sábado, octubre 29, 2005

Escaseando la imaginación

Estoy sentado frente a la computadora con la apremiante necesidad de recibir la inspiración divina y escoger dos temas para mis trabajos finales en sus respectivas materias. Parece ser que es muy importante que los escoja cuanto antes pero ando medio perdido y la imaginación escasea últimamente por lados de mi cerebro. Parece ser que estoy usando demasiadas energías para combatir mi colitis. Creo que mis intestinos están irrigadísimos pero mi cerebro se encoge cada vez más (esa hipótesis se me acaba de ocurrir y ahora estoy preocupadísimo por que sea cierta, creo que los psiquiatras le llaman a eso hipocondria, yo le llamo Rafael Barceló Durazo en acción).
El caso es que como de plano no me inspiraba y no se me venían a la mente los malditos temas que me ocuparán de aquí al dichoso día en que empiecen mis vacaciones, decidí darme un paseo por el blog y escribir algo sin importancia como esto con la esperanza de que tal acto de regurgitación intelectual destapone los conductos de ideas de mi atrofiadísimo órgano cerebral. Y una vez desahogadas mis penas y plenamente conciente de que el intento fue inútil me voy a probar mi recurso extremo para buscar inspiración: sentarme en el trono de porcelana, fiel compañero de penas, alegrías y estreñimiento intelectual (y sobre todo el otro tipo de estreñimiento que no me hace nada feliz). Un abrazo bienamado paño de lágrimas cibernético.

lunes, octubre 24, 2005

Feliz cumpleaños Mímismo...

Hoy es mi cumpleaños. Cumplo 25. Ouch!!! Suena como a adulto y no me gusta tanto, pero qué se le va a hacer. Creo que están relativamente bien vividos. No quiero decir con esto como hacen los soberbios ésos que anuncian a los cuatro vientos que si volvieran a nacer harían exactamente lo mismo. Qué falta de humildad más grande!!! Hacemos tantas tonterías por eso del error humano que definitivamente yo sí cambiaría muchas cosas. Pero con todo no me han salido tan mal las cosas, por eso digo que mis años están bien vividos, no porque no pudieran estar mejor. Lo que sí es que este aniversario no la pasaré así de fiesta como me gusta. Por dos razones. Primera, porque ya lo festejé viernes y sábado, con una carne asada sonorense (la carne era realmente sonorense, como debe ser) con tortillas de harina traídas por mí mismo la semana pasada que estuve 20 horas en Hermosillo para la boda de mi buen amigo, el Manacho. Segunda, porque como no me canso de repetir estoy hasta la "#$&" de trabajo de la escuela y la parte de mí que es responsable anda medio poderosa últimamente, lo cual no siempre me gusta. El año pasado lo pasé en Nîmes, al sur de Francia, con mi buen amigo el Rafa, para entonces no lo conocía muy bien, así que fue un cumple solitario. Sólo recibí un abrazo. Ahora lo festejé con mis amigos del edificio y compañeros y amigos de reciente adquisición de la maestría. El año próximo no sé dónde estaré y cómo lo celebraré. Cada año las cosas cambiar a un ritmo vertiginoso, yo siempre voy detrás de mi futuro esperando que todo salga relativamente satisfactorio.
Bueno, me despido temporalmente porque voy a festejar mi cumpleaños con una clase de redacción y otra de alemán, mientras toco mentalmente la musiquita de Happy Birthday to you!!! (con voz jadeante de Marilyn Monroe) o Joyeux Anniversaire!!! o ya de plano las mañanitas con voz de Julio Preciado, el vocalista del Recodo (porqué sé yo esas cosas???)

lunes, octubre 03, 2005

Uff!!! qué fin de semana!!!

El título de este artículo no fue escogido así nomás porque sí. Sino para introducir la siguiente anécdota ocurrida justo el fin de semana que para mi mala suerte acaba de terminar. Pues resulta que a pesar de que mis múltiples actividades académicas me debieron haber mantenido en el claustro, como monje del conocimiento, decidí rebelarme y pasármela bien el fin de semana con la optimista frase de: "deja para mañana lo que debes hacer hoy", que es un replanteamiento muy conveniente que hice del horroroso dicho que proclama el antivalor de la responsabilidad "no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy". Y aprovechando que era cumpleaños de Miguel, mi amigo de la universidad y vecino del departamento 10, organizamos una carne asada, casi de a de veras: con carne de Sonora, frijoles de fiesta, guacamole y tortillas de harina de mi tierra, si tenías suerte, y si no, pues tortillinas tía Rosa que son, después de George Bush, la cosa más abominable que hay sobre la tierra. Pues se puso tan buena la fiesta que a eso de las doce de la noche surgió la idea de irnos de vida nocturna. Yo sé que cada vez que salgo a antros, soy la más fiel representación de la venganza de los nerds, pero como la inercia báquica nos llevaba en esa dirección no me pude oponer.
Pues resultó que íbamos a la fiesta de uno de los integrantes del grupo Uff, jajaja, sí, Uff, si no los conocen no se apuren, yo tampoco los conocía, aunque había escuchado esa palabra antes. Así que no es que no estuviéramos al tanto del mundo artístico mexicano, sino que están en el justo proceso de decadencia. Y digo justo porque para ese nivel de talento, el mundo no debe asumir los enormes costos de que las televisoras los mantengan en una injusta popularidad. Pero todo tiene sus ventajas porque sólo tuvimos que decir en el antro que veníamos a la fiesta de Uff y nos abrieron la cadena (que aquí en el D.F. es un verdugo terrible del autoestima juvenil, porque todos los antros así tengan tres gatos adentro se colocan en su posición de Studio 54 tepiteño del siglo XXI y no te dejan entrar si no te ven bonito u oneroso, características que bien saben los que me conocen que yo no cumplo, pero no me afecta mucho porque lo de los antros no es lo mío). Pues ahí estábamos en el mezzanine del bar con los de Uff, caras que creo nunca haber visto en la vida, pero muy fácilmente identificables, porque todos traían una especie de despeinado sistemático artificialmente güero, es decir, no como uno cuando se acaba de levantar y que los cabellos apuntan sin ninguna regla a todos los puntos cardinales del universo, sino que se nota que están despeinados con un orden, siguiendo un sistema específico. Bueno, pero insisto, todo tiene sus ventajas porque había cada chica guapa que definitivamente el cover valió la pena, hasta me daban ganas de ir a hacer una aportación voluntaria al de la puerta, pero mi beca CONACyT me hace recapacitar a cada rato sobre mis actos de generosidad. Y listo, fue un fin de semana bien Uff. El domingo consistió en hamburguesada en la azotea del edificio, siesta larga y reparadora y, por supuesto, el triunfo de México en la sub-17, que para mí ahora será el único futbol que importe, porque ahí somos campeones. La verdad, el futbol y la carabina de Ambrosio me importan lo mismo, pero eso de escuchar México campeón si mueve mis fibras más íntimas, así que ahora soy una especie de fan incultivado del futbol juvenil de nuestro país. Y, sin más, me despido con un fuerte abrazo (para mí mismo, que soy el que más lo necesita)