de estudiarla. Para los que no les quede muy claro de qué se trata, es algo así como la formulación de programas para resolver problemas públicos concretos (yo sé que la palabra política les provoca disgusto a muchos de ustedes, pero partiendo del hecho de que no hay mundo posible sin
ella, vale más echar el cuerpo al agua y ponerse a estudiar al respecto a ver si podemos hacer algo para mejorar la imagen que se tiene de ella). La escuela en la que estudio se llama CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económicas) como sé que muchos nunca habrán escuchado de ella, les platico un poco: es un centro de investigación en ciencias sociales y económicas, que se autoproclama la mejor escuela del país en políticas públicas. Es pública, pero se maneja con criterios de selección y de funcionamiento muy distintos a una universidad pública mexicana. Para empezar a nosotros (los estudiantes de maestría) nos pagan por estudiar y no nos cobran un peso (creo que se desquitan con los de licenciatura a los que sí les cobran como para mantenernos). En la maestría fuimos seleccionados 18 de entre aprox. 400 que aplicaron para entrar (el dato anterior era sólo para presumir, porque últimamente ando escaso de modestia). Ustedes disculparán tantas muestras de vanidad de mi parte, pero excepto ésas y la quesadilla que me preparo en la noche con tortillas gorditas de mi tierra con queso menonita (que trajo la mamá de un amigo de Hermosillo) son los únicos placeres que me tengo reservados en todo el día (incluidos fines de semana).
El asunto es que como en vez de cobrarte te pagan en la maestría se sienten con el derecho de explotarte salvajemente y sin la menor consideración a los derechos humanos de los que la estudiamos. Tengo cuatro materias y además me inscribí a alemán para complacer a mi alter ego políglota. Sin contar con un seminario de dos semanas que estamos llevando ahora (en inglés por si fuera poco). Bueno, también voy al gimnasio en la mañana siguiendo la recomendación de mi gastroenterólogo que me está tratando la terrible colitis que me atacó como resultado de las presiones del curso propedéutico y de la comida frita y condimentadísima que abunda en el D.F. Entre esas actividades ocupo las 24 horas de mis días, procuro guardar unas pocas para dormir y punto. Y si ando atrasado contestando los correos de algunos de ustedes que eventualmente se acuerdan de mí y me escriben, no me culpen de
indiferente, es sólo que me falta tiempo y tranquilidad para poder concentrarme y contestar aunque sea alguna línea coherente. Pero como el remordimiento de acordame de ustedes no me dejaba dormir en paz, me he decidido a escribirles este largo mensaje justificatorio, que seguro será la causa de alguna mala nota en las clases que siguen, pero cuyo precio estoy dispuesto a pagar.
Por lo demás, todo muy bien. Estoy viviendo con un amigo de Hermosillo de la UDEH, para ser más exacto, Germán. Vivimos en una colonia muy tranquila y el departamento está muy bien, desordenado a veces, pero hasta ahora habitable. La ciudad de México no me ha sentado nada mal, todavía no me asaltan, ni me secuestran, ni me violan (excepto algún contacto excesivo en los vagones del metro, que considero una verdadera violación a mi espacio personal y al de mis partes nobles, pero vivir entre 20 millones de personas no te deja más opción).
Me despido esperando recibir sus respuestas, comentarios y más sentidos pésames.
Afectuosamente,
El titular de este blog,
México, D.F. (aunque añorando estar en el desierto sonorense)
jueves, septiembre 29, 2005
martes, septiembre 20, 2005
Eit you!!!
Hola mi querido amigo "el blog". Vuelvo a ti a decirte lo que últimamente no me canso de repetir: "que estoy muy ocupado y patatí-patatá". Y ya me cansé de decirlo y tú seguro también estás harto de escucharlo, pero pues uno habla y escribe lo que vive cuando, como en mi caso, lo que sobra no es la imaginación. Además, creo que me falta saber organizarme para hacer mejor las cosas. Pero en lo que aprendo tendré que tenerte relegado por aquí y eventualmente regresar. El pasado puente en el que los mexicanos celebramos la independencia nacional (en realidad lo que se conmemora el 16 de septiembre es el inicio de uno de los peores fracasos militares de la guerra de Independencia, pero así somos los mexicanos, nos gustan los símbolos más que lo que representan) me fui de paseo con unos compañeros de la maestría a Michoacán, fuimos a Morelia, a Pátzcuaro y a Tzintzuntzan (que aunque no lo crean así se llama). Está todo precioso por allá. Es una especie de México profundo y tradicional que me gusta mucho (para pasear, siendo sincero). Me regresé manejando yo, con todo el temor que me da la frase "en lo ajeno cae la desgracia", pero afortunadamente no pasó nada que lamente. Y ahora estoy de regreso haciendo lo que creo que me gusta.
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